Posts from agosto 2013.

COLOQUIOS (224). Gabi Mendoza Ugalde

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La saleta

 (Foto: ODP, Aguilar 2004)

 

—Sólo encontramos rincones pequeños en las casas grandes.

—En las pequeñas los rincones son siempre grandes rincones que hacen grandes las casas, de algún modo.

—Bueno, dependerá de lo que encontremos en los rincones, sean grandes o pequeños.

—Tienes razón, pero habrá que escribirlo en otro coloquio.

 

[EL] NOTA DEL AUTOR. De la serie «RECORTES», Nº 78. Por Pablo Romero Gabella (con pintura de Rafael Luna)

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«Todo aquel que haya escrito alguna vez un texto extenso a mano o a máquina de escribir sabe que la escritura en el ordenador supone una relación cualitativamente distinta con el lenguaje, y por tanto con el pensamiento. El ámbito informático, por su capacidad de almacenamiento y revisión, permite volcar texto en unidades mucho menores, como párrafos deslavazados, simples oraciones, incluso vagas formulaciones de ideas, con la tranquilidad de que todo ello se podrá reelaborar tantas veces cuantas sea necesario. Hoy podemos componer un discurso a partir de fragmentos, y dado por acabado sin haber sido capaces de concebirlo y percibirlo como una unidad, porque ha brotado así. Con el procesador de textos, la ocurrencia vence a la inteligencia y se pierde consciencia de uno mismo. Cada vez hay que pensar menos —o simplemente pensar— antes de ponerse a escribir. Puede ser que esto no esté bien y que no guste al público; pero mi deseo no es en absoluto tener muchos lectores a cualquier precio, y no puedo satisfacerles por muchas razones. Y en lo sucesivo aviso al lector del tipo de persona que soy y qué es lo que puede esperar de mí.»

[Gonzalo Pontón Gijón, «Ojalá que se extingan los escritores», Babelia (El País) 10 de agosto de 2013/León Tolstoi, Guerra y Paz, Barcelona, 2005, págs.. 9 y 11 [Nota del autor a la edición de 1866])

 

COLOQUIOS (223): «TRAS EL NAUFRAGIO DE “DIÁLOGOS” [Nº 11]». Gabi Mendoza Ugalde

 

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El Pobre Poeta

Carl Spitzweg

1808-1885

 

—Puedes escribir un librito beat o el guión de una peli tipo road móvil. Esperar un autobús no es cualquier cosa: sería como esperar a Godot.

—Y comprobar que todos los nombres, los propios y los comunes, además, a todos nos abrazan, a vivos y muertos, y a las cosas, las que se ven y las que se sueñan.

—La cuestión consistiría en la elección como predilección y una vida coherente con las palabras y las frases, y los textos.

—La vida de un poeta sólo podría ser la de las palabras que deja que le abracen y las que encuentra abrazando lo que fuera de él es.

 

ANTÍGONA. Por José Manuel Colubi Falcó

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Antígona delante del cadáver de Polinices

Nikiphoros Lytras

1832-1904

 

Hace casi un año y en estas mismas páginas describíamos el mito de Edipo, plasmado en el Edipo rey, la más conocida de las tragedias de Sófocles y la que más influencia ha ejercido en las literaturas europeas. Tragedia inmortal ésta, sí, pero no menos ha inmortalizado a su autor la Antígona, cuya representación (422-441 a.C.) le dio gran prestigio ya entonces, tanto que sus paisanos lo eligieron estratego o general. La obra, al igual que aquélla, ha inspirado a dramaturgos modernos, que han sabido recrear un tema siempre de actualidad: Alfieri (1783), J. Anouilh (1944), S. Espriu (1959).

         El drama tiene por escenario Tebas, donde dos hermanos, Etéocles y Polinices, se han dado muerte mutuamente en combate singular, el uno en defensa de la ciudad, que gobierna desde que su padre, Edipo, la abandonara, y el otro, mientras la ataca para alcanzar un poder que, por pacto entre hermanos, le corresponde. El regente y tío de ambos, Creonte, publica un bando por el que otorga honras fúnebres al primero, defensor de la patria, y niega, so pena de lapidación, sepultura al segundo, cuyo cuerpo será presa de perros y aves de rapiña. La orden es un ataque a la humanidad y a la piedad, pues impide que el muerto acceda al Hades, al mundo de los muertos, ya que el entierro no es más que la entrega del cuerpo a los dioses de abajo, lo que se les niega, y, a su vez, ofende a los de arriba, pues deshonra su reino con el cadáver. Y Antígona, hermana de ambos, quebranta esa prohibición.

