BULIS Y ESPERQUIS. Por José Manuel Colubi Falcó

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Persépolis vista desde el sur
Jean Chardin
1643-1713

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Esparta, Lacedemonia, Laconia, así se ha conocido, y se conoce, a aquella gran pólis, ciudad-estado, que simbolizó, entre los griegos, una de las dos visiones antagónicas del mundo y del hombre. Admirado por unos y denostado por otros, su régimen dicen que fue obra del legendario Licurgo, cuyas leyes forjaron ciudadanos fuertes, sobrios, sufridos, dispuestos siempre a engrandecer la patria, incluso agresivamente, y a dar la vida por ella. Sólo eran soldados; parcos en palabras, de habla lacónica, frugales, sometidos a una disciplina férrea, de ellos cuéntanse, para bien y para mal, múltiples anécdotas, ingeniosas muchas y todas ilustrativas de su carácter.

…………De su laconismo hay numerosas muestras; he aquí dos, que, sin ser las más significativas, sí son de las más ingeniosas; las cuenta Plutarco, en sus Máximas de los espartanos, y ambas fustigan la adicción a la oratoria propia, tan de hoy, de ayer y de mañana. Según la primera, unos embajadores samios que habían pronunciado un discurso muy largo recibieron de los espartanos como respuesta: «Lo primero lo hemos olvidado; lo último no lo hemos comprendido por haber olvidado lo primero.» La segunda insiste en lo mismo: un orador había extendido mucho su discurso y cuando solicitó respuestas a los espartanos para notificarlas a sus mandantes obtuvo la siguiente: «Anuncia que a duras penas cesaste de hablar y nosotros a duras penas cesamos de oírte.»

…………Bulis y Esperquis, cuya historia cuenta Plutarco, son el exponente del amor de los espartanos a su patria. Llegados, voluntariamente, a la corte del persa Jerjes para sufrir la pena en que había incurrido Esparta, según un oráculo, por haber matado a unos heraldos del rey, invitaron a éste a que hiciera de ellos, que representaban a los lacedemonios, lo que quisiera. Admirado el monarca, los dejó libres, rogándoles, además, que se quedaran junto a él. «¿Cómo podríamos vivir aquí —dijeron— abandonando patria, leyes y a esos hombres por quienes recorrimos tan largo camino para morir?» Como el general Indarnes dijera que tendrían el mismo honor que los amigos del rey más eminentes, tuvo que oír: «Nos pareces ignorar cuán gran bien es la libertad, que ningún hombre sensato cambiaría por el reino de los persas.»

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ESPARTA. Por José Manuel Colubi Falcó

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