«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [1ª PARTE]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 2). Por Pablo Romero Gabella

 
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Hotel Gellért

[Foto: LGV Budapest, 2003]

 

Cuando Hitler asentaba su nuevo régimen nazi en Alemania, y en Hungría su imitadores de la Cruz Flechada crecían, el Conde de Losoncz, Miklos Banffy, comenzaba una titánica gesta literaria: rescatar un mundo perdido, el mismo mundo de ayer de Zweig (del cual ya hablaremos en esta serie).

   Entre 1934 y 1940 Banffy escribiría su Trilogía transilvana, que constaba de Los días contados (1934), Las almas perdidas (1937) y El reino dividido (1940). Banffy era el representante perfecto de ese mundo que terminó con la Primera Guerra Mundial. Aristócrata, político, diplomático (llegaría a ser Ministro de Asuntos Exteriores de Hungría durante el Tratado de Trianón de 1920), dramaturgo, pintor, diletante artístico y cosmopolita…todo ello contenía la vida y obra de Banffy.

   Ya alejado de la política y retirado en sus posesiones de Transilvania (integrada en Rumanía tras la Paz de París) se dedicaría, además de fomentar la cultura húngara en dicha región, a fomentar el mundo que vivió de joven: la Hungría del Imperio del mítico Francisco José. Para ello, en su primera novela (Los días contados) que transcurre entre 1904 y 1905, organiza la historia de forma binaria. Así, sus protagonistas son dos: el conde Balint Abady y su primo,  también conde, Lazslo Gyerffy. En cuanto a los escenarios se reparten entre la Transilvania de la que proceden todos los personajes y la capital Budapest.

   La trama gira en torno a esos dos personajes principales, pero también tienen una importancia básica la pléyade de aristócratas transilvanos, la mayoría relacionados por lazos familiares debido a la gran endogamia de esta nobleza húngara fronteriza. Una aristocracia que se nos parece mucho  a esa otra decadente y rural que tan bien retrató Margaret Mitchell en Lo que el viento se llevó publicada dos años después de la novela que aquí reseñamos.

   En lo que respecta a la presentación de los personajes ambas obras son bastantes similares; así se nos aparece una plebe de primos, primas, tíos, tías, sobrinos y demás genealogía endogámica que nos llega, por momentos, a confundir,

   También podemos ver en esta obra (para muchos de estirpe «gatopardesca», cosa con la que no coincido) elementos propios de otra gran novela norteamericana de las llamadas «de época»: La edad de la inocencia de Edith Wharton, publicada en 1920. La descripción de la alta sociedad neoyorkina del último cuarto del siglo XIX tiene muchos puntos en común con la sociedad aristocrática húngara: sus códigos morales, del honor, de la decencia y la indecencia, amén de la rigurosa etiqueta y de las abundantes reuniones sociales que daban sentido a ese mundo. Un ejemplo lo tenemos en el personaje de la tía Sarmasághy, hacedora de chismes, matrimonios, divorcios y a la que se respetaba como a una matriarca ajada.

   En la próxima entrega hablaremos de los dos protagonistas: el conde rico y el conde pobre.

 

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EL ESTANDARTE O EL IMPERIO CONTRAATACA. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 1). Por Pablo Romero Gabella

«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [2ª PARTE]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 3). Por Pablo Romero Gabella

«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [3ª PARTE]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 4). Por Pablo Romero Gabella

 

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