HACIA UN MUNDO FELIZ DE CONSPIRANOICOS INFANTILOIDES. Por Pablo Romero Gabella

 

tejeroenelcongresodelosdiputados1981Antonio Tejero Molina en el Congreso de los Diputados

Madrid

23 de febrero de 1981

 

En el aniversario del 23-F de este año dos televisiones privadas (la Sexta y Cuatro, es decir de las dos únicas cadenas privadas: Atresmedia y Mediaset) le han dedicado a este asunto dos programas que anunciaban «importantes e impactantes descubrimientos». En la Sexta, Jordi Évole (el nuevo gurú de la iglesia progresista) nos presentaba «Operación Palace»: un falso documental que contaba que el golpe era producto del establishment democrático, el Rey y ¡José Luis Garci!. De tal forma, orquestaron la película de un golpe falso para anticiparse a los verdaderos golpistas, y esto conllevaba: utilizar de monigote a Tejero,  la entrada de España en la OTAN, la caída de Adolfo Suárez y que Garci ganara un Óscar. A la bufonada de Évole se unieron políticos como Leguina, Anasagasti, Rojas Marcos o Mayor Zaragoza; periodistas como Fernando Ónega o Iñaki Gabilondo y, claro está, el propio Garci. El objetivo del programa no era otro que hacernos pensar y  saber «qué ocurrió realmente el 23-F».

…………Mediaset utilizó al programa «Cuarto milenio» de Íker Jiménez para su propuesta, que se centró en las «teorías de la conspiración». Todo se dirimió en una serie de debates de pretendidos especialistas (ex-espías, masones activos y durmientes, especialistas en la «teoría de la conspiración» y el ubicuo director de un revista de parapsicología). El resultado: una jerigonza donde se mezclaba la muerte de Prim, la masonería, la conspiración judeo-masónica, los asesinatos de Cánovas, Canalejas y Dato, la muerte del duque de Cádiz y no sé que más porque no pude aguantar las dos impactantes horas del programa que anunciaba Íker.

…………La oferta televisiva ante el aniversario de un hecho histórico es acorde a lo que hoy entendemos por historia: un divertimento más. Un espectáculo de consumo de usar y tirar. La prueba está que Canal Historia, que pretende ser un canal especializado, dedica casi toda su programación a los alienígenas y a las casas de empeño norteamericanas. Esa es la divulgación histórica que tenemos, no hay otra. Lo que hicieron la Sexta y Cuatro no fue más que eso. No debemos culparles, es la basura cultural que estamos promoviendo y consumiendo. Évole intentó darle un toque al estilo guerra de los mundos de Orson Welles y le quedó una parodia postmoderna de La Clave de Balbín. En un país donde los conocimientos educativos están ya en niveles preocupantes no me extrañaría que muchos de los televidentes se creyeran (y seguro que alguno se lo seguirá creyendo cuando escribo esto) la broma.  Internet hará el resto. Es más, alguno que no haya terminado el programa se acostaría pensado que todo es producto de una conspiración…, y de inmediato lo tuiteará, guaseará y lo expondrá en su muro de Facebook. La conspiranoia está servida. Todos los cambios, revoluciones, golpes de Estado son producto de una gigantesca conspiración, nos venían a decir los de «Cuarto Milenio» bajo la mirada circunspecta de Íker Jiménez.

…………Y es que el tema de la conspiración en una sociedad con tan bajo conocimiento histórico es preocupante. Ya no me es extraño encontrar conocidos que me hablan de que todos los males que nos azotan vienen de la conspiración del Club Bilderberg. Sin querer, poco a poco, con esta cultura basura, estamos cayendo en algo parecido a la conspiración judeo masónica de la que tanto hablaba Franco. A fuerza de consumir subproductos culturales como los libros de Dan Browm y similares (El Código Da Vinci) acabaremos creyendo en la teoría de la conspiración. Una teoría que no es nueva, sus cimientos están en la literatura reaccionaria contraria a la revolución francesa que comenzó el abate Barruel (que por cierto, tuvo gran predicamento en esta nuestra España) y continuó durante todo el siglo XIX y XX de mano de ocultistas y demás ralea que tuvo como consecuencia panfletos repugnantes como «Los protocolos de los Sabios del Sión». Fue ésta una obra apócrifa creada por la policía política del zar, Ochrana, para descalificar a la oposición liberal tras la Revolución de 1905. En dichos pretendidos documentos se decía que existía (y se demostraba con pretendidos documentos) una internacional secreta sionista cuyo objetivo era la dominación mundial. Aún hoy hay quién lo cree y hasta no hace mucho se publicaba  a pesar de ser desmontada por el historiador Norman Cohn en una monografía de la que nadie habla en estos pretendidos programas de investigación histórica (El mito de la conspiración judía mundial, 1970, publicada en España por Alianza). Estas ideas fueron ampliamente difundidas por una subliteratura de quiosco muy popular en la Europa de los años 20 y 30, con obras como la del intelectual racista Houston Steward Chamberlain (Los fundamentos del siglo XIX de 1899). Una literatura que fue ampliamente utilizada por los nazis para asentar científicamente sus teorías, tal como hizo el que se considera uno de sus ideólogos Alfred Rosemberg en El mito del siglo XX (1930); quien, recordemos fue condenado a la horca en los juicios de Nuremberg en 1946. De aquellas extravagantes ideas teñidas de pretendido carácter científico (darwinismo social), ocultismo  y misticismo salió  aquella atrocidad que fue el Holocausto.

