Batalla de las amazonas
Peter Paul Rubens
1577-1640
Siempre que oímos la palabra, inmediatamente pensamos en muchachas de ánimo varonil, decididas, que, a caballo y ataviadas con trajes que les son propios («vestidos de amazonas»), ofrecen, en conjunto con el corcel, un cuadro de extraordinaria belleza.
Hay varias teorías sobre el término: para unos, hay que buscar el origen en el nombre de una tribu iraní: ha-mazan, «guerreras»; según otros, aquél significa «mujeres-luna», que recuerda a las sacerdotisas de la Luna, en el Sureste del Mar Negro, portadoras de armas en el ejercicio de su ministerio. Sea como fuere, la etimología popular es la dominante: se llamaban amazonas porque carecían de pecho (a-mazón, «sin pecho»). ¿Por qué?
Citadas numerosas veces por las fuentes griegas, presentes en la guerra de Troya –donde su reina Pentesilea muere en lucha con Aquiles, quien admira su extraordinaria belleza-, también en los trabajos de Hércules y en las gestas de Teseo, las amazonas son hijas de Ares, dios de la guerra, y de la ninfa Harmonía, y viven en una sociedad exclusivamente femenina; desde el Cáucaso, descienden hasta el Sur y se establecen a orillas del Termodonte, en la Capadocia (Asia Menor), dedicadas a sus oficios, la guerra y la caza: luchan a caballo, manejan diestramente el arco, -y de ahí que, según el mito, se amputen o quemen el seno derecho para facilitar su manejo; de las zurdas no hay noticias-, la jabalina, el hacha, mazos, escudo, etc., hacen frecuentes incursiones en tierras ajenas, que ocupan, veneran a Ártemis, la Diana romana, la «efesia cazadora» cantada por Quevedo; gobernadoras de su sociedad, no admiten la presencia masculina ni el contacto con varón, salvo una vez al año con extranjeros de las tribus vecinas, para perpetuar la especie; pero sólo crían niñas: a los niños los matan, les quiebran los brazos, las piernas, les arrancan los ojos, o los remiten a sus padres a fin de que no sean un estorbo en sus actividades.
Representadas en el arte, en la literatura, su imagen va suavizándose en la tradición: son mujeres guerreras, sí, pero la aceptación más conocida es la que veíamos al principio. Y a lo dicho añádase que dan nombre al río más caudaloso del mundo: los expedicionarios de Francisco de Orellana han llamado Marañón al curso alto del río, y así todavía se le conoce, mas como en una aldea han de vérselas con unas mujeres guerreras, nuevamente lo bautizan con el nombre de Río de las Amazonas.
No haré ningún comentario. Podría parecer que le estoy «haciendo la pelota» a D. José Manuel.
Posted by Enrique González Arias on agosto 27th, 2011.