[«Canto a la libertad» de José Antonio Labordeta (1935-2010)]
Queridos:
Os adjunto un texto que me ha enviado desde Harvard (allí se ha plantado, en busca de cosas de los hermanos Benjamin y James Franklin) el profesor Visus Masveo; ése que, como ya sabéis, descubrió, entre otros, al poetastro local José Cuevas del Río (1581-1613). Pues de éste es el texto. Y de éste podéis hacer lo que queráis. Si «CARMINA» contuviera un espacio para «chuminales y chochales recuperadas del Siglo de Oro», qué duda cabe de que esas rimas de Cuevas del Río obtendrían (éstas sí que sí) matrícula de honor. Pero menos mal que no tiene «CARMINA» sección de tan malsano carácter. Si os traspaso el texto es porque hace referencia a la libertad: a una forma de entenderla, de usarla y… creo yo que de desperdiciarla; pero ya se sabe que hay gente para todo (menos para lo que tiene que haber).
Rafael Rodríguez González
2010
LIBERTAD Y VENGANZA
(FRAGMENTO)
No es para gozar de tiernos vinos,
tampoco del lúbrico escondite,
que ansía el reo el fin de su sino:
sueña, febril, la hora del desquite.
Para él, la libertad ha de llegar
hecha revancha, que no es ardite.
¡Qué fácil es declamar sobre ella!
¡Qué lindo resultará todo ello!
Pero yo me veo falto de aquélla
sin que deba ser motivo aquello
que una vez sin quererlo yo causé,
y que aunque dañino fui, ya lo sé,
fue natural y lógico destello
de la voz que dijo ¡así ha de ser!
Ya fenezco casi, mas no renuncio
a que luego de tan fatal veintena
yo también pueda lanzar mi anuncio:
¡Aquí estoy, cumplida ya la pena
de no tener libertad ni justicia,
y sufrir a cuál más feroz sevicia:
la de ser preso de viles cadenas
o la de oír :goza de sus caricias!
Ya me anima la mortal venganza
a derramar sangre y asaduras;
deseo, sí, que no conozcan bonanza;
que sus vidas sean crueles quemaduras;
que sufran de perennes privaciones;
que lo imposible sean sus pasiones.
Y en vano clamen por una cura
al corroer la sarna sus corazones.
Ya en mí la libertad conseguida,
mi entereza ya recuperada,
que den las dos por acabar perdidas
esos que las mías guardan vedadas,
esos que mi juventud han mermado,
esos por los que mis sueños, alados,
mudaron en pavesas dispersadas
por un viento lúgubre y callado.
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PRA NÃO DIZER QUE NÃO FALEI DAS FLORES (CAMINHANDO). Geraldo Vandré (1968)
TE QUIERO [DE «POEMAS DE OTROS (1973-1974)»]. Mario Benedetti (1920-2009)
POR DESGRACIA… (*). Alberto González Cáceres (Alcalá, 1953-Monsaraz, 2009)
A SERGUÉI ESENIN. Poema de Vladimiro Vladímirovich Maiakovski (1926)