El grito
Edvard Munch
1893
—Nada en el hacer, que es el ser mismo, es verdaderamente separable, aunque el ser venga integrado por lo complejo o lo diverso.
—Otra etimología: Para los griegos alétheia significa ‘verdad’. Lo que es verdad no se ha de olvidar: verdad y memoria coincidirían en una palabra sola.
—Por cierto, todo dar es una suerte de querer. Lo que egresa, regresa para ingresar, y así sucesivamente.
—Sin embargo, sufrimos habitualmente la trivialidad del mundo. Lo trivial es realidad social degradada. Una forma de negación de lo social, aunque constitutivamente conformada por los materiales de lo social. No fundamentado en la axiología, lo trivial es un ámbito humano desolado.
—Pero nos queda la voz. No creo que exista un sonido más bello que el de la voz humana. Articulada por la palabra no es diferenciable del silencio porque es él, y viceversa. La verdadera voz humana no suena, o sólo puede sonar a silencio.
—¿Y si ésta sólo es un grito?
—Habremos de apiadarnos del que sufre, desentrañando su queja para poder escuchar su dolor. Es el lenguaje que emplea la muerte en su hambre de nosotros. Pero las palabras son las mismas: para todos ululan en la voz del silencio infinito…