AGONÍA Y ÉXTASIS DE PROGRESAR SIN CERRAR LOS OJOS. De la serie «RECORTES», Nº 44. Por Pablo Romero Gabella

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Tumba del papa Julio II
Miguel Ángel
1475-1564

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A María…

«La Red está muy bien pero la Humanidad echa de menos abrazar carnes, rehacerse en su labor de hacer cosas con las manos y entenderlas con el ruido del corazón. Aquellos bloques estaban destinados a formar parte de su tema de los Cautivos para la tumba de Julio II. Daba vueltas alrededor de los macizos mármoles, con un punzón en la mano, haciendo saltar trocitos de la piedra aquí y allá para familiarizarse con la densidad de la masa. Únicamente con el martillo y el cincel le era posible captar el peso interior, la profundidad con que podía penetrar. También él vivía fuera del imperio del tiempo y el espacio como esos semidioses que surgían, retorciéndose en espirales, de los bloques que los aprisionaban. Esculpió incansablemente todo el otoño y el invierno. Por la noche se arroja sobre el lecho completamente vestido. Despertaba después de un par de horas de profundo sueño, encendía una vela y volvía al trabajo, cincelando los frentes de sus figuras, perforando agujeros entre las dos piernas, modelando los cuatro cuerpos con cinceles afilados. Quería que los cuatro gigantes cobrasen vida al mismo tiempo. En primavera, se inclinaban ante su fuerza superior, su potente impulso, el enérgico martillo y el penetrante cincel, que creaban cuatro semidioses paganos para sostener la tumba de un pontífice cristiano. La materia recobra así su prestigio natural tras haberla perdido, en el vértigo invisible del computador. No se trata en fin, de volver atrás sino de progresar sin cerrar los ojos.»

[Vicente Verdú, «El placer de ser tú», El País 3 de noviembre de 2012/ Irving Stone, La agonía y el éxtasis, Madrid, 2006, págs. 504-505 (1ª ed. inglés 1961)]

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