ABATIDO. Poema de Tomás Valladolid Bueno

 

Foto LGV Belgrado 1988

 

   Pudimos verlo durante años

caminar con pies entrecruzados,

hastiado, y sin abrigo, malvivir la vida

campo a través de anhelos en quiebra

sendas de una vieja y finada pasión.

   Lo pudimos ver, en efecto,

abatido por la nefasta ira de los días,

que acanala su alma de abisales llagas,

sufriendo exhausto la febril bajeza

de quienes verle quieren encorvado.

   Pudimos oír, y así lo hicimos,

un vaivén de latidos espasmódicos 

marcando el paso ligero de su tiempo

cual dorado péndulo tembloroso

de un juvenil amor atenazado.

   Hasta que en una fría mañana,

de aquel  agrio y polar invierno,

descubrieron su achicados huesos

allá, en el pedregoso hontanar.

    A la batalla que nunca debió ir,

cuando vuelvan los días sin ira,

ya nos contará al oído, sin jadeos,

qué valquiria le ordenó partir.

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