Minos mordido por una serpiente
(Detalle del Juicio Final en la Capilla Sixtina)
Miguel Ángel
(1475-1564)
Es ya verano y los viajes, en acto o en proyecto, abundan; el Mediterráneo, mar de las civilizaciones eternas, ofrece al viajero destinos que en otro tiempo pudieron ser fantasías o quimeras, pero que hoy son realidades al alcance de la mano. Uno de ellos es Creta, cuna de nuestra cultura –recuérdese la cretense o minoica-, escuela jurídica de la Hélade, isla a la que arriba el toro blanco -Zeus metamorfoseado- con Europa sobre su lomo y en donde -en Gortina, célebre por sus leyes- aquél se une a la joven, cabe una fuente, en un platanar. Frutos de estos amores serán Minos, Radamantis y Sarpedón; los dos primeros, junto con Éaco, formarán el tribunal que juzgue a los muertos en los infiernos o moradas subterráneas.
Criado por el rey Asterión, Minos fue su sucesor gracias a un prodigio de los cielos. Pretendía serlo porque, según decía, así lo habían decidido los dioses, y para demostrarlo hizo una promesa a Posidón: si desde los mares la deidad le enviaba un toro –siempre presente este animal en la cultura cretense-, se lo ofrecería en sacrificio. Y así sucedió, y Minos sentóse en el trono sin que sus hermanos se opusieran, pero, incumpliendo su promesa, quiso hacer a la bestia semental de la vacada. Y ése fue el origen de sus desdichas. Casado Minos con Pasífae, ésta se enamoró del toro y la maldición empezó a cumplirse. Monarca mujeriego, se le atribuyen innumerables aventuras amorosas que provocaron las iras de Pasífae, maga ella, quien con sus artes consiguió que todas las mujeres que con él yacían murieran comidas por las serpientes y escorpiones que salían de su cuerpo, hasta que Procris le hizo libre. Y también civilizador, dicta a los cretenses unas leyes que le son inspiradas por Zeus en el monte Ida cada nueve años (nótese el paralelismo con las de tantos pueblos de la Antigüedad). E igualmente conquistador, que extendió sus dominios por todo el Mediterráneo, especialmente el oriental, la llamada talasocracia (dominio de los mares) cretense: Atenas, Mégara, Sicilia y otras islas, y numerosas ciudades que en su honor llevan el nombre de Minoa. Y también fue él quien ordenó a Dédalo construir el famoso laberinto.
[La voz de Alcalá, 15 al 31 de julio de 2007, año XVI nº 227]
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LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: DÉDALO E ÍCARO. Por José Manuel Colubi Falcó
LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: EL MINOTAURO. Por José Manuel Colubi Falcó