YA NO PODÍA MÁS (*). Por Urbano Uribe de Urvando (1959-1986)

El ángel ebrio
(1948)
Akira Kurosawa
1910-1998

Me pasaba desde chico, pero cuando la madurez me alcanzó la cosa llegó a extremos que nunca antes pude sospechar. De hecho, durante la adolescencia y la juventud mantuve la esperanza, cada vez más ansiosa a medida que pasaban los años, de que como mucho a los treinta me vería librado de esa carga, por momentos más y más pesada.

—¿Tú sabes si el corcho flota?

—Hombre, si lo echas en agua sí.

*

O esto:

—¿Tú te has fumado alguna vez un puro de enea?

—Eso no se puede fumar, ni se hacen puros de enea.

*

Y esto:

—¿Tú sabes lo que vale un peine?

—¿No lo voy a saber, si me compro uno todos los días menos los domingos?

*

También esto:

—¿Por qué las cosas tienen cada una un nombre?

—Para que los más torpes sepan qué es cada cosa.

*

Y así un año, y otro. Así un día, y el siguiente, y el otro… Es como ir por un sendero inacabable, sin saber adónde conduce, con el Sol dándote fuerte y el piso lleno de guijarros que tienes que pisar inevitablemente.

—¿Por qué te caes si pisas una cáscara de plátano?

—Porque estabas de pie.

*

—¿Tú sabes si los relojes saben la hora que es?

—Los que están en hora sí.

*

—¿Para qué se ponen las mariposas en las páginas de un libro?

—Ellas no se ponen, las ponemos nosotros para que nunca puedan volver a volar, ni siquiera en sueños.

*

Tengo que confesarlo: cada vez estaba más hastiado; soportar la situación sobrepasaba mis fuerzas. Y como algunas, muchas veces, decir fuerza es lo mismo que afirmar voluntad, decidí acabar con aquello.

—¿Por qué, si está más cerca del Sol, hace más frío en la montaña que en el llano?

—Porque al Sol le dan miedo las alturas, y se retrae.

*

―¿Por qué se dice eso de que «la cara es el espejo del alma»?

―Porque los espejos son muy engañosos.

*

—¿Por qué nunca pasa lo que uno quiere?

—Porque siempre quiere uno lo imposible.

*

Entonces le hundí el cuchillo en la boca del estómago. «¿Por qué?», alcanzó a musitar; «¡Ah!», le respondí. Y se acabaron las respuestas absurdas a mis razonables preguntas.

(Tomado de la declaración de Mariano Sánchez Luque, el 23 de Marzo de 1979, entre las 15.00 y las 19.30 horas, en el Juzgado de Guardia de Sevilla)

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(*) Este es otro de los textos de Urbano Uribe de Urvando que he encontrado, como los suyos anteriormente publicados en «CARMINA», entre los papeles de Alberto González Cáceres. He de decirte, Olga, que mi búsqueda y selección entre las montañas de papeles empieza a ver su final: sólo me queda, calculo, algo menos ¡del ochenta por ciento! ¿Crees que viviré para culminar la tarea? (Y el negro Afonso no me ayuda en absoluto; sólo se presenta, puntual, a la hora de comer. Así que el que se ve negro soy yo). Mario Cortés.

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