VICENTE NÚÑEZ XVI: Fragmentos. Antonio Luis Albás, (2014)

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   Pero me llama la atención que todo este mundo pueda convivir junto con el de las tabernas, con las mesas de juego del dominó… con el mundo de tu pueblo…

Sí, es curioso lo que dices, pero eso también revela que los textos existenciales tienen una pesantez y una sintaxis no del todo conocida, ni sabida, ni asumida, ni estudiada; se impone por el espíritu sintáctico ordenador, ordenativo, que era el sujeto, el verbo y el predicado…

Una sintaxis no es mas que una voluntad de orden, eso se revela en una taberna… se impone; la voluntad de sintaxis… la desorganización de los elementos que están dispersos en cualquier ámbito pueden ser ordenados con una expresión superior a los de la literatura. La literatura ahí ya no tiene ahí nada que decir; se revela otro orden, otro lenguaje, otro discurso, otra lectura del texto de la vida. Las faltas garrafales pueden ser, en ese contexto, grandes éxitos de lenguaje, de expresión, de cinematografía, de posibilidad, de frescor, de comunicación.

Ahora mismo lo estoy yo percibiendo, qué duda cabe, no a través del silencio que se impone como un paréntesis obligado, sino de lo que intuyo y entreveo que hay dentro de ese paréntesis… que quizá tú no percibas porque no vives aquí, no frecuentas este bar. Ése paréntesis no está vacío, está lleno de un texto. Y hay un paréntesis sin duda, y de qué calibre; quizá irrepetible, quizá único o por lo menos irrepetible. Las irrepetibilidades imponen textos. Luego se ensueñan. Y el sueño lo borra todo. No. No lo borra, ¿del todo no… verdad?; ¿tú qué opinas?. Lo recrea. ¿Lo recrea…?

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