         Llevada ante su tío, en acalorada discusión, el déspota, convencido de que encarna el poder sin límites del Estado y es su ley, ciego de una soberbia que pretende ser autoridad, no atiende a las razones que la heroína, enérgica, opone: «Las leyes no escritas y firmes de los dioses, que no son de hoy ni de ayer, sino que viven siempre y nadie sabe cuándo aparecieron». Y Antígona, que nació «no para compartir odio, sino para compartir amor (verso 523), hace frente a su destino «sin bodas, sin hijos», el mayor anhelo de una mujer; encerrada en una caverna hasta que los dioses decidan su suerte, se ahorca, y su suicidio arrastra el de su prometido, Hemón, hijo de Creonte, y el de la madre, Eurídice; tres cadáveres que caen, a una, sobre el tirano.

 

EDIPO. Por José Manuel Colubi Falcó

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Edipo y la esfinge

Gustave Moreau

1826-1898

 

No creo equivocarme si afirmo que no hay mito griego que haya alcanzado tanta fortuna como el de Edipo. Desde que Sófocles compusiera sus dos inmortales tragedias (Edipo rey, Edipo en Colono) está presente en las literaturas europeas: latina (Séneca), francesa (Corneille, Voltaire, Gide, Cocteau), inglesa, italiana, española (Martínez de la Rosa); además, el psicoanálisis recurre a él para explicar la tesis de la atracción erótica que el niño siente por la madre y la repulsión por el padre (complejo de Edipo).

         El mito es muy conocido: Layo, rey de Tebas, ha desoído el mandato del oráculo: «No engendres un hijo, cuyo destino será matarte y casarse con tu mujer y madre suya, de la que obtendrá descendencia», y, para obviar el vaticinio, ordena matar al niño. Mas el criado, compasivo, lo expone colgado por los pies de un árbol (de ahí su nombre, Edipo, «de pies hinchados») a la vista de un pastor, que lo lleva a los reyes de Corinto. Educado allí y obsesionado porque un compañero le ha llamado expósito, marcha a Delfos, donde el oráculo le revela su destino. Edipo emprende la ruta contraria y, en una disputa, mata a un viejo —Layo, su padre, a quien no conoce— y su cortejo, salvo un servidor, que escapa, y libera a Tebas de la Esfinge descifrando su enigma (es el hombre el animal de cuatro, dos y tres patas); sube al trono y con la reina, Yocasta, su madre, tiene cuatro hijos. Luego, durante la peste, prorrumpe, ignorante, en imprecaciones contra el asesinato de Layo y proclama su búsqueda hasta que, en una sucesión de escenas de gran dramatismo, es desvelado el secreto: un emisario corintio le revela que es expósito y que fue recogido por él en Tebas, y también el siervo que le expuso y que logró huir cuando mató a Layo. Yocasta se suicida, Edipo vacía sus ojos con un broche y sale de Tebas para errar por el mundo hasta su muerte en Colono. ¿Es Edipo símbolo del hombre juguete del Hado? ¿Dónde está la libertad, dónde la responsabilidad? ¿Lo es de la eterna e inmerecida infelicidad humana? «Lo mejor —dice el coro— es no haber nacido, o volver cuanto antes allá de donde uno ha venido». Idea muy cara a la lírica: así Teognis. Y recordemos también a Calderón: «Pues el delito mayor/ del hombre es haber nacido».

 

OIGO LLEGAR A LA GALAXIA. Poema de Lauro Gandul Verdún

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EL PERRO. Por José Manuel Colubi Falcó


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Diógenes buscando hombres honestos

Johann Heinrich Wilhelm Tischbein

1751-1829

 

Diógenes, apodado Perro, es el más famoso de la secta de los cínicos o perrunos, de aquellos filósofos que predican con la palabra y el ejemplo una existencia acorde con la naturaleza, semejante a la que vive el perro —de ahí su nombre, cínicos, derivado de kyon, perro—, sin necesidades, que no hacen sino atar al hombre y mermar o anular su más preciado don: la libertad.

