Revisando el diario de Sandra Dugan, para extraer otro fragmento que pudiéramos publicar en esta revista[ESCAPARATE], encontramos una fotografía junto a una hoja suelta con el poema. Justo en las páginas donde están guardados aparece el relato de su estancia en Moscú. Sabemos que permaneció allí por tres años, desde 1994 a 1997, trabajando en la biblioteca del departamento de español de la universidad de Lomonósov.
«En el mes de agosto se empezaron a vender los libros de la biblioteca. Las autoridades universitarias habían anunciado que no tenían fondos y pretendían hacer dinero poniendo en venta los libros con los que los distintos departamentos habían ido formando sus bibliotecas.
»Recibí una llamada telefónica para que fuera seleccionando aquellos que podían incluirse en lotes y sacarse a subasta. También los que pudieran venderse a los interesados que se acercaran por allí. Esa tarde salí de la universidad disgustada. Al pie de la escalinata una vieja me ofreció una matrioska, que por unos rublos compré. Me pareció hermoso el color azul que la decoraba y los trazos blancos que la dibujaban. Cuando la abrí vi que sólo tenía tres piezas, faltando el resto. Presentí que esas tres piezas eran los tres años que yo ya había pasado en Moscú.
»La avenida tan rectilínea que siempre me conduce a mi casa hoy se hunde bajo mis pies. Siento que Moscú se acaba para mí.»
Este apunte está escrito detrás del poema no datado. Intuimos que al estar junto a la foto podemos pensar que fue escrito en ese verano último de Sandra Dugan en Moscú. Algún lector avezado en poesía podría pensar que no parece el texto propio de una escritora de cincuenta y cinco años, pero ha de indicarse que la obra poética de nuestra autora, además de breve, casi toda ella consistió en poesía experimental, más propia de la vanguardia de la primera mitad del siglo pasado cuando los jóvenes poetas europeos ocupaban su tiempo tratando de encontrar nuevas formas para la expresión de la literatura, en contraposición con los postulados métricos y estéticos de la tradición clásica. Sandra Dugan siguió la tradición vanguardista.
Olga Duarte y
Lauro Gandul
1
VAN a entrar en sus avenidas
Muchos vehículos como desde hace muchos años
Muchos vehículos van a entrar en una ciudad
Cualquiera
Muchos vehículos han salido
Es de noche mas la autovía está bajo las luces
De sus focos alumbrada
Veloces pasan miles de vehículos
Por cada carril miles
Es de noche
Regresan cansados los conductores
A algunos los acompañan pasajeros
Quisieran dormir
Están fatigados del día
Pero aceleran pisando el pedal correspondiente
Aceleran fascinados como ciegos
Proyectados hacia la gran curva
Que se los traga a todos
En la ciudad cualquiera se distribuyen
Van a dormir
Rápido rápido rápido
Van a parar
Van ciegamente rápido rápido
La curva se los traga a todos
En la ciudad arde oscura la llama del viejo carbón.
2
FUEGO que quema
Sol
Fuego de carbón
Arde el carbón
Llama
Quema la hoja del sol
La hoja del uno
Rápido rápido rápido
Arde la hoja del sol
Arde la hoja del uno
Aceleradamente arden
Rápido rápido rápido
La curva se traga sin atragantarse
Como una enorme tráquea capaz
Los vehículos
Rápido rápido rápido
El viejo carbón vegetal como donde se cruzan las avenidas
Húmedos los transeúntes
El asfalto
Los vehículos ardientes
Rápido rápido rápido
Arde la hoja de las estrellas
Arde la hoja del ojo
Arde la hoja de la llave
Rápido rápido rápido
Arde la hoja de la ventana
Arde la hoja del árbol
Arde la hoja de la mano
Arde la hoja del ave
Arde la hoja del muñeco
Arde la A
Arde la hoja del coche
Arde la hoja de la mujer desnuda
Arde la hoja de la boca
Arde la hoja de la espiral
Arde la hoja del corazón
Arde la hoja del libro abierto
Arden arden arden
La hoja de la hoja
La hoja del cálculo imposible
La hoja del limón
La hoja de la botella y el vaso
Rápido rápido rápido
Arde la hoja de un dios
Arde la hoja de un garabato
Arden las avenidas húmedas
Arde el pie su hoja
Arde la música su hoja
Arde la rueda su hoja
El teléfono
Arden el león
El mar
La margarita
El 33
El 33
El 33
El 33
Rápido rápido rápido
Tan rápido como lento el pálpito de la ceniza del infinito
Noche espectralmente eléctrica
Rápido rápido rápido
Otra vez el 33
Otra vez el 33
Otra vez el 33
Arde la luz de los semáforos
De los rótulos
De los focos que alumbran desde…
***
Me atrevo a recomendar a todo el mundo que la lectura del poema de nuestra admirada Sandra Dugan la acompañen de las imágenes y la música del Homenaje a Kandinsky y Prokófiev (cuyo autor me temo que sé quién es); es la combinación soñada por los más excelsos alquimistas. Aunque reconozco que mi propuesta (y mi percepción) puede que no sea más que una extravagancia.
Posted by R.R.G. on enero 8th, 2012.
Apreciado Rafael,
Tu propuesta la vamos a cumplir. Vamos a insertar el video sobre los dos geniales rusos de la pintura y de la música con nuestra Sandra Dugan, su 33 y su apunte en el reverso de la foto. Seguro que a ella le gustaría inmensamente disfrutar viendo y escuchando a Kandinsky y a Prokófiev en «CARMINA».
Gracias
L.
Posted by Lauro on enero 10th, 2012.
[…] «33». Poema de Sandra Dugan (Gibraltar 1942-Madrid 2001). Moscú 1994-1997 […]
Posted by «CARMINA» Blog Literario — AQUEL RAFAEL QUE CONOCÍ UNA TARDE EN MOSCÚ. Por Sandra Dugan (Gibraltar 1942-Madrid 2001) on junio 4th, 2016.
[…] «33». Poema de Sandra Dugan (Gibraltar 1942-Madrid 2001). Moscú 1994-1997 […]
Posted by «CARMINA» Blog Literario — «PROYECTO 33». POEMA DE SANDRA DUGAN. Por Xopi y Lauro Gandul Verdún (2013) on enero 28th, 2018.