CÚCHARES. Por Antonio García Mora

 Francisco Arjona Herrera
Cúchares
1818-1868

«Reseña de la corrida de toros jugada en la tarde del martes último en la villa de Alcalá de Guadaira, a beneficio de su Milicia Nacional».

Así se encabezaba una noticia que apareció en el periódico sevillano El Porvenir, el uno de septiembre de 1855. La crónica taurina tenía la peculiaridad de estar versificada, lo que era norma en su autor que firmaba bajo el pseudónimo de El tío Prudencio.

            El cartel de matadores lo encabezaba Francisco Arjona Herrera, Cúchares, acompañado de Juan Lucas Blanco, torero de desdichada vida que, alcoholizado, murió en la indigencia. La cuadrilla que les acompañaba la integraban los banderilleros Lilo, Belo y el Cuco y los picadores Charpa y Calderón. El texto de la reseña taurina hace una interesante referencia a la naturaleza del coso local: «De madera es la plaza/ de dicha villa, sólida cual fuera/ de sillería/ que en los encierros/ ni una astilla ha saltado de los maderos.»La construcción de un ruedo permanente se realizaría en el tercer tercio de este siglo, en lo que hoy es la calle bailén.

            Cúchares era, por aquel entonces, un torero conocido y apreciado: «De Carmona, de Utrera,/ y de Sevilla/ la gente acudió ansiosa por ver la lidia:/ Que Curro y Lucas/ han de dar a dos toros/ la sepultura.» Su carácter, como recoge Cossío en Los Toros, era franco y desprendido, colaborando desinteresadamente en todo tipo de actos. Tanto fue así, que no pudo ahorrar suficiente para una vejez desahogada, manteniéndose en los ruedos hasta edad tardía. Las apreturas económicas le llevaron, en 1868, a contratar una serie de corridas en Cuba, de ese viaje no regresaría. Paradójicamente, no fue un toro quien acabó con su vida sino la enfermedad. En La Habana contrajo el vómito negro o fiebre amarilla y murió el cuatro de diciembre de 1868, a los cincuenta años.

            Cúchares, en uno de sus gestos de generosidad que le caracterizaban, se ofreció a jugar toros en Alcalá para financiar el equipamiento de la Milicia Nacional de la localidad. Esta institución se reinstauró con ocasión de la Revolución de 1854, que había llevado al poder a los progresistas. Francisco Arjona era partidario de los mismos, como se desprende de noticia aparecida, el 25 de agosto, en El Porvenir dando cuenta de la corrida: «Sabemos que el acreditado lidiador Francisco Arjona Guillén, ha ofrecido a la Milicia Nacional de Alcalá de Guadaira, trabajar gratis en su obsequio […]. Este rasgo patriótico no necesita comentarios, y mucho menos tratándose de un lidiador cuyas opiniones liberales o notable desprendimiento, son conocidos del público.» Es un hecho curioso, y a la vez contradictorio, que el padre de Juan Lucas Blanco hubiera muerto ajusticiado tras haber dado muerte en una reyerta a un miliciano nacional, en 1837.

            La fecha prevista, en principio, para la corrida era la del 25 de agosto. Sin embargo, compromisos de Cúchares en el Puerto de Santa María pospusieron la celebración de la misma al martes 28.

            La descripción de la lidia se inicia con una introducción que hace referencia a los tópicos conocidos sobre Alcalá y se pondera la belleza de sus mujeres, algunos de cuyos nombres se mencionan: «Si es de Alcalá/ gustoso/ el pan de hogaza/ más gustosas, sin duda/ son sus muchachas:/ Pues son más bellas/ que las flores que anuncian/ la primavera./ La de Lira y Calzada/ Malvina Pino/ otra que no conozco/ María del Trigo…» En contraposición, hace una referencia burlesca a la fealdad del alguacil que apareció en el coso: «Se presenta un alguacil,/ perdóneme si le falto,/ pero es el hombre más feo/ que en mi vida he contemplado…» Prosigue el periodista, con tono burlón, describiendo lo que el alguacil hacía: «…y haciendo genuflexiones/ y dando brincos y saltos,/ espera del presidente/ permiso para dar paso/ al cornudo caballero/ que está por salir bramando.»

            Como preámbulo a la corrida, la Milicia realizó un desfile en formación para despejar la plaza, ante el entusiasmo de los asistentes: «De su arma en el manejo/ diestra, de aspecto marcial,/ se apresta para el despejo/ la Milicia Nacional./ De un capitán a la voz,/ forman el cuadro, hacen alto,/ de el corneta una señal/ y todos marcan el paso:/ da otra señal: las parejas/ se vuelven, nuevamente/ el cuadro queda formado./ Con soltura y precisión/ tan bizarros milicianos/ ante un inmenso gentío/ el despejo practicaron./ ¡Bravo! ¡Bien! Por todas partes/ grita aquel entusiasmo…»

            En el desarrollo de la lidia se produjeron algunos percances como la cogida, sin consecuencias, de uno de los subalternos, el Cuco. Al parecer, participaron también algunos aficionados que saltaron al ruedo.

            Recoge, finalmente, la actuación de Cúchares ante el sexto de la tarde, de nombre Estornino, que recibió doce varas de los picadores y dos pares de banderillas. Cúchares, entonces, inició la faena de la muleta, que fue breve, ya que, al parecer, no le gustaba cómo se desenvolvía el animal en el ruedo. Francisco Arjona tenía fama de ser un «maestro en marrullerías […] y ventajas…», como recoge el Cossío, aunque muy simpático y popular, como se relata en la lidia del séptimo toro, llamado Silguerito: «Sonó el clarín: Curro Arjona/ cogió la espada y el trapo,/ y a Lucas se lo brindó/ ¡Viva la gracia y el garbo!/ Nadie, delante de un toro/ se pone más bien plantado./ Tres pases da naturales,/ y cinco de pecho ¡bravo!/ Cita el toro, y recibiendo/ le da, por todo lo alto/ tan excelente estocada/ que cayó muerto en el acto.»

            Del texto se desprende que la actuación de los toreros gustó al respetable. No sabemos, sin embargo, la recaudación que se obtuvo, pero no debió ser suficiente porque la crónica finaliza anunciando una nueva corrida al siguiente domingo, comprometiéndose El Tío Prudencio a relatarla. Mas de ella se hablará en otra ocasión. 

3 comments.

  1. Este «muchacho» como HISTORIADOR, apunta maneras.

  2. Enrique,

    Sabemos que sí, pero ¿qué me dices como discípulo del gran Cossío…? Necesitamos, como el comer, ¡taurómacos! ¡ Y viva la Fiesta de los Toros!

    L.

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