…………Nuestro solar patrio no fue extraño a tal fenómeno. El historiador británico Herbert R. Southwort antes de morir en 1999, dejó escrita su obra El lavado de cerebro de Francisco Franco. Conspiración y guerra civil (Ed. Crítica, Barcelona, 2000) donde desmantelaba uno de los mitos creadores del 18 de julio: la existencia de una conspiración comunista en la España de 1936 que justificaba el Alzamiento. Durante mucho tiempo ciertos historiadores y propagandistas dieron crédito a unos documentos que demostraban un plan preciso de dominación comunista y que resultaron ser unas burdas manipulaciones a posteri que aparecieron en lugares tales como ¡una maceta en Lora del Río! Como puede ver el lector el modelo de Los Protocolos era evidente. También Southwort demostraba cómo Franco y otros militares golpistas eran suscriptores de los boletines de la «Entente contre la Troisième Intenacionale» desde finales de los años 20 hasta el mismo año 1936. Es decir, eran activos consumidores de esta subliteratura del mito de una conspiración judeo-masónica a la que se añadiría el comunismo. Este pastiche sirvió al Franquismo hasta sus últimos días como justificación, tal como hizo Franco en su último discurso en la Plaza de Oriente el 1 de octubre de 1975.

…………La particular aportación hispánica a esta delirante teoría de la conspiración fue su insistencia en papel de la masonería. A ella se debía el siniestro plan de la anti-España, afrancesada, comunista y a la vez satánica, por destruir a la verdadera España tradicional y católica. Tal engrudo intelectual ya ha sido ampliamente estudiado y desmontado por historiadores como J. A. Ferrer Benimeli en obras como El contubernio judeo-masónico-comunista (Ed. Itsmo, Madrid, 1982). Sin embargo aún hoy se sigue presentando, en nuestras televisiones (como hizo el propio Íker Jiménez en el ya citado programa), como obras de referencia sobre el tema la de Masonería (1952, reeditada en 1982) de un tal Joaquin Bor, seudónimo que encubría al propio Franco. Ni una palabra de estudios de historiadores que hemos citado. Y es que, como escribió Ray Brabdury en Farenheit 451, la gente no lee, prefiere divertirse.

…………Esto mismo quisieron hacer Evolé y similares bajo el pretendido pretexto de hacernos pensar cuando hacían lo contrario: confundir al personal, seguir intoxicarnos con subhistoria aunque sus intenciones eran pretendidamente progresistas. En este sentido tenía razón lo que expresó en  dicho programa Iñaki Gabilondo sobre lo fácil que era manipular la historia, y eso mismo hizo él, sin pretenderlo quiero pensar, al participar en esa inocente bufonada. Y es que toda la manipulación no solo proviene los pío moas de turno.

…………Hoy más que nunca es necesario, inmersos en este mundo de exceso de información  digital sin contrastar, apostar por el pensamiento histórico que, en palabras del filósofo Javier Gomá, diferencia a un hombre culto de otro inculto y, por tanto, manipulable («¡Sor-pre-sa!», El País (Babelia), 19 febrero de 2012). De lo contrario estamos formando un mundo en el cual todo parece estar dirigido por ocultos y poderosos conspiradores culpables de todo frente a una infantil masa anómica que no tiene ni capacidad de cambiar las cosas ni responsabilidad ninguna en lo que acontece.

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