La visita al hospital
1845-1928
En el comienzo eran dos: el médico y el paciente. Más adelante por aquello, que algunos seguimos llamando progreso, fueron uniéndose otros integrantes: primero el Estado y más adelante el complejo empresarial-farmacéutico. De dúo a cuarteto. La música comenzaba a sonar bien: sanidad pública «desde la cuna hasta la tumba», en palabras de uno de los creadores del Sistema Nacional de Salud Británico en 1945 (Ken Loach le ha dedicado un interesante documental —al que le sobra la soflama final del «empoderamiento»— titulado El espíritu del 45).
En la España de la farsa democrática del turnismo de principios del siglo XX, se creó el Instituto Nacional de Previsión (INP). No era más que un remedo del ensayo del Estado del Bienestar que idearía Bismarck en la Alemania del II Reich. Eso sí, un sistema del bienestar con casco prusiano.
En este sentido (y seguimos con señores que usan gorra de plato) en la España del Franquismo se fue urdiendo un cuasi sistema de seguridad social y de sanidad pública de carácter mutualista, que tuvo su mayor expansión en los años del desarrollismo final (y del landismo) de los años 70. El médico del seguro sería su paradigma.
La democracia que inauguró Suárez trajo el comienzo de un verdadero Sistema Nacional de Sanidad (SNS) y de los órganos e instituciones sociales públicas que regulaban unos ámbitos antes ignotos a la acción pública en nuestra nación: la asistencia y seguridad sociales. Nacía el Instituto Nacional de Salud (INSALUD).
El desarrollo del Estado autonómico en las dos décadas finales del siglo XX conllevaría la descentralización de la aún púber sanidad pública española. De este modo fueron naciendo los 17 sistemas de sanidad públicos, los cuales hoy, por desgracia, padecemos (por cierto, buen nombre para un nuevo partido, sindicato o asociación). En esto estábamos cuando llegó la Gran Crisis de 2008. El Estado del Bienestar, que en otros países llevaba funcionando 50 años y en España apenas tres décadas, fue cuestionado muy seriamente por dudarse de su sostenibilidad financiera. Ya ni en la cuna y ni en la tumba. Los españoles nos vimos metidos en el vórtice autonómico y en el de las privatizaciones cada vez que pedíamos un número para nuestro médico, el del seguro. Del cuarteto hemos pasado, de nuevo, al dúo (en forma de copago, forma fina de decir a escote) o de un trío, según se mire el color autonómico que se padezca. Y contra ese mal no hay medicina que valga.
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«DE MEDICIS ET PROFESSORIBUS». Por José Manuel Colubi Falcó
¿GALENO, O PODENCO?. Suave diatriba de un (im)paciente dolido. Por Rafael Rodríguez González (2009)
Me encanta la pintura que habéis puesto.Gracias.
Posted by Pablo Romero Gabella on marzo 11th, 2015.
Gracias a ti, amigo, por allegarnos tus textos para CARMINA.
LGV
Posted by Carmina on marzo 11th, 2015.