JORGE BONSOR Y GANDUL. Enrique González Arias

Jorge Bonsor

 

INTRODUCCIÓN

El día 12 de Junio de 1902 Juan Fernández López, socio de Jorge Bonsor, escribe en la página 109 de un libro de notas:”…Y que la estación prehistórica de la Dehesa de Gandul no solo es la mas importante de España y Europa, sino que por la abundancia de monumentos, de épocas posteriores hasta la España romana inclusive, es un libro abierto para estudiar la historia desde los primitivos pobladores hasta la caída del imperio romano” (se ha respetado la ortografía original).

            Gandul, la estrella de los yacimientos alcoreños, será el territorio de exploración al que Bonsor dedicará más tiempo, dinero y le proporcionará más beneficios, en el más amplio sentido de la palabra y en todos los órdenes. Es el yacimiento con el que cualquier arqueólogo sueña. Un territorio escasamente explotado en materia arqueológica. Casi ninguna impedimenta para excavar, si exceptuamos, las que presenta en algún momento el Marqués de Gandul, cuando exige, la mitad de todo lo que se recuperara, en una campaña programada junto con Engel en la Mesa y que tenía un presupuesto asignado de 1.000 pesetas de la época, lo que les hace desistir. Mano de obra barata. Una zona, en donde la presencia humana ininterrumpida sobre la misma, alcanza los casi cinco mil años y una estación de ferrocarril a menos de un kilómetro de los yacimientos más emblemáticos y a media hora en “faetón” o “manola” del Castillo de Luna.

 

Campamento ubicado en las proximidades de una excavación. Obsérvese, el cercado de alambre
F.0192 Legado Bonsor Archivo General de Andalucía

             Bonsor, al que no le duelen prendas denominar a los Alcores como “sus dominios arqueológicos”, verá siempre en Gandul la joya de todos ellos por las facilidades que encuentra, para llevar a cabo sus acciones extractoras. Algún propietario, le llegará a conceder venia hasta para talar olivos, si ello fuera necesario en aras de “la ciencia”.

            La actividad arqueológica, se acompaña generalmente con un componente aventurero y Gandul, también puede proporcionarlo. Pero menos. Se cocina y se come en el campo, pero nunca faltó el “té Lipton”. El polvo en los días de solano, se hace insoportable, pero en tren y en una hora, se puede estar en la Necrópolis de Carmona, en donde espera un reparador baño caliente. Existe un cierto grado de aislamiento en el campamento, pero no el suficiente como para impedir que se reciba la correspondencia de Sevilla, -que fue escrita el día anterior- a las 11 de la mañana. Se está, en definitiva, “lejos de la civilización”, pero se puede leer el “Noticiero Sevillano” publicado ese mismo día.

            Bonsor llevará a cabo en los pagos de Gandul, cuatro campañas y en casi todas ellas-excepto en la tercera-, sus descubrimientos, han quedado entre los más señeros de la arqueología española de todos los tiempos así como, también algunas de las piezas rescatadas. Muchas de ellas por desgracia, descansan y se exponen en vitrinas foráneas de mas “pa rriba” de Carmona, e incluso, del otro lado del “charco”.

 

CAMPAÑA DE 1895: LOS MARFILES DEL BENCARRÓN

El 31 de Marzo de 1895, Jorge Bonsor emprende su primera campaña en Gandul, concretamente en la zona del Bencarrón, en terrenos cedidos por D. Elías Méndez, un propietario agrícola y miembro destacado de la Sociedad Arqueológica de Carmona, que da licencia a nuestro personaje para, no solamente excavar, también, para talar árboles, si éstos pudieran representar una barrera para “la actividad científica” y que Bonsor, toma al pie de la letra, llegando a cortar, algunos olivos y pinos, que cubrían dos de los mas señalados túmulos.

            Esta primera expedición “gandulera”, se lleva a cabo en tres etapas. La primera, abarca desde el ya mencionado día 31 de Marzo de 1895 al 21 de Abril del mismo año, con un total de veintiún días de trabajo efectivo, no trabajándose el día 5 de Abril por causas del mal tiempo. En esta etapa, colaboran con Bonsor, Juan Sola un obrero de su confianza que trabaja todos los días y “otro hombre”, que lo hace durante once. Los salarios pagados ascienden a 50.50 pesetas. Los emolumentos diarios pagados a cada uno de los colaboradores, fueron de 1.75 pesetas para “el Sola” y 1.25 pesetas para el ayudante por día efectivo de labor.

            Los días 22, 23, 24 de Abril de 1895, coinciden con el Miércoles, Jueves y Viernes Santo. No se trabaja, pero los obreros, perciben sus salarios. Se reinician las labores de excavación, el día 25 de Abril-sábado-, interrumpiéndose el día 30 jueves. Un total de 6 días de trabajo, por los que se pagan 18 pesetas en concepto de salarios a los dos obreros antes mencionados. Bonsor, interrumpe los trabajos en Gandul, para fijar su atención durante unos días en Entremalo y Motilla de Ruiz Sánchez, reiniciándolos el día 20 de Mayo de 1895 y prolongándolos hasta el 30 del mismo mes, por un total de 11 días, por los cuales, sus obreros, percibirán la cantidad de 29.25 pesetas en concepto de salarios.

           En los documentos del Legado Bonsor, depositados en el Archivo General de Andalucía, no aparece ningún diario excavaciones de esta acción arqueológica (desconocemos si en poder de la familia se encuentra el documento correspondiente). Los resultados de esta campaña se conocen, por la obra “Colonies agricoles pre-romaines de la Valleé du Betis”, escrita en el año 1899. Nos indica nuestro personaje, que en el Bencarrón, se localiza un grupo de “una veintena de pequeñas elevaciones cuyas alturas oscilan entre un mínimo de un metro y un máximo de cuatro”. En realidad, se trataba de elementos tumulares de incineración simples. La cremación, se llevaba a cabo en una “fosa de incineración” y una vez consumidos los restos humanos y el combustible empleado, el conjunto se cubría con tierra.

            Sigue relatando Bonsor, que en la zona mas elevada del lugar, se ubicaban los túmulos más importantes del grupo. En número de tres, fueron explorados un par de ellos, “que casualmente, recubrían los dos tipos de sepulturas que conocemos: las de inhumación y las de incineración”. Describe a continuación, la morfología del túmulo de inhumación, complementándola, con un dibujo del “perfil” de la construcción y otro en “planta” en donde de una forma somera, se disponían la colocación de los restos óseos, entre los que identifica diez esqueletos en un deficiente estado de conservación, logrando, “salvar” algunos cráneos completos. Se trata en realidad, de una instalación de inhumación colectiva, en las que los cadáveres, se depositaron en una posición fetal unos al lado del otro. Al estar el contorno de deposición delimitado por unas losas verticales terminadas en punta, Bonsor “deduce”, que las mismas, señalaban el lugar de enterramiento. Constata, que algunos de los esqueletos, descansaban sus cabezas sobre unas piedras a modo de “almohada” y boca arriba, con lo que a medida que, retiraban las sucesivas capas de materiales, aparecían en primer lugar, la tibia y el peroné, después el fémur, los huesos de las costillas, el cráneo y una serie de vértebras. Las manos y brazos descansaban sobre el pecho. El ajuar funerario, se limitaba en la mayoría de los casos, a un plato plano ó pátera en pasta marrón o negruzca, modeladas de forma muy basta y cocida groseramente, que se ubicaban, cerca del cráneo. Los objetos antes citados, presentaban un número indeterminado de perforaciones, obturadas con unos pequeños tapones de arcilla. Se descubrió también, un pequeño recipiente con asas, que presentaba una base deprimida en forma circular.

