TRIBONIANO. Por José Manuel Colubi Falcó

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En la carrera de Derecho, de cinco cursos, sin especialidades —a Dios gracias— en mis tiempos de estudiante, el primero servía de propedéutica, excelente, para los siguientes, y entre sus disciplinas, cuatro, contábase el Derecho Romano, cuya obra cumbre es el Corpus Iuris Civilis.

…………Este Cuerpo de Derecho Civil, publicado entre 529 y 534 bajo el patrocinio de Justiniano (482-565), comprende las Instituciones de este emperador, el Digesto o Pandectas (conjunto de extractos de los juristas antiguos) y el Código Justiniano, a los que hay que añadir las Novelas o leyes nuevas promulgadas con posterioridad. Su patrocinador fue, ciertamente, Justiniano, pero su alma mater un panfilio llamado Triboniano, nombre sagrado dentro de la tradición jurídica universal, de gran prestigio y rigor en un campo, el de las leyes, muy cultivados por los romanos siempre, hasta hoy.

…………Todavía recuerdo el gran respeto, y hasta veneración, con que era pronunciado su nombre en las clases magistrales. Y con razón, pues él, con su gran capacidad de organización y su inigualable pericia en la elaboración de las leyes, fue pieza clave, decisiva, para la composición de tan magna obra jurídica. Abogado en la prefectura de Oriente, llegó a ser maestre de Oficios y cuestor del Sacro Palacio, es decir, encargado de la redacción de las leyes aprobadas en el Consistorio Sacro del emperador romano en Constantinopla.

…………De gran cultura, exquisita amabilidad y dulce trato, no parece, sin embargo, que su moralidad fuera ejemplar, si hemos de creer a Procopio de Cesarea (Historia de las guerras: Guerra persa I xxvi, 11, 16, 17, xxv 1-2; Historia secreta xiii, 12, xx 16-17) cuando dice: «Triboniano, de linaje panfilio, era paredro del emperador, al que los romanos llaman cuestor […] Triboniano valíase de sus dotes naturales y en cultura llegó hasta lo más alto, no siendo inferior a ninguno de los de su tiempo; pero endemoniadamente entregado a la codicia, siempre era capaz de vender el derecho, y en cuanto a las leyes, cada día, desde muchísimo tiempo antes, abolía unas y redactaba otras, vendiendo una y otra a quienes lo solicitaban según su necesidad.»

…………Vaya en descargo suyo que, cuando era de su interés, redactaba nuevas leyes y no retorcía los términos de las vigentes para que hoy dijeran blanco lo que ayer decían negro. Él sabía hacerlas. ¡Vaya si sabía! En los tiempos hodiernos no se ve tanta destreza ni capacidad legislativas.

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