– Llegó de tan lejos que todos creían que guardaba un secreto, extraño e incomprensible.
– ¿Por qué?
– Porque era como un aventurero que regresara de ultramar.
– ¿Y el secreto?
– Ya te lo desvelará si lo conoces. El afán de saber es de los niños.
– ¿Qué me quieres decir, que los sabios no lo tienen porque no son niños?
– No. Porque sí lo son.