            Sigue relatando Bonsor, que junto a un esqueleto de menor tamaño, que atribuye a una niña y que presenta sus extremidades superiores estiradas a lo largo del cuerpo, en su brazo izquierdo, se detectó la presencia de un brazalete de cobre abierto y con uno de sus extremos de mayor volumen que el otro. Así mismo, se recuperaron una serie de objetos de pequeño tamaño y que presentaban perforaciones de parte a parte. Se trataba, de las cuentas de un collar compuesto por tres conchas perforadas, una piedra aplastada de color negro, otra esférica, un fragmento de colmillo de jabalí, una espiral de cobre y, finalmente “una perla cilíndrica”. Se llevó a cabo, una operación consistente en cernir la tierra, encontrándose, amuletos de hueso y a mayor profundidad, un número indeterminado de hojas de sílex.

            El segundo de los túmulos y de acuerdo con la descripción que de él hace Bonsor tal y como nos indica un dibujo llevado a cabo por él, nos muestra la morfología de un típico túmulo de incineración, que presenta en el centro de la construcción y excavada en el “geológico”, una fosa rectangular de 0.30 metros de profundidad y en cuyo interior, presenta una losa sellada con arcilla, que a la vez, guardaba una segunda fosa también rectangular, con una longitud de 1 metro, 0.50 de ancho y 0.65 de profundidad, cuyas paredes testimonian un revoque de mortero y cal, como elemento alisador y que se conservaba en su mayoría, en el momento de su descubrimiento.

            En la fosa, aparecieron además de restos de incineración, un anillo de cobre y seis placas de marfil grabadas, sobre las que nos extenderemos en su descripción, ya que estos elementos, son unos ejemplares únicos, que colocan a Gandul, entre los yacimientos de referencia del sur de Europa. Bonsor, llevará a cabo unos dibujos de las piezas, que serán publicadas en la obra referenciada con una descripción somera de las mismas.

            La primera placa descrita, es la conocida como “El Guerrero del Bencarrón” (1). Se representa en ella, a un guerrero barbado, provisto de lanza y escudo, que cubre su cabeza con un casco apenachado y su cuerpo con una túnica con escote a “la caja”, el cual arrodillado, espera el ataque de un león, que con su pata derecha, toca la celada del personaje. El animal presenta la cabeza vuelta hacia atrás. Un “grifo”, a espaldas del guerrero, le protege, apoyando su pata delantera izquierda sobre su hombro. Junto al pie izquierdo del guerrero, aparece una flor de loto, en una clara referencia egiptizante. Las dimensiones de la tableta son de 0.127 de largo por 0.49 de ancho.

            Una segunda tablilla, la cual se halló en un estado de conversación deplorable, “no mereció la pena siquiera dibujarla”. Según es descrita, al parecer, se trata de una variación del tema anterior. En este caso, a la espalda del guerrero, se encuentra una gacela, a la cual parece proteger del ataque del león, que es repelido por el barbado personaje, que porta escudo lanza y casco. La tableta presentaba unas medidas de 0.13 de largo por 0.05 de ancho.

            De la tercera lámina, no ha llegado hasta nosotros la parte central de la misma. En la parte derecha, aparece un “Jinete”, que monta un caballo “a pelo” y al parecer sin riendas, blandiendo un látigo en su mano izquierda. El personaje presenta también rasgos egiptizantes tanto en el dibujo de su ojo izquierdo al igual que en su peinado. Las ropas que cubre su cuerpo, son semejantes en su representación a las del “Guerrero”. Al no poder contar con el registro central, no podemos “definir” completamente la escena, si bien, en la parte izquierda, podemos intuir que un “grifo”, actúa a modo de protector de una gacela que observa la escena.

            El cuarto ejemplar tampoco fue dibujado. De acuerdo con la descripción que se hace de ella, en el tema de la misma, se relacionan un toro entre un león y un “grifo”. Esta tablilla se recuperó muy fragmentada.

            La quinta tablilla, presenta la particularidad de estar grabada a “dos caras”. En la cara “A”, aparece un toro entre dos leones, que se defiende con fortuna del ataque de los felinos. La cara “B”, un león y un “grifo” parecen disputarse una gacela que ocupa el registro central, en donde el animal mitológico, parece proteger al herbívoro. Las medidas de este elemento son 0.13 de largo por 0.055 de ancho.

            La sexta, también grabada a dos caras, presenta el mismo tema en ambas caras. Una gacela, ocupa el lugar central del discurso flanqueada por un “grifo” a la izquierda y un león a la derecha del espectador. (2)

 

Panel con dibujos de diferentes piezas de marfil. En el centro una representación del “Guerreo del Bencarrón” y a su izquierda “el Jinete”. Castillo de Luna. Colección Bonsor
(F.1287 Legado Bonsor Archivo General de Andalucía)
 

            La mayoría de estas piezas, fueron vendidas por Bonsor a la Hispanic Society of America en 1906 por las siguientes cantidades:

DESCRIPCIÓN IMP.en PTAS.

Tableta del Guerrero del Bencarrón 1.200

Segunda tableta con tema análogo al del “Guerrero” en mal estado 0

Tableta del Jinete del Bencarrón 250

Tableta del toro y el león. Cuarta tableta 100

Quinta tableta. Tableta doble. Toro, Grifo, León, Gacela 300

Sexta tableta. Tableta doble. Mismo discurso que la anterior 250

TOTAL PESETAS 2.100

            En las proximidades de los dos túmulos superiores, Bonsor, describe la exploración se seis montículos funerarios de menor tamaño y que cubrían sepulturas de incineración. Entre ellas, se pudieron rescatar fragmentos de cerámica indígena, plomo fundido, clavos de hierro, hebillas de cinturón de cobre, fragmentos de placas de marfil , conchas de moluscos algunas de ellas decoradas con motivos concurrentes en la zona (“grifos”, gacelas y plantas lotiformes), una pequeña hacha de piedra pulimentada y dos cochillos de sílex.

            Bonsor, hace una descripción acompañada de un dibujo en planta, del mejor conservado de estos montículos, en el que se ubica, la posición de los distintos restos y objetos encontrados. Tenía una altura de 1.00 metro y fosa de incineración, de forma rectangular de 2.00 de largo, 1.010 de anchura y una profundidad de 0.30 centímetros. Se encontró en su interior un fragmento de cráneo, dos fragmentos de un hueso largo del brazo, una placa de cinturón, fragmentos de una placa de marfil, un “puchero” de boca exageradamente ancha, restos de una placa de marfil, fragmentos de un objeto indeterminado de cobre y unos huesos de pájaros.

 

Bencarrón: Marfiles y huesos fragmentados. Castillo de Luna. Colección Bonsor
F. 1326 Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

 

           Esta campaña, además de los objetos rescatados, mostró y confirmó en Bonsor que Gandul, era el yacimiento con más potencial de los Alcores y al que más tiempo debía dedicar en sus acciones extractoras de antigüedades, llegando en algunos momentos, a convertirlo en una verdadera “barra libre”, en donde obtener objetos arqueológicos. Como indicábamos al principio, Bonsor y sus excavadores abandona Gandul el día 30 de Abril de 1895 a donde no volverán hasta Abril de 1902.

