MILAGROS DE JESÚS NIÑO. Por José Manuel Colubi Falcó

San José con el Niño Jesús
Vicente Berdusán y Osorio
(1632–1697)

En los Evangelios apócrifos (B.A.C. 148), entre los apócrifos de la infancia se cuenta el llamado Libro sobre la infancia del Salvador, en latín, cuyos parágrafos 1 y 2 traduzco:

            «Sucedió en un tiempo que muchos niños seguían a Jesús y jugaban con él. Pero cierto padre de familia, muy airado porque su hijo corría con Jesús, lo encarceló para que no siguiera más a Jesús, en una torre muy fuerte y sólida, donde no había una sola abertura ni entrada alguna salvo la puerta y una ventana solamente, estrechísima, para que entrara un tantito de luz, y la puerta, escondida y además sellada. Y sucedió al padre de familia y se hizo que uno de los días retrocedió allí Jesús con los niños que con él jugaban. Al oírlo el chico encarcelado, llamó por la ventana diciendo: “Jesús, compañero queridísimo, he oído tu voz, mi alma ha aplaudido y me he sentido reconfortado. ¿Por qué me dejas encerrado?”. Vuelto hacia él, Jesús dijo: “Extiéndeme una mano o un dedo tuyo por el agujero.” Y habiéndolo hecho, Jesús aprehendió su mano y por la muy estrecha ventana extrajo al niño, que le siguió. Y Jesús le dijo: “Reconoce el poder de Dios y cuenta en tu vejez lo que Dios te hizo en tu puericia.” Habiéndolo visto el padre de familia, primero él se acercó a la puerta y lo vio todo escondido y sellado y a gritos protestó diciendo que era un fantasma; y sus ojos estaban cerrados para que no reconociera el poder divino.

            »El mismo padre de familia, el sumo entre los magistrados de la sinagoga y los fariseos, escribas y doctores, se quejó a José de Jesús, de que hizo nuevas maravillas entre el pueblo, de suerte que ya era venerado como Dios, y exaltándose dijo: “He aquí que nuestros niños, de los que uno es hijo mío, siguen a Jesús hasta el campo de Sicar”. Y airado cogió una fusta para golpear a Jesús, y persiguió a Jesús hasta un monte al que subyace de un lado una planicie de habas. Y Jesús esquivó su furor y dio un salto desde los montes, desde la cresta, hasta un lugar que dista del monte cuanto el arco arroja la saeta. Y queriendo los otros niños seguirle con un salto similar, al precipitarse en seguida se rompieron las piernas, los brazos, los cuellos. Y, habiéndose producido por eso una grave queja ante María y José, Jesús los sanó a todos y los devolvió más validos. Cuando lo hubo visto el archisinagogo, el padre, ciertamente, del niño encarcelado, a una con todos los que estaban presentes viéndolo, a un tiempo adoraron a Dios Adonay. Y el lugar en el que Jesús dio el salto hasta hoy se llama “Salto del Señor”.»

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