EL VIAJE. Una conversación. Por Enrique Martín Ferrera. Febrero 2009.
EL VIAJE
(Una conversación)
Por Enrique Martín Ferrera.
<<Con pocos, pero doctos libros juntos
Vivo en conversación con los difuntos
Y escucho con mis ojos a los muertos.>>
(Francisco de Quevedo)
E.M.F.: Si meto las manos en los bolsillos, a menudo encuentro una guija de este o aquel litoral; a veces un pétalo, ya seco, de algún sueño cumplido, o el nombre resplandeciente de un lugar por conocer. El entusiasmo fue siempre mi único equipaje: otros rostros y otras lenguas, la fragancia de lo inesperado. Y en todas partes, siempre hermanadas, fealdad y belleza; el mismo caos y una misma perfección, el mismo desconcierto y la misma plenitud. Puertos y estaciones, llegadas y partidas. Viajar, viajar, viajar…
Zenón:<<¿Quién puede ser tan insensato como para morir sin haber dado, por lo menos, una vuelta a su cárcel?>>
Baudelaire:<<Esos bellos y grandes navíos, imperceptiblemente balanceados –pavoneándose- sobre las aguas tranquilas, esos robustos navíos, con aire perezoso y nostálgico, ¿no nos dicen en una lengua muda: cuándo zarpamos para la felicidad?>>
E.M.F.: Ahora, querido Charles, la felicidad –o algo que así rotulan- se vende enlatada, para consumo del turista, ese viajero gregario y domesticado de nuestros días.
Baudelaire:<<Los viajeros de verdad son los que parten por partir, corazones ligeros, semejantes a los globos…>>
E.M.F.: Feliz aquel que puede soltar amarras, no mirar atrás y sentir el viento soplando en las velas. Llamadme Ismael…
E.Canetti:<<Los antiguos libros de viajes, ¡cómo suenan cada vez más inverosímiles, más fantásticos, más espléndidos!>>
Charles Baudelaire y Elias Canetti
E.M.F.: ¿Viajeros? Campean por el mundo los rebaños, los corderos de mirar apresurado; las piaras de exploradores de cartón piedra vestidos de “Coronel Tapioca”… Viajes de trampantojo: conozca usted Roma, Turín, Pisa, Venecia y Florencia en cinco días, reza ese folleto en el escaparate de todas las agencias.
Rilke:<<En Italia pasan como ciegos ante mil discretas bellezas para acudir a esas obras que, calificadas oficialmente como dignas de interés, les engañan a menudo, porque en vez de lograr alguna afinidad con ellas, no advierten sino la distancia que separa su despechada prisa del juicio pomposo y pedante del profesor de historia del arte, que el Baedeker respetuosamente aprueba.>>
E.M.F.: El arte es un espejo; y qué simple, grosera y embrutecida la imagen que devuelve a tantos. ¿Qué hacen allí, si realmente no les importa un bledo ni el artista ni su creación? Sería un alivio encerrar a esa muchedumbre en su hotel: las calles resultarían más transitables y algunas obras de arte tendrían más posibilidades de ser contempladas, dignamente, por otros que soñaron durante años con ese placer.
W. Benjamin:<<La expresión de quienes se pasean en las pinacotecas revela una mal disimulada decepción por el hecho de que en ellas sólo haya cuadros colgados.>>
Rainer Maria Rilke y Walter Benjamin