 

CAMPAÑA DE 1902: LA CUEVA DE LOS VAQUEROS Y EL PEDREJÓN

“Abandonamos Carmona el 03 de Abril de 1902. Me acompañan Rafael Pérez, José Sola y Miguel Santos, que trae consigo su asno. Hemos partido para Mairena a las 12.20 horas desde la Necrópolis, con una mula y un burro, para cargar nuestro equipaje. Tardamos 4 horas. He avisado a D. Elías Méndez propietario de los terrenos en donde se encuentran los túmulos que nos proponemos explorar, el cual nos indica el camino. Nos señala el camino viejo de la parte baja del olivar. Llegamos a lo túmulos del Bencarrón a las 17.00 horas. Pago al carretero 15.00 pesetas. Después hemos montado las tiendas y nos preparamos para pasar la noche. Cenamos lo siguiente: Guiso de “papas”, Ternera (vaca) mechada. Ensalada y Café.

            A las 21.30 nos hemos acostado. No hemos dormido del todo mal en nuestros catres de campo. Me despierto con insomnio a las 4.00 de la mañana.

            Rafael Pérez ha llegado temprano. Las tiendas están cubiertas de rocío. Me he levantado a las 6.30 horas y he mandado hacer café. Ya ciento (el olor) del pan caliente”. (3) (ortografía original)

            Con esta meticulosidad, que será una constante a lo largo de todas las páginas del diario de excavaciones titulado Exploración Arqueológica de los Alcores: Campaña del Bencarrón 1902”, que forma parte del Legado Bonsor, depositado en el Archivo General del Andalucía (4), nos irá relatando a lo largo de sus páginas, los pormenores de la campaña de extracción de objeto mas larga y ambiciosa, llevada a cabo por nuestro personaje hasta aquel momento.

            Con una duración de setenta y un día de actividad y un coste total de 804.76 pesetas, de las que 310 pesetas corresponden a salarios y 494.76 pesetas a gastos varios, será la campaña mas extensa y gravosa acometida por el propietario del Castillo de Luna hasta aquel momento. Seis obreros, que se instalarán sobre el terreno, participarán en distintas etapas en esta empresa, para la que Bonsor, cuenta con todos los permisos y parabienes para actuar en los terrenos con una verdadera “patente de corso”, teniendo vetado, solamente y por el momento, los terrenos del Marqués.

            Para algunos autores y biógrafos de nuestro personaje, esta fue una de las “acciones arqueológicas” mas brillantes de las por él llevadas a cabo -ver J. Maier- algo, que en realidad, no se desprende de la lectura del Diario de Excavaciones antes citado, por lo menos hasta el día 19 de Abril de 1902. En este período, además de las referencias a los descubrimientos, que se muestras escasos y sin gran importancia salvo excepciones, tales como, el hallazgo del denominado “Carro votivo del Bencarrón”, encontrado en una urna cineraria de una tumba que fue excavada en la campaña anterior (año 1895) y re-excavada por Rafael Pérez Barrera el día 11 de Abril de 1902, objeto que fue vendido a la Hispanic Society of America en Octubre de 1908, junto con una rueda de carro y la cabeza de un caballo en tierra cocida, que formarían parte de un elemento, también votivo, encontrado en el Túmulo de las Canteras, por la cantidad de 500 pesetas por la totalidad del lote.

 

Dibujo de Jorge Bonsor del “Carro del Bencarrón”, así como de la Rueda y Cabeza de Equino, del Túmulo de las Canteras. Material tierra cocida
F.7776 Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

             Abundan anotaciones sobre la ubicación de las tiendas, los menús que se consumen, las compras de víveres que se hacen, el estado de ánimo de los trabajadores, los cambios de organización y horarios de trabajo en donde-por ejemplo- se suprime la “siesta” y hasta el diseño ideal de un “campamento arqueológico”, sin contar las reseñas de inundaciones en las tiendas, o, la aparición en su interior de escorpiones, víbora, culebra y demás fauna. Además, aparece reflejada en este período, una correspondencia con el cónsul del Reino Unido de la Gran Bretaña en Sevilla mister D.J.W.Johnston, el cual, como buen “diplomático” inglés, se interesa, “por la adquisición” de unas antigüedades romanas aparecidas en un lugar cercano a la Puebla de Cazalla requiriendo de Bonsor, su “opinión de experto” y la recensión de un folleto de cincuenta y cinco páginas que le hace llegar D. Elías Méndez, propietario de los terrenos en donde opera, titulado, “Descripción de España por Abu-Abd-Alla-Mohamed-al-Edrissi (Obra del siglo XII). Versión Española. Madrid, Imprenta y Litografía del Depósito de la Guerra 1901 (Editee por Antonio Blázquez)” (5).

            Los primeros días son en realidad desalentadores. Esta dura afirmación se sostiene, no solamente con la lectura del Diario de Excavaciones. Además de esta apreciación, que puede ser tildada de subjetiva, existen pruebas documentales-por cierto nada sospechosas- que así lo atestiguan. Un documento, del cual por el momento me reservo su referencia, en su página 109, encabezada por la fecha 12 de Junio de 1902, el mismo día en que termina la campaña de extracción, se lee: “… Mes y medio empleó en abrir tres túmulos por el sistema de zanjas cruzándolos de Este a Oeste hasta llegar al asiento donde no encontró sino carbón que empleó en hacer la cocina y sin esqueletos, ni huesos, ni objeto alguno notable según me ha manifestado (Bonsor) y que he podido comprobar en mi visita a dicho punto”. Quien esto escribe es su socio y amigo Juan Fernández López. El día 19 de Abril de 1902- sábado- y tras una “tormentosa noche”, no precisamente en su versión meteorológica, (6) se recibirán las primeras noticias de “la Cueva de los Vaqueros”. Hasta el momento, se conocen tres versiones de este hecho. La primera del propio Bonsor, el cual relata en su diario: “El guarda de la Dehesa ha venido a ver nuestro trabajo. Yo no lo he visto. Él le ha dicho a Rafael, que había descubierto por accidente en la Dehesa una especie de pozo debajo de una gran piedra indicándole dónde se encontraba. Fui a verlo mas tarde.”(7). Jorge Maier- biógrafo de Bonsor- se refiere al hecho en los siguientes términos: “Según nos dice Bonsor, los guardas de la Dehesa le informaron de la existencia de un pozo bajo una piedra grande que habían descubierto por casualidad y que como le había señalado dónde se encontraba, fue a inspeccionarlo el 19 de abril.”(8) La tercera versión se debe al ya mencionado Juan Fernández López, que en un documento ya citado con anterioridad escribe:… “En esta situación, uno de los vaqueros comunicó a José Sola que había uno, al parecer, pozo cerca de la vereda, a seiscientos metros del Campamento y en dirección Oeste ó de Sevilla= Lo que no tenía importancia, al perecer, escitó la curiosidad del Sola, yéndose a trabajar y sacar tierra de aquel al parecer silo, no tanto por curiosidad, como por encontrar algo que sirviera de pretexto para seguir trabajando, pues estaba acordado el regreso a Carmona visto lo infructuoso de las exploraciones= Empezó a sacar tierra, encontrando que la excavación semicircular tenía construida la pared por lajas de pizarra oscura, unidas entre si con barro arcilloso abriéndose una puerta ó salida á la derecha=Comunicando esto al señor Bonsor se procedió a limpiarlo…”(9) (se ha respetado la ortografía original). Elija el lector.

