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La libertad es la victoria sobre el azar. La ley debe asegurar la libertad relativa. El hombre libre pugna con el estado, pero sabe que no debe destruirlo, porque también es su aliado. La libertad absoluta es una falacia: sólo cabe en las distintas formas de totalitarismo. Estado y dios se parecen; sus administraciones se han influido recíprocamente.
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La socialdemocracia desde hace más de un cuarto de siglo ha tenido la misión de desmantelar las funciones del estado y el significado de la acción pública. Ha conseguido convertir en mercadería los grandes valores y principios de la democracia política y civil, al someterla a los grandes desvalores del liberalismo salvaje. Ha logrado simas a las que no se habrían atrevido a bajar ni los más avezados liberales.
Esto no quiere decir que yo sea liberal, sino libertario.
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