         La libertad preside su vida y, según él, se alcanza mediante la virtud, en la que distingue la voluntad y su realización por la acción. En la misma ve una función doble, en cuanto que afecta al interior y al exterior; por la primera, el hombre llega a la apátheia, apatía, liberación de los impulsos y pasiones; por la segunda, a la autarquía, autosuficiencia frente a tantas necesidades que se le crean o lo esclavizan. Todo ello lo conseguirá mediante el ejercicio o ascesis. Es la libertad absoluta, a la que no afecta ni siquiera la Fortuna. Ocioso es decir que no admite el Estado y que, consecuente con sus ideas, se siente cosmopolita, ciudadano del mundo.

         Irónico, pugnaz, sobrio, Diógenes es héroe de infinitas leyendas. Sin Estado, sin casa, sin patria, mendigo, vagabundo, con un vivir de cada día, cuando Alejandro Magno le visita, él, tumbado delante del tonel que le sirve de vivienda, dice al rey: «Apártate, que me tapas el sol»; si ve a un niño beber formando un cuenco con sus manos, arroja de la mochila su escudilla y exclama: «Un niño me ha ganado en sobriedad»; puesto a la venta como esclavo, llama la atención del vocero y le dice: «Di: “¿quién quiere comprar un amo?”, no: “¿quién quiere comprar un esclavo?”»; y añade: «Véndeme a éste, que necesita un amo». Así fue, para bien de los hijos del comprador, cuyo preceptor sería. Cuando se le pregunta qué animal muerde más perniciosamente, responde: «De los salvajes, el calumniador; de los domésticos, el adulador»; si se le dice que muchos se burlan de él, no se siente burlado —así la burla es ineficaz—, como tampoco molesto porque los hombres socorran a los mendigos y no a los filósofos: «Porque ser mendigos bien lo esperan, pero no hacerse filósofos».Y la más célebre: a mediodía, en una plaza concurrida, con un candil en la mano busca un hombre: hay gente, pero no hombres, porque no son libres.

 

ADONIS. Por José Manuel Colubi Falcó

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Muerte de Adonis

Luca Giordano

1634-1705

 

«Ése se cree un adonis» es frase que he oído o leído más de una vez de boca de alguna chica o de un personaje de novela, sin que su interpretación, habida cuenta del contexto, planteara dificultades. No obstante, ¿qué es ser un adonis? El DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) da la respuesta: «Joven hermoso», y añade el porqué: «Por alusión a la hermosura de Adonis, personaje mitológico». Y a continuación, dentro de la misma familia, otra entrada: Adonizarse: «Embellecerse como un adonis». Antes, en otras, Adónico, Adonio, ya nos ha remitido a Verso adónico, el último de la estrofa sáfica. Y ¿quién fue este jovencito tan hermoso y atractivo? Sobre su origen e historia hay tesis diversas (griego de Chipre o sirio), mas lo sustancias de su leyenda —con alguna variación en los personajes— es lo que sigue:

 

         Mirra (o Esmirna) es hija de un rey (Tías o Cíniras), de quien ella, por maldición de Afrodita, está enamorada; con la ayuda del aya Hipólita logra satisfacer su incestuoso deseo y yace durante once noches con aquél. Mas en la duodécima, el rey y padre suyo se da cuenta del engaño y, enfurecido, quiere matar a la hija, pero Afrodita la protege metamorfoseándola en árbol (el árbol de la mirra). De este árbol, cuya corteza se abre a los diez meses, nace un niño sumamente hermoso y atractivo, Adonis, de quien la diosa del amor queda prendada. Y encomienda su crianza, ¡grave error!, a Perséfone o Proserpina, que, enamorada también del joven, se niega a devolverlo cuando aquélla lo reclama. La contienda, por fin, es zanjada por Zeus: Adonis pasaría un tercio del año con Perséfone, otro tercio con Afrodita y el tercero con la que él quisiera (recuérdese el mito de Deméter). Y él elige a la diosa del amor, la Venus romana. Devoto de la caza y amorosamente cuidado por su divina amante, muere herido por un jabalí en una cacería, sin que la diosa, que acude a socorrerlo y se pincha un pie, pueda evitarlo. De las lágrimas de la diosa nacerán las rosas, coloreadas por la sangre causada por la espina clavada en su pie; de las gotas de sangre de Adonis, las anémonas, y del llanto de Mirra, las lágrimas de mirra, tan apreciadas por los antiguos, no en vano fue uno de los presentes que los Magos ofrecieron al recién nacido Jesús.