            El descubrimiento de la Cueva de los Vaqueros, fue el salvavidas de esta campaña. Bonsor, empezó a trabajar en ella, el martes día 6 de Mayo de 1902. Este ítem, se localiza, en un rebaje llevado a cabo sobre el geológico de roca natural. Presenta en primer lugar, un corredor o galería de 10.65 metros de largo y una anchura media de 0.85 metros y paredes formadas por piezas de pizarra colocadas horizontalmente, que a modo de charnelas, fijan la tierra y piedras que conforman el conjunto y sobre las que descansan 7 piezas o losas de cobertura. Completa el conjunto dos cámaras circulares. La principal de mampostería y falsa bóveda de 2.60 metros de diámetro y 2.05 metros de altura. A la izquierda de esta pieza y comunicada con ella, una segunda semejante a la anterior y con un diámetro de 1.40 de diámetro.

         Inicia su excavación desde la cámara lateral o anexo, para pasar a la principal y desde ahí, remontar el corredor de dentro hacia fuera, hasta alcanzar según nos cuenta, la cuarta losa horizontal de la cubierta, que se encontraba descabalgada de uno de los apoyos en el muro, lo que obligó, a iniciar de nuevo la exploración, esta vez, desde la entrada hacia el interior. Bonsor, describió los daños ocasionados, señalando como el mas grave, la casi desaparición del suelo, al tiempo, que empezó a recuperar restos y elementos materiales. En el anexo o cámara lateral, que presentaba en su losa de cobertura un agujero natural, pudo constatar, que el suelo se hallaba formado de pizarra, encontrando una falange en aquel lugar. En la cámara central, además de apreciarse una oquedad en la pared a casi ras de suelo orientado al noroeste, y, una incipiente “bancada” al norte de la estancia, se hallaron restos de cerámica de borde engrosado (probablemente de unos platos), de una olla, algunos fragmentos campaniforme, restos humanos muy deteriorados y desordenados, dos colmillos de jabalí, un diente humano, huesos de conejo, un punzón de hueso, un trozo de cuarzo y puntas de flecha en sílex. En el corredor y en el tramo más próximo a la cámara, aparecieron, una concha, una punta de flecha y una lámina con denticulaciones, ambas de sílex.

  

Planimetría, dibujo, materiales y cuatro fotografías de la Cueva de los Vaqueros. Castillo de Luna Colección Bonsor
F1269. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía
 

            La tumba, debió se reutilizada en épocas posteriores, ya que, entre la primera y segunda piedra de cobertura partiendo desde la entrada, se encontró, la inhumación de un cuerpo en pose fetal, que apoyaba sus piernas en el muro oeste del pasillo, a 0.65 metros sobre la superficie del suelo, con un ajuar compuesto de un vaso tipo “Campo Real” (según Bonsor) y algunos elementos de cobre de morfología indefinida que se ubicaban, cerca de de las manos y la boca del esqueleto.

            Un vaso de cerámica negruzca de basta factura, aparecerá a la altura de la quinta losa de cobertura, análoga, a las que aparecían con frecuencia en las tumbas de incineración. El 27 de Mayo de 1902, los excavadores encuentran dos cráneos a la entrada de la galería, algunos huesos desordenados y fragmentos de “cerámica neolítica simple”. El viernes día 30 de Mayo de 1902, el fotógrafo carmonense Ramón Pinzón, vinculado a la Sociedad Arqueológica de Carmona, se desplaza hasta Gandul y lleva a cabo cinco fotografías de la Cueva de los Vaqueros. La primera de ella, la plasma por la mañana desde la entrada de la tumba y con vista de las losas de cobertura. Por la tarde, después de comer una “excelente carne” y cuando son las 14.00 horas, realiza cuatro fotografías mas. La primera de ella desde la cámara principal al anexo, en donde se ve a Bonsor en “tareas arqueológicas” pincel en mano y en cuclillas. La segunda recoge una perspectiva desde la cámara principal hacia la entrada a través del corredor, en donde se observa perfectamente, la morfología del mismo y los materiales empleados (de esta pose lleva a cabo dos tomas). La tercera es una toma exterior desde el “techo” de la cámara principal hasta la entrada y en donde se contempla la colocación de las losas de cobertura al igual que la primera toma. La cuarta y última de la tarde, es la de un operario apoyado en una de las losas de cobertura, tomada desde la parte exterior del techo de la cámara principal, A las 17.00 horas finaliza la sesión fotográfica.

 

Corredor de la Cueva de los Vaqueros vista desde la cámara principal hacia la entrada. Obsérvese la técnica constructiva. Autor de la fotografía Ramón Pizarro
F7677. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

             Al día siguiente, que se presenta lluvioso, Bonsor emprende trabajos en el exterior de la cámara central en donde comprueba que entre los muros externo y el geológico, aparece una cavidad de algo mas de un metro, colmatado de piedras y entre ellas, aparecieron restos de cerámica campaniforme. Bonsor, además, llevó a cabo un dibujo, en donde reflejó, la disposición de los distintos materiales que conformaban las paredes, 11 capas de pizarra y 15 de piedra, tierra y mampostería. El día 30 de Mayo de 1902 los ya mencionados, Rafael Pérez Barrera y José Sola, consiguen explorar una segunda tumba de galería. La observación de una piedra de gran tamaño que afloraba a la superficie, fue el detonante, que decidió llevar a cabo unos sondeos. La gran piedra, era en realidad, una losa de cobertura que descansaba sobre dos ortostatos. Se había descubierto la Tumba del Pedrejón.

 

Planimetría, dibujo, materiales y una fotografía de la Cueva del Pedrejón. Castillo de Luna. Colección Bonsor
F 1268 Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

             Se trata de un modelo de tumba de corredor de 6.25 metros de largo por 0.70 de ancho y con una cámara circular, que será descubierta el día 04 de Junio, de 2.20 de diámetro. La estructura es de lajas de piedra que se sustentan en el geológico, el cual ha sido trabajado para adoptar la forma de la tumba. Bajo la única losa de cobertura, José Sola encontró los siguientes objetos según nos refiere Bonsor en el apunte correspondiente al día 02 de Junio de 1902 (10): Seis pequeñas arandelas de concha (J. Maier las confunde con 6 cuentas de collar de hueso). Un fragmento de cuerno de ciervo, probables restos de un brazalete de marfil (“marfil de ciervo”), las defensas de un jabalí, fragmentos de conchas, restos de objetos de huesos (aquí puede radicar la confusión de J. Maier), una lámina de sílex, una pieza deforme por fundición probablemente de cobre y numerosos fragmentos de cerámica. A destacar, que el elemento de metal, lo encontró, en un estrato superior claramente definido de tierra vegetal, de ahí que incluso se afirme por el propio Bonsor, que pudiera ser hierro. El resto de objetos se ubicaban bajo un pavimento de piedra en un lecho de tierra amarillenta.

            En el corredor, que presentaba una rampa en su entrada y a escasa distancia de ésta, aparecieron restos humanos de una inhumación y junto a ellos, algunos fragmentos de cerámica de borde engrosado, un punzón de hueso y una concha.

            La cámara de la tumba, que fue descubierta el día 4 de Junio, proporcionó el hallazgo de dos cráneos, un conjunto de huesos humanos desordenados, un par de puntas de flecha de sílex blanco, (una de base cóncava y la otra de base plana), una lámina también de sílex y dos fragmentos de astas de ciervo. Al igual que en el caso de la Cueva de los Vaqueros, se llevó a cabo, además de una mas que notable planimetría, un reportaje fotográfico de tres placas, en donde se contemplan a dos obreros trabajando (posiblemente Rafael Pérez Barrera y José Sola) en dos de ellas y una tercera en donde ambos trabajadores descansan sobre la única piedra de cobertura. El autor fue también Ramón Pinzón.

