Como el volcán o el viento
aprendieron del mar
sus voces los hombres.
Tu mirada a mis labios sabe a luz.
A tus labios miran mis ojos
y veo voz.
La piel es el espacio.
Invisible la sangre.
La serranía lejana,
un dibujo.
La mar, aun en calma total,
nunca muda:
Es más río.
El mismo gerundio del fluir de un río
con anchura de océano.
No es surrealista
sino sobrenatural la mañana.
Mi faz la brisa acaricia
con sus finos dedos de fanal expresivo.
Se constituyen labios, ojos, piel…,
en cuerpo, en sempiterno cuerpo.