Todo está mustio y frío en esta tarde lánguida.
Vanas rosas de otoño vagan lejos. Diríase
que de un olvido al beso resucitan murientes.
Todo de ti está pálido, todo expira más triste.
Que era eterno el sendero creíamos del bosque
tan oscuro y tan hondo que intensamente amábamos.
Ya no hay tarde ni hay rosas, ni bosque. Todo es sombra.
Todo muere en nosotros. Todo se acaba y pesa.
Altas torres de niebla que adivinamos, cúpulas
falsamente ofreciéndonos raros reinos ligeros.
Todo fue un sueño iluso. Todo fue una hermosura.
Todo en nosotros muere. Todo se apaga y pasa.
[Vicente Núñez, Ocaso en Poley (1982),
incluido en Poesía (1954-1990).
Edita Excma. Diputación Provincial de Córdoba.
Pág. 140.
Córdoba 1994]