 

Vista de la tumba del Pedrejón. En la parte inferior se observa parte del corredor cubierta por la única pieza  de cobertura que presentaba la tumba. Al fondo parte de la cámara principal. Los obreros que aparecen son José Sola y Rafael Pérez Barrera
F.7680 Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

            El día 6 de Junio, Bonsor hace grabar algunas monedas de cinco céntimos con las letras “JB” en una cara y “1902” en la otra, las cuales son depositadas en la Cueva de los Vaqueros y Tumba del Pedrejón, antes de volverlas a cubrir. El día 12 de Junio a las 16.00 horas Bonsor regresa a la Necrópolis de Carmona- su lugar de residencia- dando por finalizada la campaña hasta entonces mas larga emprendida por el anglo-francés. El resultado de tal esfuerzo, todavía, hoy en día, siguen envueltos en la controversia.

 

CAMPAÑA DE 1908: “RIEN TROUVE”

Por intermediación del médico de Mairena D. Antonio Díaz, que junto con otras personas, era propietario de unos terrenos baldíos ubicados a la izquierda el camino de la Huerta del Bencarrón, Bonsor obtiene los permisos necesarios para emprender una campaña de excavaciones, concretamente, en una elevación en donde se observa una agrupación de túmulos, en el que se destaca un ejemplar de “un metro 50” así escrito en el Diario de la Campaña de los Alcores 1908 (11). La Campaña, da comienzo el día miércoles día 10 de Junio de 1908, extendiéndose hasta el domingo día 14 del mismo mes. Un total de 5 días en donde colaboran con Bonsor, dos o tres obreros según el propio autor, aunque nos inclinamos por la primera posibilidad (12). Los resultados fueron absolutamente desalentadores y es sintomática la nota que aparece en un apunte del documento denominado “Libro de Compras y Ventas, Gastos de Excavaciones 1984-1929” (13); “rien trouvé” (14). En las estructuras excavadas se llevó a cabo con la técnica de “trinchera” consistente cavar una zanja, ó, corta que dividía el túmulo en dos por el centro. Lo más destacado de esta campaña fue, la apertura de un horno de tágulas romanas y el reconocimiento de una serie de restos de construcción del mismo origen. Bonsor supuso que el conjunto tumular completo conformaban una necrópolis pre-romana, algo, que ha quedado con posterioridad absolutamente descartado.

 

CAMPAÑA 1910-1911: DÓLMENES, NECRÓPOLIS Y GRAN NEGOCIO

El día 11 de Mayo de 1910 Bonsor inicia la campaña mas larga, cara y productiva-en el campo crematístico- de las llevadas a cabo por él en toda su historia como “arqueólogo”. Los costes, ascendieron a 1.181.80 pesetas, que incluían los salarios de los obreros (1.073 pesetas) y los gastos derivados (108.80 pesetas.). La duración de la “expedición” se prolongó hasta el día 14 de Febrero de 1911. Durante este período, se “faenó” a lo largo 225 ½ días, acreditándose la presencia de Bonsor en el “campo” durante 110 de ellos. En las excavaciones, trabajarán cuatro obreros de Mairena, “Silvestre”, Rafael Carrión, Enrique Carrión y Antonio (“Antoñito”) el hijo de Silvestre, que perciben los siguientes salarios diarios:

NOMBRE Salario Día

Silvestre 2.50 pesetas

Rafael Carrión 2.50 pesetas

Enrique Carrión (hermano del anterior) 1.75 pesetas

Antonio-“Antoñito”- el de Silvestre (hijo del primero de los obreros) 0.75 pesetas

            Además, Bonsor introduce una novedad. Implanta un sistema de “primas”, destinadas a premiar a los trabajadores, de acuerdo con los hallazgos que tienen la suerte de llevar a cabo al final de la jornada, estas bonificaciones, se hacen efectivas, por lo general, al día siguiente y una vez, que se ha comprobado la “calidad” del objeto rescatado, o, la importancia del ítem excavado.

            El mismo día 11, acometen la excavación del Túmulo “A”, que se encuentra ubicado en los aledaños de del camino de Mairena. Realmente, no se trata de ningún túmulo, al carecer la construcción funeraria, de correspondiente fosa de incineración y la ausencia de carbones y cenizas. A dos metros de profundidad, los obreros, encuentran restos cerámicos emparentados con el tipo “Cruz del Negro” (“+ del Negro” escribirá Bonsor). En los alrededores de esta construcción y en una prospección de superficie, hallará “Silvestre” el miércoles día 05 de Octubre de 1910 y mientras excava la tumba 165 los denominados “Ídolos del los Alcores”, dos figurillas humanas, probablemente exvotos, que nuestro personaje identifica como prerromanas y que en realidad, tienen, según los estudios mas recientes, un origen turdetano.

 

Ídolos de los Alcores

F.7875 Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

             Bonsor, llevará a cabo en esta campaña trabajos en elementos tumulares (2 construcciones), tumbas megalíticas o tumbas de corredor (3 sepulcros), dos necrópolis romanas, una de incineración (180 enterramientos), otras de inhumación (25 cárcavas) y lo que parece un “mausoleo”. Un total de 211 ítems arqueológicos. Prácticamente, excava una unidad por día efectivo de trabajo.

            En los túmulos, además de los ya referenciados “Ídolos de los Alcores”, en el siglado como Túmulo “C “, o también llamado Túmulo del “Mojón del Término Antiguo del Carmona (Túmulo del Vallado del Término), cuya excavación se inició el día 30 de Noviembre de 1910 y tras una “corta” de 4×4 que lleva a cabo en la cima, se encontraron restos humanos esparcidos, además de, algunos fragmentos de cerámicas neolíticas. Esta construcción, presenta una fosa escalonada o de poyete.

            Las construcciones megalíticas, o de “galería”, serán denominadas Cañada Honda “B”, Cañada Honda “G” y Tumba de la Casilla. La primera de ellas, Cañada Honda “B”, fue excavada entre finales de Mayo y Junio. La misma, presenta un corredor de 14.20 metros de largo y una anchura media de 0.80 metros formado por losas de pizarra de 1.59 metros de altura, que a modo de “tapiz”, recubrían las paredes naturales. El ancho de cada uno de estos elementos líticos y su ubicación se recogen en la anotación correspondiente al lunes día 23 de Mayo de 1910 del Diario de Excavaciones (15). En la cámara, que presenta una forma circular irregular, se encontraron restos de platos de borde engrosado de pasta negruzca, una lámina de sílex, fragmentos de cerámica campaniforme, una rueca de hueso, un abundante número de puntas de flecha y restos humanos muy deteriorados y fragmentados, según nos hace notar Bonsor. A la entrada del corredor, aparecieron dos tumbas superpuestas, en un claro ejemplo de reutilización de elementos funerarios. Una de las dos tumbas, era de inhumación y posiblemente datada en la Edad del Hierro, en donde apareció, junto al esqueleto, un ajuar compuesto por, un cuchillo férrico de hoja curva con mango de tres fijaciones, además de un anillo de plata. La tumba de incineración, es de origen romano, con una cobertura de tégulas y un ajuar formado por, una taza con decoración vegetal en relieve, una lámpara o lucerna, una pequeña vasija y unos clavos de hierro. En la parte media del corredor, aparecieron un número importante de fragmentos de cerámica campaniforme y un ejemplar de vaso-también campaniforme- exento de decoración.

