– La mujer que viste no era yo y también lo era –Arturo produjo un gesto de molesto rechazo e incomprensión –. Sé que suena extraño.
Elena se disponía a explicar algo. Él guardó en su mente la idea de que se encontrase con una neurótica, alguien con doble personalidad.
– Date cuenta de que desde que me viste, o la viste a ella, no me pudo dar tiempo a volver antes que a ti.