Existen hombres y mujeres capaces y valientes. No voy a dar nombres (hay que protegerles). ¿Pero cómo investirlos de poder? Más importante aún: ¿se sostendrían?
«Esto no hay quien lo arregle». Es lo más oído en la calle, en las fábricas que quedan, en las universidades, en las colas del paro. ¿Entonces? ¿Seguiremos instalados en la hiperestafa, en el macrodesfalco, en la superfarsa, sin conservar derecho alguno, es decir, inertes e inermes bajo la dictadura? ¿Hay que seguir alimentando la sensación de impotencia, la realidad de ser siervos y de ser nulos en política? Es muy probable, sí, hay que admitirlo. De hecho, nos aproximamos a la oscuridad más absoluta a la velocidad de la luz. Si así sucede no será porque los que dominan el cotarro no estén dando pie a que se origine la revuelta, pero… Veamos algunas cuestiones.
Dejemos sentado que los banqueros alemanes y de otros países, incluida España (y en consecuencia sus respectivos Estados), son los principales dominadores, a los que acompañan, como la caspa al pelo, los encumbrados políticos (muchos son lombrices intestinales, o sanguijuelas sin fines curativos). Pero no nos equivoquemos: eso del 99% frente al 1% es una ilusión; como mucho, una visión teórica basada en potencialidades teóricas. Y en deseos explicables. El análisis concreto de la realidad concreta nos indica que al servicio, directo o indirecto, de esos dominadores, hay un conjunto de personas, individual o colectivamente tomadas, que constituyen una fortificación, muy sólida por lo general, del orden establecido.
Por otra parte, téngase en cuenta que los siameses sindicales no paran de exigir (en realidad de suplicar) pactos, como si a estas alturas tuviesen algún resto de poder y los pactos alguna vez hubiesen servido para algo (a los de abajo, digo). Y que tanto Rubalcaba como Cayo Lara, en sus apariciones televisivas, exhiben su complicidad con lo que hay: si un Gobierno no es directamente corrupto tiene derecho a imponer a la población cuantos sacrificios considere. ¡Eso es lo que en realidad dicen! Del PSOE, ¡qué decir!, y lo de IU suena a lo que es: claudicación total y definitiva. En los dos: verborrea pura y simple. ¡Qué panorama! Y, para colmo, la corrupción más encandalosa centrándolo todo, cuando la corrupción está en el ADN del Sistema, impregnándolo de arriba a abajo y siempre.
Hasta es posible que existan conspiraciones en más de una dirección, tendentes a una «solución» aparentemente «tranquilizadora».
De modo que no hay forma de lograr un Gobierno de Salvación como no sea que la mayor parte del pueblo haga que los poderes se plieguen a la apertura de un proceso constituyente que ponga los problemas sobre el tapete a la vista de todos. Y, luego, que ese pueblo verdadero sostenga a ese Gobierno si se sostiene en su cometido. Pero, ¿cómo y a costa de qué sacrificios?
Contaba Manuel Sacristán, uno de esos sabios que la Humanidad produce de tarde en tarde, que Hugo de San Víctor, hace ochocientos años, abría su Dialéctica recordando a los lectores que la gente hablaba antes de que hubiera gramática, y que razonaba antes de que existieran tratados de lógica. Metáforas como esa están hechas para aplicarse.