 

Planimetría y materiales de la tumba “Cañada Honda B”. Obsérvese en la parte superior derecha un plano de Gandul con la ubicación de los yacimientos. Castillo de Luna. Colección Bonsor
F.1270 Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

             La segunda tumba de corredor, denominada Cañada Honda “G”, se empezará a excavar a mediados del mes de Agosto de 1910 y finalizó el día 03 de Septiembre. Ésta presenta una cámara circular y una anexa- al igual que la Cueva de los Vaqueros- pero con una pequeña rampa en elevación de acceso entre las mismas. La tumba, es excavada directamente en la roca y sus paredes, recubiertas con placas de pizarra, conservándose algunas de ellas. El conjunto funerario, no mantenía ningún elemento de cubierta. Los restos que aparecieron en esta construcción funeraria, fueron muy escasos. En la rampa de acceso a la cámara lateral, se encontró, la inhumación de un cuerpo y junto a sus despojos, un elemento campaniforme entero y decorado, fragmentos de una vasija (Bonsor nos ofrece un boceto de estas porciones), una lámina de oro de pequeño tamaño que se encuentra enrollada, puntas de flecha de base cóncava, un elemento inciso en cobre de un tamaño considerable-posiblemente un punzón- y un conjunto de cuentas de hueso que formaría parte de un collar.

            Otra inhumación, aparecida en la cámara, presentaba al lado de los restos un segundo vaso campaniforme decorado, un elemento lítico pulido, una lámina de oro enrollada (“una lámina de oro plegada como para un collar” afirmará Bonsor), puntas de flecha en sílex, otra segunda lámina de oro también enrollada, y un elemento de cobre, probablemente un cincel.

 

Planimetría y materiales de la tumba “Cañada Honda G”. Castillo de Luna. Colección Bonsor
F1267. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

             El sábado día 3 de Septiembre de 1910, Bonsor “cambia de registro” y acomete la exploración de lo que designa como “Gran Tumba Mausoleo de Cañada Honda”. Lleva a cabo un detallado dibujo en planta del registro (16). Observamos, que el terreno natural, ha sido trabajado para conseguir una mejor ubicación de los sillares de base que conformarían el monumento. Un cuadrado de 7.80 metros de lado encajado en el rebaje antes indicado, que tiene una profundidad de 0.59 metros, que presenta una orientación NE/SO. Lo más importante que Bonsor hace notar de este hallazgo, es la presencia de restos de decoración parietal a base de estuco rojo y verde, que “esta decoración y colores se conservaban en el momento del descubrimiento”. (17)

            El 18 de Diciembre de 1910, se descubre una nueva sepultura de galería y el 22 de Diciembre, Bonsor, acomete los primeros trabajos gráficos de esta tumba, que se ubica cerca de la llamada “Casilla del Tren”. Presenta la particularidad, que carece de cámara circular, por lo que no hay diferenciación espacial entre el corredor y este último elemento, a no ser, por un pequeño ensanchamiento en el fondo y que el mismo está ocupado solamente, por una gran piedra. Desde la entrada hasta el final de la misma, presenta una longitud de 15 metros y su anchura, varía entre los 0.77 a 1.37 metros, según medidas tomadas por nuestro personaje y que se registran de forma profusa, en los apuntes tomados en el Diario de Excavaciones-Pág. 141-142- correspondientes al miércoles día 04 de Enero de 1911 (18).

            De acuerdo con la descripción de objetos hallados y la ubicación de los mismos, observamos, que aproximadamente a unos 6 metros de la entrada y en plena galería, se encontró, a muy poca distancia de la superficie, un deposito u hoyo de deposición que contenía una urna achardonada, que presentaba un notable deterioro en la boca y que era depositaria de los restos de una incineración. Junto al vaso, que estaba calzado por un círculo de piedra, apareció un cuchillo férrico de mango con solamente un remache y un plato llano. A escasa distancia del hallazgo anterior y también en el corredor, apareció, una inhumación en donde el esqueleto presentaba una posición fetal, junto a algunos fragmentos de cerámica de borde engrosado. En el fondo del enterramiento, aparecieron una gran cantidad de restos de ánforas romanas, cerámica y algunas tégulas, junto con una profusión considerable de, puntas de flechas en sílex, restos humanos-huesos y dientes- y algunos fragmentos de platos de borde engrosado. Este enterramiento, es un claro ejemplo de reutilización, en distintas épocas. Solamente la inhumación, guardaría relación temporal con la tumba.

            A las 3.00 de la tarde del martes día 24 de Mayo de 1910 cae un mas que fuerte aguacero que obliga a Bonsor y sus trabajadores a refugiarse e la tumba de galería Cañada Honda “B. Una vez cesó la lluvia, nuestro personaje se dirigió hacia “las ruinas de las tumbas romanas”, en donde descubrió un “ustrinum” o fosa de incineración (19).

           El viernes día 27 de Mayo, sobre el medio día, “Silvestre” descubre un “quemadero” recubierto de losas al que se le asignará el número 1 de los 180 elementos de necrológicos que se sacarán a la luz en el corto espacio de tiempo de 152 días (hasta el 22 de Octubre de 1910), llegándose a excavar, dos y tres elementos diarios, que nos lleva a pensar, que primaba mas la idea de rescatar objetos que la de llevar a cabo un estudio científico. Tal y como señala Jorge Maier, esta necrópolis nunca fue publicada. Creemos, que el no hacerlo, se debía a que el motivo de la exploración no era ése y sí, el de hacerse con los restos arqueológicos que pudieran aprovecharse. Un recorrido por la descripción que Bonsor nos hace en su Diario de Excavaciones (20), nos indica, que nos encontramos ante una necrópolis básicamente de incineración, en donde los restos, una vez quemados, podían ser recogidos en la misma fosa de cremación, o bien, las cenizas y residuos óseos, eran reunidos en un contenedor cinerario-urna o vaso- que se depositaba en la cárcava de incineración o en los alrededores de ésta. La cobertura del conjunto funerario, podía llevarse a cabo mediante tégulas dispuestas a aguas o planas y también con ladrillos, siempre colocados de la forma últimamente indicada. En algunos casos, la cobertura, se reducía a una capa de tierra o a una acumulación de piedras. El ajuar es variado y sería muy prolijo hacer un recuento del mismo, lo que merecería un estudio aparte.

            Comentar a vuelapluma y de una forma muy general, la abundancia de objetos de vidrios-especialmente “lacrimatorios”-, objetos y urnas de plomo, espejos, artículos de juegos de mesa, depilatorios, paletas de maquillaje y monedas, de tiempos de Claudio, Nerón, Vespasiano y sobre todo de Trajano, entre otros grupos de objetos. Esta campaña de excavaciones finaliza el sábado 20 de Octubre de 1910.

 

Conjunto de cerámicas procedentes de la Necrópolis Romana de Cañada Honda. Castillo de Luna. Colección Bonsor
F.7904. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

           La “producción” de este yacimiento, fue realmente espectacular. Gran parte de lo obtenido en el lugar, fue vendido a la Hispanic Society of América, el día 20 de Marzo de 1911 (21), solamente 35 días después de finalizar la campaña, que tuvo lugar el martes 14 de Febrero de 1911. Este detalle, ha hecho pensar a algunos investigadores, que estas excavaciones, fueron hechas “por encargo” de mister Huntington, el patrono de la sociedad cultural antes indicada, principal y casi único cliente de Bonsor. No compartimos esta opinión y más al comprobar por nuestros estudios, la meticulosidad del “mairenero” a la hora de tratar con números y dineros. Nos inclinamos a pensar, que las excavaciones, fueron llevadas a cabo por cuenta y riesgo de nuestro personaje, tal y como se refleja en los varios registros en donde se recogen los gastos ocasionados en sus exploraciones(22), pero con la “tranquilidad”, de saber “vendida” de antemano, gran parte de los objetos obtenidos.

