«A.C.M.» («ALCALÁ COMUNICACIÓN MUNICIPAL»): TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA CLASE OCIOSA. Por Pablo Romero Gabella

 

LimonesenelSenado

Antonio Gutiérrez Limones

 

A finales del siglo XIX el singular pensador y sociólogo norteamericano Thorstein Veblen (1857-1929) escribió un libro hoy poco recordado; nos referimos a Teoría de la clase ociosa (1899). En él estudiaba a la nueva élite nacida de la revolución industrial que él denominaba «clase ociosa». Eran los años en EEUU de los robber  barons (señores ladrones) tales como A. Carnagie, J.P. Morgan, J.D. Rockefeller o W.R. Hearst. Para Veblen la nueva élite era una vuelta a lo que llamaba «cultura bárbara» que identificaba con el feudalismo. Una clase básicamente alejada de todo lo relacionado con utilidad y productividad y centrada en actividades elevadas como la caza, la guerra, el deporte y el poder (política). Frente a ellos estaba la clase de los productores que realizaban menesteres indignos y denigrantes. Estos neo-bárbaros difundían la idea de que podían ser ricos y poderosos sin trabajar, y esa virtud se convirtió en un referente esencial para la sociedad. Además su elemento central era su modelo económico que no era otro que la depredación, expoliando al resto de la sociedad. En esos mismos años otro sociólogo, el italiano Gaetano Mosca (1858-1941), se refirió a algo muy parecido en su famoso libro La clase política (1896). Los políticos como clase ociosa, ¿les suena de algo?

            Las recientes noticias acerca de la gestión del alcalde de la empresa municipal y pública Alcalá Comunicación Municipal nos hablan de un rasgo consustancial a la clase ociosa: la depredación. A.C.M. es un ejemplo de depredación social. Un agujero negro que ha engullido millones de euros y que ahora la Justicia debe dilucidar qué de delito y qué de incompetencia hay en ello. No es ocioso que la empresa de la que hablamos se dedicara a la comunicación. Pero ¿comunicar qué? Pues simplemente lo excelsos que son los gobernantes municipales, lo elevado y digno de su trabajo en pro de la comunidad. Un bucle de autoafirmación que cada vez se alejaba más del mundo productivo y que se centraba en su mundo virtual, como en «Matrix». Volviendo a la época de Veblen, recordemos que uno de los grandes robber barons fue el magnate de la prensa Hearst, que Orson Welles convirtió en mito en Ciudadano Kane y que nos demuestra el papel de los medios de comunicación en nuestras sociedades ociosas. En Alcalá, A.C.M. era la puerta a ese mundo virtual que denomino como «El Limonato», un modelo de gestión que no dudaría en llamar «ocioso», por lo improductivo, depredador y alejado de la realidad. En cuanto a lo de fraudulento habrá que esperar el dictado de la Ciega Señora. Terminemos con Veble:

          «El recurso al fraude, en cualquier forma y bajo cualquier legitimación proporcionada por la ley o la costumbre, es expresión de un hábito mental radicalmente egoísta.»

 

2 comments.

  1. Vaya, parece que corren malos tiempos para los políticos. Ya nadie les cree, así intenten comunicarlo por radio y televisión. Personalmente no creo en esta nueva aristocracia, cada vez menos. Deberían poner nuevas reglas del juego para que los ciudadanos confiáramos en la democracia.Como que la limitación de los mandatos y que eliminen la puerta giratoria. Además, tendrían que cuidar más a la clase media, a la que vapulean en favor de las grandes multinacionales a las que les hacen guiños continuamente. Y por supuesto, que la separación de poderes sea efectiva.
    Digo yo.

  2. Dices bien…corren malos tiempos para los (malos) políticos, los que viven de la política exclusivamente. Aquí está la clave, creo yo, que no tienen nada “ahí fuera”, donde hace frío, donde el resto de los mortales nos buscamos la vida. Así que se aferran al poder, porque sencillamente ese es su trabajo. Un saludo

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