LA CREACIÓN DEL UNIVERSO (Génesis 1; 2, 1-4)

elorigendelmundoGUSTAVOCOURBET1866

El origen del mundo

Gustavo Courbet

(1819-1877)

 


1     Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas.

 

         Dijo Dios: «Haya luz»; y hubo luz. Y vio Dios ser buena la luz, y la separó de las tinieblas; y a la luz llamó día, y a las tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero.

 

         Dijo luego Dios: «Haya firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras», y así fue. E hizo Dios el firmamento, separando aguas de aguas, las que estaban debajo del firmamento de las que estaban sobre el firmamento. Y vio Dios ser bueno. Llamó Dios al firmamento cielo, y hubo tarde y mañana, segundo día.

 

         Dijo luego: «Júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos, y aparezca lo seco». Así se hizo; y se juntaron las aguas de debajo de los cielos en sus lugares y apareció lo seco; y a lo seco llamó Dios tierra, y a la reunión de las aguas, mares. Y vio Dios ser bueno.

 

         Dijo luego: «Haga brotar la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles frutales cada uno con su fruto, según su especie, y con su simiente, sobre la tierra». Y así fue. Y produjo la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles de fruto con semilla cada uno. Vio Dios ser bueno; y hubo tarde y mañana, día tercero.

 

         Dijo luego Dios: «Haya en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche, y servir de señales a estaciones, días y años; y luzcan en el firmamento de los cielos, para alumbrar la tierra». Y así fue. Hizo Dios los dos grandes luminares, el mayor para presidir el día, y el menor para presidir la noche, y las estrellas; y los puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra y presidir al día y a la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios ser bueno, y hubo tarde y mañana, día cuarto.

 

         Dijo luego Dios: «Hiervan de animales las aguas y vuelen sobre la tierra aves bajo el firmamento de los cielos». Y así fue.

 

         Y creó Dios los grandes monstruos del agua y todos los animales que bullen en ella, según su especie, y todas las aves aladas, según su especie. Y vio Dios ser bueno, y los bendijo, diciendo: «Procread y multiplicaos y henchid las aguas del mar, y multiplíquense sobre la tierra las aves. Y hubo tarde y mañana, día quinto.

 

         Dijo luego Dios: «Brote la tierra seres animados según su especie, ganados, reptiles y bestias de la tierra según su especie». Y así fue. Hizo Dios todas las bestias de la tierra según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios ser bueno.

 

         Díjose entonces Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella». Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y lo creó macho y hembra; y los bendijo Dios, diciéndoles: «Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra». Dijo también Dios: «Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre la haz de la tierra toda, y cuantos árboles producen fruto de simiente, para que todos os sirvan de alimento. También a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todos los vivientes que sobre la tierra están y se mueven les doy para comida cuanto de verde hierba la tierra produce». Y así fue. Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho, y hubo tarde y mañana, día sexto. (Gén. 1)

 

 

 

2     Así fueron acabados los cielos y la tierra y todo su cortejo. Y rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el séptimo día de cuanto hiciera; y bendijo al día séptimo y lo santificó, porque en él descansó Dios de cuanto había creado y hecho.

 

         Este es el origen de los cielos y la tierra cuando fueron creados.

 

(Gén. 2, 1-4)

 

7 comments.

  1. Eso no se lo cree Gustavo ni de coña!.

    A.L.

  2. Estimado A.L., no puedes negar que hay un paralelismo entre el título del texto y el de la pintura. No es culpa del pintor que hayamos elegido este cuadro para adornar el texto, aunque creemos que cabe la posibilidad de que, por el título creado para la tela, el artista del realismo decimonónico hubiera tenido en cuenta estos versículos del Génesis.

    L.

  3. Perdonad, pero no me sitúo, ¿se trata de un autorretrato?

  4. ¿Te refieres al cuadro o al texto? Desde luego creo que la pintura no: no creo que sea la cara de Courbet.

    L.

  5. No se trata de lo que tú creas, ni yo, ni nadie: ¿por qué no podía el tal Courbet, al que por cierto nadie me ha presentado, verse o querer verse así? ¿No es acaso algo muy parecido a por donde fue arrojado a este mundo? Quizás quería volver por el mismo sitio, o verse semejante a lo que atrae a tanta gente, y… Hay gente pa tó, como dijo el Divino Calvo.

  6. Bueno, ya los comentaristas se han centrado bastante en la vulva de Gustavo. ¿Cuándo van a ofrecer sus ideas en sus palabras sobre mi Palabra?

    Dios

  7. Pues en mi caso es bien sencillo. Pero antes diré que quien sea que se auto titula Dios incurre, en el caso de creer en la existencia del personaje, sea Alá o el que veneran los judíos y los cristianos (y con independencia del cajón de sastre que arrastran las religiones, cada una con más trajes que una compañía de teatro), en flagrante y abominable sacrilegio. Por lo demás decirte, Dios (me entra la risa), que los humanos judeocristianos, y los musulmanes (que viene a ser lo mismo), llevan miles de años dándole vueltas al asunto. Se trata del mayor entretenimiento, divertido y sádico, según, inventado por la Humanidad. En realidad, si no hubiera sido ese habría sido otro.

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