Dibujos de Rafael Luna
2009
Yo voy a escribir unas líneas sobre este particular haciendo consideraciones, que las haría cualquier persona que sea trabajadora de verdad… y no trabajante (eso es, para mí, el que hace como que trabaja). Vaya por delante una sentencia cargada de perogrullismo: trabajar cuesta trabajo. Ahora bien, yo creo que cualquier trabajo lleva aparejada la vocación –sea en lo que sea- o llamada a la solidaridad, debida a los demás, y la correspondencia a una sociedad que nos necesita. Mi trabajo, para mí, no tiene más compensación –aparte de la económica- que la construcción esmerada y cuidadosa del edificio cultural e intelectual de mucha juventud trabajadora y a la vez estudiosa. Si lo hago con esmero siento que estoy haciendo hombres (o mujeres) mejores. ¿Acaso es poca satisfacción? No quiero más que verme recordado sino porque no pasé estérilmente por los campos del espíritu de tanta gente. No creo que haya que inventarse medallas, porque esto es proponer la recompensa facilona y es como premiar lo que, en definitiva, es una obligación. Siempre nos estamos inventando las fórmulas para comprar al hombre: Medallas, comisiones, primas y todo tipo de chantajes a la voluntad limpia y pura que éste tiene. Yo no quiero más medallas que un… pasó por aquí y prendados los dejó de su hermosura.