 

Lámparas en tierra cocida procedentes de la Necrópolis Romana de Cañada Honda. Castillo de Luna. Colección Bonsor
F.7907. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

             La operación “comercial” llevada a cabo con los objetos recuperados en la campaña de “Bencarrón Cañada Honda”, fue posiblemente la mas “productiva” económicamente hablando, de su vida sin contar aquellas en que mediaron la venta de los cuadros de Morales y Valdés Leal. Veamos unos números:

OBJETOS Número de Elementos Importe Pagado

Piezas de Cristal 89 9.190 pesetas.

Piezas de Cerámica 75 2.660 pesetas.

Lámparas y Mecheros 25 315 pesetas.

Otros objetos diversos 50 3.095 pesetas.

TOTALES 239 15.260 PESETAS

            El rendimiento económico es absolutamente exagerado. Recordemos, que la inversión de toda la campaña tanto en salarios, primas y materiales, ascendió a 1.181.80 pesetas.

            El lunes 06 de Febrero de 1911 y mientras Bonsor y sus obreros se encuentran trabajando en el “Túmulo de la Casilla”, un carbonero apodado “Clarito”,“invita” a éste (probablemente buscando una “propina”), a explorar unos campos que se encuentra en la base del Puerto del Bencarrón (23). Enviado “Silvestre” al lugar, éste, encuentra una sepultura romana- que en realidad serán dos- cubiertas por un par de tégulas y sobre ellas una capa de carbón. Se llegaron a excavar 25 elementos funerarios, casi todos ellos de inhumación, en donde los restos descansaban, en la mayoría de los casos, de súbito supino, excepto una de ella, que contenía un esqueleto en posición fetal y con un más que notable ajuar, además, se pudo constatar, la presencia de un registro perteneciente a un niño. La mayoría de las tumbas, respondían a un mismo patrón. Receptáculos rectangulares excavados directamente en el geológico, cubiertos por tégulas y orientadas al S/E. En total, se excavaron 25 elementos funerarios, que presentaron un pobre balance de restos de ajuar, excepto el más arriba señalado. El yacimiento fue trabajado de una forma muy rápida y en un corto espacio de tiempo. Nos dará una idea el hecho, de que el último día de la campaña. el martes 14 de Febrero de 1911, se llevo a cabo el levantamiento de nueve enterramientos .Bonsor lleva a cabo las últimas anotaciones de la campaña “Bencarrón Cañada Honda. En la página 154 del Diario de Excavaciones, hace constar lo siguiente: “Todos los sueldos pagados a los obreros desde el 11 de Mayo de 1910 hasta el 14 de Febrero de 1911= 1.073 (pesetas)”.

            Tras la confección de un detallado dibujo planimétrico de la zona, en donde quedan señalados el emplazamiento de las tumbas del, “Camino de Mairena”, “La Villa Romana del Bencarrón” (Bonsor situará a “Lucurgentum” en la zona), La Necrópolis de Inhumación Romana (escrito “Romano”) del Alto del Puerto del Bencarrón”, localizando y señalando el grupo de tumbas y “La Mesa”. Terminan las anotaciones de la campaña con el siguiente texto: “Necrópolis Romana de Inhumación perteneciente a la época general de Incineración. Según las monedas romanas “quemadas”, que se encontraron en la tierra de relleno de las sepulturas. Puerto del Bencarrón. Tumbas de la derecha del Puerto”. (24)

            Bonsor no volverá a excavar en Gandul, uno de “sus territorios” favoritos y el que mas beneficios de todo tipo le proporcionó. Esta fue su última gran empresa pagada de su bolsillo (excepto una pequeña acción arqueológica en 1916 casi testimonial). La Ley de 07 de Julio de 1911 sobre Excavaciones Arqueológicas, que vino a clarificar y aunar de algún modo toda la legislación que existía sobre la materia desde 1844, terminó con aquella “viña sin vallado”, que permitió el expolio en “nombre de la ciencia” de una parte muy importante de nuestro patrimonio cultural.

 

… Y A MODO DE CONCLUSIÓN

A Bonsor, se le han asignado los adjetivos de arqueólogo científico y referente de la “disciplina” de principios del siglo XIX y principios del XX, de la Península Ibérica y al mismo tiempo, el de expoliador salvaje. Pierre Paris, le llamó el “Schliemann del Valle del Guadalquivir”. Pero para otros no es mas que un amateur, un esnobs con posibles, de cuyo hobby, la recuperación de objetos antiguos, obtiene unos beneficios económicos y sociales. Ha sido definido como el artista que evoluciona a científico y también como un chamarilero que engaña a incautos.

            Desde ya, he de manifestar que no estoy de acuerdo con las definiciones dadas o apreciaciones emitidas, pero al mismo tiempo, “yo estoy por negar la mayor”, aunque son absolutamente indudables sus aportaciones a la Arqueología Española. Si la Arqueología se define como, una Ciencia Social cuyo objeto de conocimiento es el hombre a través del estudio de los restos que este mismo hombre “amortizó” a lo largo de su existencia, hemos de convenir, que Bonsor, no se dedicó a este menester. Entonces, ¿Qué fue en realidad nuestro personaje? Alguien hace algún tiempo-con perdón un servidor- lo definió como un COLECCIONISTA AUTOSUFICIENTE, aquejado de un “Síndrome de Diógenes” intelectual y contrariamente- y al mismo tiempo- padecer la enfermedad del orden, del método, del apunte y del cuaderno de notas. Sin solución de continuidad, era capaz al mismo tiempo, de interesarse por una excavación arqueológica y por la compra de pintura española de los siglos XVI y XVII. De acaparar elementos textiles antiguos y a la adquisición de alfarería tradicional. De acumular de forma casi compulsiva elementos de artesanía, a formar una colección de muestras del papel de la época del Siglo de Oro. De todo ello deja nota escrita. Todo se anota. Todo se archiva. Pero casi nada se publica.

            Bonsor compra barato y vende caro. Es de los que piensa, que el primer “duro” lo ha de ganar él y el último que lo gane otro, pese a que es una persona con un poder adquisitivo casi insultante para su época. Muy pocas personas se podían permitir el lujo de comprar un castillo (2.000 pesetas) y restaurarlo durante casi toda su vida, tener cochero, dos coches, mantener un cuerpo de criados, viajar al extranjero mas de lo normal y al que no se le conoció profesión productiva de ningún tipo. Vivía de rentas y muy bien, siendo su nivel de vida, equiparable al de cualquier gran propietario de tierras o profesional liberal (notario, médico, farmacéutico) de la época.

            La arqueología es una mas de sus ocupaciones-“afición” dirá en algún momento- muy productiva por cierto. Bonsor gasto en todas las campañas arqueológicas a las que hizo frente durante el período 1894-1916, 4.934,23 pesetas. En el mismo período compro objetos arqueológicos-556 piezas- la mayoría de procedencia “alcoreña” por valor de 7.995.65 pesetas. En algunos casos, obtiene los permisos de excavación de los propietarios usando sus influencias -que hay que decir que son muchas e importantes-, manda a una persona de confianza-Rafael Pérez Barrera- a que lleve a cabo los trabajos de campo y él se limita a comprar los objetos recolectados. En cuanto a la proporción de lo invertido en la extracción y compra de objetos arqueológicos y lo obtenido por la venta de los mismos, es absolutamente escandalosa.