 

LOS GENES VISIONARIOS. De la serie «RECORTES», Nº 77. Por Pablo Romero Gabella (con pintura de Rafael Luna)

 

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«La ex edil de Educación ha señalado en su escrito de dimisión que siempre ha creído que “existe un fuerte componente genético en el socialismo”. Se ve que todo el problema intelectual de los andaluces está en que quieren saber sin leer. Aquí se ve que la gente quisiera saber qué es el mundo  y el socialismo; pero lo quisieran saber por una conversación, no por una lectura».

[Palabras de la ex concejala del PSOE de Alcalá de Guadaíra, Ana Belén González en «Los dos ex ediles de Alcalá contra las “formas” de Limones», El Mundo (Andalucía), 4 de agosto de 2013 / Pío Baroja, Los visionarios, Madrid, 1974, pág. 254 (1ª ed. 1932)]

 

VICENTE PIÑA GONZÁLEZ (1906-1989). Por Lauro Gandul Verdún y Olga Duarte Piña

 
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Vicente Piña González

—Talabartero, entelador de aviones y músico—

(Foto: Oranzman, Sevilla, años veinte)

 

Fue su predilección un instrumento musical de viento, hecho de cobre, de perforación cónica, con llaves y con tres o seis pistones, que si son más de tres se toca con ambas manos, llamado bugle, o bombardino bajo, o bombardón, o tuba. Conocido también como el contrabajo de los metales. Es el más grande de los instrumentos de metal. A veces puede pesar más de veinte kilos. Usado especialmente en las bandas de música, donde va a desempeñar el papel de bajo, por lo que también se le denomina así.

 

Siendo un muchacho aprendió a tocarlo. No sabemos porqué eligió este instrumento, pero sí que los Expedito lo llamaron para formar, a principios de los treinta, la Orquesta Hollywood y la Banda Obrera. Uno de ellos, Rafael Fernández Alba, pudo ser quien lo animase para que se iniciara en la música y quizá quien le aconsejara el bajo como instrumento. Corpulencia y altura no le faltaban para portarlo y manejarlo. Una capacidad natural para la música le permitió aprender solo, aunque en algún momento recibiera ocasionales lecciones de un profesor de música de la Banda Municipal de Sevilla que él mismo se costeara, y sobre todo debió aprender mucha música por su gran amistad con Rafael, Pepe y Expedito Fernández Alba. 

 

Tocó en veladas y fiestas en el Hotel Oromana o en el cine del Pere-Gil; en pasacalles y conciertos en Alcalá de Guadaíra, y en pueblos a los que viajaba con la Orquesta o con la Banda. En el reverso de una de las postales de La Voz de Alcalá de octubre de 1998, García Rivero escribe que «en los primeros años treinta, el baile “fino o agarrao”, como se le llamó entonces, llegó con gran fuerza a nuestro Alcalá: los pasodobles, tangos, valses y “foxtro”, se fueron introduciendo con entusiasmo entre la juventud y un grupo de jóvenes y muy buenos músicos del pueblo organizaron la Orquesta Hollywood(…) Constituyeron una buena muestra de entusiasmo y buena música en aquellos ilusionantes primeros años de la República.» Publicamos en este reportaje la foto que a Curro García Rivero le cedió Pepe, hijo de Expedito, que también nos ha dado permiso para incluirla en nuestro artículo. Aprovechamos para reproducir la relación de nombres de quienes aparecen en la misma identificados todos por García Rivero: de izquierda a derecha Pepe Fernández Alba con la trompeta, su hermano Rafael con el saxo tenor, Antonio Gutiérrez Medina con un banyo, Pepito Hoys a la batería, Expedito Fernández Alba tocando el saxo bajo, Enrique Valverde con el trombón y Vicente Piña González al bajo. También nos llegó de manos de Carmeli, la hija de Alfredo Aragón, una segunda fotografía de la Orquesta Hollywood donde por la izquierda se añade un músico que creemos que es Eulogio Montero Espillaque, padre de Eulogio el de Los Bombines, y en el centro, entre Antonio Gutiérrez Medina y Expedito Fernández Alba está, muy joven, Alfredo Aragón, el gran percusionista y guitarrista alcalareño. La foto probablemente la hiciera Pepito Hoys.

