– Como soy pobre no tengo ni nombre ni pasado. Igual que la canción de Atahualpa Yupanqui: «Preguntan de dónde soy/ Y no sé qué responder/ De tanto no tener nada/ No tengo ni de adonde ser».
– ¡Pero de este destino nos han de arrancar! ¡Reivindico radicalmente mi cultura de pobre!
– Antes hay que derogar la que sólo viene autorizada por la arbitrariedad del poder dominante.
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– Sin raíces y sin fe, expulsados de la historia, sobreviven en la geografía.
– ¿Sobreviven?
– Sólo solos. Porque la palabra en los vastos espacios, donde el viento borra su huella y deja la tierra desnuda, apenas puede sostener al ser con escasos vínculos.
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– Sólo aceptando la soledad puede el yo resistir la opresión. Sólo ese yo se adecúa a la acción literaria.
– Claro: Una literatura contra biografía.
– No: Según la biografía, nunca la psicología. Te hablo de hechos, es decir, de pura desposesión del yo.
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– La cultura dominante no es culta porque es sierva de la tiranía o de la democracia mercantilizada.
– Entonces ¿por qué se la designa como cultura?
– Porque cada régimen tiene sus propios bufones enmascarados de artistas y cubiertos de privilegios y concesiones.