MADRIGAL ROMÁNTICO. Miguel Romero Martínez (Sevilla, 1888-1957)

 
 

 

   Soñé, mi Corazón, que te morías;

que tu boca se helaba entre mis besos,

y que todas las lágrimas del mundo

el Dolor en su copa recogiendo

las iba derramando entre sollozos

sobre la estatua, aún viva, de tu cuerpo.

 

 

   Soñé, mi Corazón, que te morías,

y para mí la tierra era un desierto…

¿Qué nueva antorcha encendería el ara?

¿Qué nuevo amor alumbraría el templo?

 

 

   Si un encanto tuviera la hermosura

que conjurara al insaciable espectro

que los espacios inferiores hinche,

transformando la vida en el misterio

inmenso y silencioso de las sombras,

serías inmortal; sería eterno

el cáliz de tu gracia, tu áurea carne,

que, en las horas de fiebre y de deseo,

deja siempre mis manos y mis labios

como llenos de flores, y mi pecho

ebrio del sol que corre por tus venas

para abrasarme en su perpetuo incendio.

Mas no te apagarás, lumbre divina.

Si de sumas potencias el decreto

es tu vida segar en plena aurora,

de tu belleza avara, en el cielo

no ha de caber la llama de tus ojos:

¡Morirían de envidia los luceros!

 

 

   En mi interior, estrella, has de encerrarte,

uniendo tu destierro a mi destierro;

y, como dos hermanas, nuestras almas

seguirán tristemente sonriendo,

a pesar de la muerte siempre juntas,

con la misma sonrisa al mismo sueño…

One comment.

  1. […] a Miguel Romero Martínez —con una antología de su obra— (1888-1957). Editado por Gráficas del Sur. Sevilla, […]

Post a comment.