 

2. Orquesta Hollywood por Hoys

 Orquesta Hollywood

Foto: Pepito Hoys

1932

 

La Orquesta y la Banda se disolvieron durante la Guerra Civil. La Banda Obrera fue tachada y calumniada injustamente de hechos atroces y falsos, quizá porque triunfaban como banda de música y no soportaran sus verdugos su éxito y su reconocimiento popular. Metieron tres años en la cárcel a Rafael y a Pepe. A Expedito lo despidieron del ayuntamiento. Pero nunca dejaron de ser músicos y de hacer música. Vicente tampoco dejó su bajo. Años después ingresó en la Banda Municipal de Morón de la Frontera, pueblo vecino al que se fue a vivir con su mujer Aurora Aragón, hermana de su amigo Alfredo. En esta Banda estuvo como bajo durante los más de cuarenta años que vivió allí. Su sobrino, Curro Piña, nos cuenta que ya muy viejo seguía en la Banda portando su bajo y tocándolo, pero a duras penas sus piernas soportaban el peso de ese instrumento tan pesado y de tanto años por calles, plazas, entre la gente, en formación, haciendo música.    

 

Vicente Piña González nació en una accesoria en la calle La Mina, de una casa de vecinos cuya fachada daba al desaparecido mercado de abastos de la verdura, hoy plaza del Cabildo. Su madre era sastra y su padre guarnicionero. Fueron cinco hermanos y una hermana. La hermana ayudaba a la madre como planchadora y los varones aprendieron el oficio del padre. Panaderos y arrieros sabían muy bien dónde quedaba aquella accesoria de los Piño, porque era un conocido taller donde se hacían arreos y colleras para las bestias de carga, serones, angarillas, espuertas, jardas… Todo lo necesario para el acarreo y el reparto del pan, de la harina, del  trigo. Vicente nació en una familia de artesanos. Trabajaban el cuero, el esparto y la lona. Tenían una reputación enorme y no daban abasto a tanta demanda por parte de las muchas panaderías que entonces había en Alcalá. Como sus cuatro hermanos, sus únicos estudios fueron los de primaria en los Salesianos. Como él, dos de ellos, Manolo y Juan, también entraron en la Banda Obrera como saxofón y trombón respectivamente, aunque después de la desaparición de ésta sólo continuó con la música Vicente. Artesanos fueron la mayoría de los que formaron parte de la Banda. Siguiendo a García Rivero en sus Orígenes e Historias de Alcalá de Guadaíra (1997), salvo un empleado del ayuntamiento, otro de banco, otro de Eléctrica del Águila y un comerciante, el resto eran zapateros, carpinteros, panaderos, caleros, horneros, guarnicioneros, toneleros,… y todos músicos. Rafael Fernández Alba con veintipocos años fue el Maestro de la Banda. Nos dice Pepe de Expedito que Rafael enseñó desde su banquilla de zapatero a casi todos los músicos de la Banda Obrera.

 

6. Foto de la Banda Municipal años 20
Banda Municipal de Alcalá de Guadaíra

(años veinte)

 

 5. La Banda Obrera 1935

La Banda Obrera

Plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda

1935

 

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 Banda Municipal de Morón de la Frontera

1947

 

Coincidiendo con los últimos momentos de la Banda, Vicente Piña entró en Tablada como entelador de aviones. Se manejó desde que era aprendiz en el taller de su padre con las lonas con las que forraban los aperos que hacían. El desarrollo de esa habilidad le sirvió para aplicarla a ese trabajo suyo, necesario en una época en la que el fuselaje de muchos aviones aún no era metálico, sino de una especie de tela rígida, parecida a la lona, con la que se forraba el esqueleto de la nave. En Tablada conoce a un verdadero artista de la tapicería, un gitano del que se hace amigo y del que aprende las primeras técnicas de dicho oficio por el que se entusiasma más que por la propia guarnicionería. En Tablada estuvo durante diez años. De allí lo trasladaron a la base española de Morón donde entró con el mismo trabajo de entelador que hacía en Sevilla. Cuando ya dejaron los aviones de fabricarse con el entelado de sus fuselajes, Vicente tuvo que hacer unos cursos para luego colocarse en un puesto de plegador de paracaídas en el que se mantuvo hasta su jubilación en los setenta.

