Posts from septiembre 2009.

SOBRE LAS COPAS DE LOS PINOS EL AZUL DEL CIELO POCO ANTES DE ANOCHECER. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (2009).

pinos y azul 1

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pinos y azul 2

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pinos y azul 3

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pinos y azul 4

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UN CUADRO DE TIA PELTZ (ÓLEO SOBRE LIENZO). Tal vez de los años sesenta.

tia peltz 1

(Colección particular).

ROPA TENDIDA EN OPORTO (CUADERNO DE CONDEIXA). 3 fotografías de Lauro Gandul Verdún (2009).

oporto 1 (ropa tendida)

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oporto 2 (ropa tendida)

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oporto 3 (ropa tendida)

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NENÚFARES. Óleo de Vilma Graciela Martínez Rivera (2004).

vilma 1

GACELAS (TINTA SOBRE PAPEL). Un cuadro de François Mafoua.

gacelas (F. Mafoua)

(Colección particular)

CARMONENSES MÁS ALLÁ DE LA MUERTE (SERIE CARAS). Fotografías de Lauro Gandul Verdún (Museo de Carmona, 2009).

 

LAS ZAPATILLAS DE JULIA. Fotografías de Olga Duarte Piña (2009).

las zapatillas de julia 1

las zapatillas de julia 2

BUZONES DE SIBIU. Fotografía de Lauro Gandul Verdún (Rumanía, 2009).

Buzones de Sibiu 2005

PRESENTACIÓN DE «CRÓNICA DE PARÍS»-Serie Libretos de CARMINA nº 3 (de Lauro Gandul Verdún). Dos fotografías de Enrique Sánchez Díaz (Pizzería Chao-Chao, Alcalá de Guadaíra, 14-6-2009)

 

 

A.L.A. abre el acto con un epílogo

(al fondo los músicos de «Crónica de París»

Alberto Gutiérrez y Xopi (de izquierda a derecha)

 

 

 

 

(De izquierda a derecha) Alberto Gutiérrez, Xopi,

 Manuel Núñez Barral, Lauro Gandul Verdún

y Antonio Luis Albás y de Langa

 

 

ÍCAROS. Por Enrique Martín Ferrera, Mayo 2009.

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M. Chagall
La Caída de Ícaro (Marc Chagall, 1975 – Centro Georges Pompidou de París)

 

El sombrero del ilusionista estaba vacío.

The Crack-Up
(F. Scott Fitzgerald)

Todo se agrietó.

La cera de las alas siempre termina derritiéndose.

Más que la caída, y su dolor, se hace insoportable este runrún de derrota y ruina, casi apocalíptico, que nos llega, como un susurro interminable, en cualquier sitio y a todas horas; esta cantinela que extienden quienes hace muy poco vitoreaban los altos vuelos de tantos Ícaros. Ahora, como Pedro, niegan conocerles, y disimulan vociferando negros vaticinios para un futuro sin esplendores.

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G. Chini
Ícaro (Galileo Chini, 1907 -Roma, Colección particular)

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Desmañados ante ese porvenir pedestre, vagan sin norte, arrastrando los pies, millones de Ícaros en busca, no de otras alas, sino de unos simples zapatos con los que poder seguir su camino.

Porque nos enseñaron que este mundo no pertenece a quienes vuelan bajo.

Porque les creímos cuando nos dijeron que la sencillez, la humildad y el fracaso carecen de dignidad.

Porque alimentaron nuestro hedonismo más grosero.

Porque nos hablaron de la fugacidad de la vida, no al modo de un Séneca o un Montaigne, sino exhibiendo en la otra mano la mercancía que debíamos adquirir.

Porque nos hicieron necesario lo innecesario, inoculándonos en las venas el placentero veneno del consumo más feroz y desmedido.

Porque nos mostraron como gozar de su tecnología, las bondades del último grito en teléfono móvil, lo imprescindible de una pantalla plana para la caja -no tan tonta- de las manipulaciones; y nos hicieron ver las ventajas de desechar los modelos adquiridos el año anterior, ya obsoletos e ineficaces para despertar la envidia del vecino, ese otro sanísimo placer.

Matisse
Ícaro (Henri Matisse, 1944 – Metropolitan Museum, New York)

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Porque nos hicieron creer que podríamos saciar siempre la sed en inagotables manantiales, y que el ahorro ha sido siempre una palabra malsonante que sólo encaja en los chistes de catalanes: para qué hormiga pudiendo ser cigarra.

Porque impusieron la idea del esfuerzo como cosa de necios, encumbrando la sabrosa receta de los logros fáciles y rápidos.

Porque el flautista de Hamelín no quiere hombres, sino ejércitos de ratones que sigan su música, una única música.

Porque la libertad obliga a algo tan, tan molesto: cuestionar la uniformidad que nos impone el pensamiento único, poner en tela de juicio lo políticamente correcto, reflexionar como individuos y tomar decisiones por nuestra cuenta y riesgo…

Porque en el camino renunciamos a ser libres para abrazar la fe de los prosélitos.

Porque elevaron a los altares, como modernos héroes a imitar, a nuestros millonarios deportistas más televisivos, a los cocineros que escriben libros sobre la reconstrucción de la tortilla, a los concursantes del último “reality show”…

Porque hace demasiado tiempo que unos cuantos montaron este burdel, y casi todos aceptamos, dócilmente, ser sus putas.

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M. D. Guerra
Ícaro (Manuel Domínguez Guerra)

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