Su falta de raíces profundas, su larvario concepto del diálogo, lo desvaído y blancuzco de su discurso vital, lo estúpido de su conexión interpersonal, su mala literatura, en definitiva. Yo estaba cargado de lecturas filosóficas, de tentativas, quizá exageradas, de buscar vidas que me sonara a Hölderlin, Rilke, Rimbaud… Pero Madrid era un pueblo entregado a tintorros que no producían sino aburrimiento y dolor de cabeza.
En el desajuste violento que tuve con respecto a mis vivencias en Madrid parecería que me decantaba por una opción negativa, por una huida. Y hallé que no, que la textura estaba en la huida, pues así ya lo había presentido en la narrativa de los norteamericanos, en Pepis y en la prosa de Proust, a quien tanto debo.
Mi vida ha sido la historia de una decepción, salvo cuando he conectado con el efluvio permanente de lo incaptable vivo.
Y a mi, L. que ya ni siquiera eso me provoca el montilla!!!
A.L.
Posted by A.L. on julio 16th, 2011.
Cuando el montilla regrese a su origen de tintorro madrileño habrá que ver quién sea capaz de entendérselas con los ángeles (Proust, Rilke, Picasso, Chaplin…) como pudo hacerlo Vicente Núñez en Madrid, en Aguilar o en Málaga.
L.
Posted by L on julio 16th, 2011.