 

Vicente en su taller Morón

 Vicente Piña en la tapicería de Morón de la Frontera

 

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Sillón tapizado en el taller de la calle Arquillo

Morón de la Frontera

 

En Morón vivió muchos años en la calle Arquillo en una casa de vecinos donde además montó un pequeño taller de tapicero. Hacía sofás, sillones, cortinas, galerías, colchas, forraba con telas marcos para cuadros, espejos, y destacaba en la técnica del capitoné o acolchado. Su trabajo en la base lo simultaneaba con su condición de artesano. Toda su vida lo fue también. Pareciera como si no lo hiciera por dinero, quizá porque es cierto que no necesitaba hacerlo para vivir, pues se mantenía de su trabajo en la base. Su artesanía era realmente voluntaria y en su ejecución Vicente disfrutaba de lo que hacía. Con el dinero que ganaba se compraba todos los discos de música clásica que se iban editando. Era muy aficionado a pasar horas escuchando esta música. También era muy aficionado a la fotografía, en la que le inició su gran amigo Pepito Hoys, y llegó a tener su propio laboratorio de revelado y un puñado de buenas cámaras. Fue un hombre al que le interesaba sobremanera hacer lo que hacía y hacerlo bien hecho. Los sofás de Vicente Piña en Morón están como el primer día en las casas donde los han conservado. Tenía una selecta clientela que no le metía prisa y cuyos encargos él se tomaba con tanta seriedad como la destreza que había desarrollado desde que su padre lo enseñara en la talabartería alcalareña. Se podría decir que ponía cariño y técnica en los trabajos que aceptaba. Como artesano y músico fue un hombre paciente e ingenioso. Decía el director de la Banda Municipal de Morón, Francisco Martínez Quesada, que, cuando a fines de los cuarenta, conoció a Vicente como bajo nunca antes había visto soplar la boquilla de la tuba con un primor como el que Vicente ponía, que parecía que no tocaba el instrumento, porque apenas se le inflaban los carrillos. Su sobrina Salud Piña recuerda que, siendo ella muy niña, Vicente pasaba horas y horas ensayando frente a un espejo en una habitación apartada de la casa de la calle La Mina. Curro Piña con dieciséis años se fue a vivir con sus tíos Vicente y Aurora a Morón. El primer día que llegó a la casa de la calle Arquillo su tío le indicó dónde estaba su cuarto. Cuando Curro entró en la habitación se asustó porque le pareció que en la cama había alguien: tapado estaba el bajo de su tío Vicente. Curro también nos refiere una comparación: su tío tocaba el bajo como si besara a una mujer. 

 

4 Tuba

Dibujo de una tuba

                 (Enciclopedia Larousse)

 

Fue gran amigo del guitarrista Diego el del Gastor, del que cuentan que no le tocaba a los señoritos ni a nadie al que no quisiera tocarle. Les unía un sentido íntimo del uso de la música, su surgir entre muy pocos que se entienden muy bien, la comunicación con las palabras cabales y los silencios sólo explicables desde esa discreta magia que suscitan los hechos del arte. Aunque Vicente no fuera un hombre especialmente relacionado con el flamenco, cultivó esta amistad con Diego, del que además fue vecino en la calle Arquillo. Vecino de la calle también era Andújar el zapatero, bombista de la Banda Municipal de Morón. En la banquilla de Andújar se juntaban los tres a tratar de música y allí dicen que el del Gastor llegó a dar los sones que no había dado en su vida, nunca, en ninguna reunión flamenca.

 

En aquella otra banquilla de Rafael Fernández Alba en las Corachas de Alcalá, muchos años antes, también trataron de música aquellos que entonces eran unos muchachos.  

 

Una vez en el Casino de Morón, sobre el año setenta y tres, tocaron y cantaron Los Bombines. Curro Piña llevó a su tío Vicente al concierto. En el grupo estaba el hijo de Eulogio Montero Espillaque, uno de los miembros de la Banda Obrera. En algún momento tocaron por Los Beatles. Vicente se emocionó, quizá porque le vinieran a la memoria aquellos años de la Orquesta Hollywood.