 

Jorge Bonsor posa con una parte de su colección de antigüedades. La fotografía posiblemente esté tomada en la Necrópolis de Carmona
F.7982 Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía

             Gandul es el lugar de los mejores descubrimientos de Bonsor. Las tumbas megalíticas, los túmulos de incineración e inhumación y las necrópolis romanas reunidos en un mismo lugar es algo absolutamente único por la diversidad de objetos que puede proporcionar. Es por ello, por lo que también es el lugar en el que mas invierte en su explotación. El 42.82% de todos los gastos de excavaciones invertidos por Bonsor en la explotación directa de los yacimientos en los que actuó, los absorbió Gandul. “Algo tendrá el agua cuando la bendicen”.

            Hoy, Gandul sigue siendo, pese a los expolios pasados presentes y esperemos que no futuros, el mas importante bien patrimonial con el que cuenta Alcalá, pese a que el deterioro del yacimiento, ha sido tremendamente importante. Aún así, ha aguantado, las “intervenciones científicas de Bonsor” y el uso militar de los terrenos en donde se localiza el asentamiento. No estoy tan seguro de que pueda resistir las expediciones arqueológicas de “piteros” y cofrades de la “hermandad de Tertis”. En nuestras manos- las propias y las de nuestras autoridades- está, conservar en lo posible uno de los yacimientos arqueológicos mas importante, pero también uno de los mas delicados del sur de Europa.

 

Dos fotos de la Campaña de la Cueva de los Vaqueros
Extraídas de la F1269 Legado Bonsor. Archivo general de Andalucía

 

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(1),- Si se entra en la página Web de la Hispanic Society of America y se busca su sección de Arqueología, podremos constatar, que el encabezamiento de antedicha página una representación del “Guerrero del Bencarrón”.

(2),- Sobre estas piezas, consultar el gran trabajo de la Doctora Maria Eugenia Aubet, publicado en la revista Pyrenae 1981-1982 titulado “Marfiles Fenicios del Bajo Guadalquivir III Bencarrón, Santa Lucia y Setefilla.

(3),- “Exploración Arqueológica de los Alcores: Campaña del Bencarrón y Gandul 1902”. Legado Bonsor depositado en el Archivo General de Andalucía (original en francés). Pág. 3 y 4 correspondientes al jueves 03 de abril de 102.

(4),- Legajo 1 Pieza 4 (L1.p4) Legado Bonsor Archivo General de Andalucía.

(5),- Se trata de una recensión que posiblemente lleva a Cabo Bonsor durante el fin de semana (el tipo de caligrafía así lo denota). Se trata de la descripción de distintas rutas, (Almería- Málaga, Cádiz-Sevilla y Sevilla- Córdoba) llevada a cabo por el personaje, un viajero árabe.

(6),- Durante la cena de este día. Se produce un fuerte enfrentamiento entre Rafael Pérez Barrera y José Sola por la actitud orgullosa de que hace gala el primero de ellos incluso a la hora de comer. Rafael y José pertenecen a clases sociales distintas (“clanes”), que según Bonsor se detectan. Rafael es un “artesano” (albañil) y José un peón agrícola.

(7),- Legajo 1, Pieza 4 (L1.p4) Exploración Arqueológica de los Alcores; Campaña del Bencarrón y Gandul 1902. Apunte correspondiente al sábado día 19 de Abril de 1902. Pág. 52/53/54.

(8),-Maier Jorge: “Jorge Bonsor (1855-1930) Un Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y la Arqueología Española editado por La Real Academia de la Historia (Madrid 1999). Pág. 191. La Tesis Doctoral de este mismo autor, relata el hecho de igual manera.

(9),- Apunte extraído de unas notas de Juan Fernández López, -Pág. 109- llevadas a cabo el día 12 de Junio de 1902. De gran interés, las anotaciones al margen de Jorge Bonsor cuando leyó este documento, hecho que se produjo posiblemente una vez fallecido el farmacéutico carmonense.

(10) Legajo 1 Pieza 4 (L1.p4) Exploración Arqueológica de los Alcores; Campaña del Bencarrón y Gandul 1902. Apunte correspondiente al lunes 02 de junio de 1902. Pág. 128/129/130.

(11),- Campaña Arqueológica de los Alcores 1908. Legado Bonsor, Legajo 4 Pieza 3 (L4.P3) Archivo General de Andalucía.

(12),-En el apunte del primer día de excavaciones (10 de Junio de 1908, miércoles) anota “Pago a los obreros Rafael y Enrique Carrión”. L4.p3 Legado Bonsor Archivo General de Andalucía.

(13),- Diario de Compras y Ventas Gasto de Excavaciones 1894-1929. Legado Bonsor. Legajo 18, Pieza 10 (L18. p10) Archivo General de Andalucía.

(14),- Junto a la anotación de los gastos totales de la campaña, aparece una anotación que dice: “Campaña arqueológica llevada a cabo en el lugar. Se excavaron diez túmulos pequeños de incineración. ¡No encontrado nada! “rien trouvé”. (Legado Bonsor-L18.p10- Archivo General de Andalucía.

(15),- Legajo 4 Pieza 3 (L4.p3) Campaña Arqueológica de los Alcores 1908. Legado Bonsor. Archivo General del Andalucía.

(16),- Legajo 4 Pieza 3 (L4.p3) Campaña Arqueológica de los Alcores 1908. Legado Bonsor Archivo General de Andalucía. Apunte correspondiente al sábado día 03 de Septiembre de 1910.

(17),- Legajo 4 Pieza 3 (L4.p3) Campaña Arqueológica de los Alcores 1908. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía. Apunte correspondiente al sábado día 03 de Septiembre de 1910.

(18),- Legajo 4 Pieza 3 (L4.p3) Campaña Arqueológica de los Alcores 1908. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía.

(19),- Legajo 4 Pieza 3 (L4.p3) Campaña Arqueológica de los Alcores 1908. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía.

(20),- Legajo 4 Pieza 3 (L4.p3) Campaña Arqueológica de los Alcores 1908. Legado Bonsor Archivo General de Andalucía.

(21) Legajo 18 Pieza 10 (L18.p10) Apunte correspondiente al día 20 de Marzo de 1911. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía.

(22),- Los registros de los gastos ocasionados en esta campaña se recogen por lo menos en tres documentos. En el titulado Campaña Arqueológica de los Alcores 1908 (L4.p3). Diario de Compras y Ventas, Gastos de Excavaciones 1894-1929 (L18.p10) y en la Libreta de Gastos Diarios (L5.p5). Todos ellos pertenecen al Legado Bonsor, depositado en el Archivo General de Andalucía.

(23),- Legajo 4 Pieza 3 (L4.p3) Apunte correspondiente al Lunes día 06 de Febrero de 1911. Campaña Arqueológica de los Alcores. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía.

(24),- Legajo 4 Pieza 3 (L4.p3) apunte correspondiente al Martes 14 de Febrero de 1911. Campaña Arqueológica de los Alcores. Legado Bonsor. Archivo General de Andalucía.

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JORGE BONSOR POR ENRIQUE GONZÁLEZ ARIAS EN «CARMINA»:

«JORGE BONSOR: EL COLECCIONISTA DE PINTURAS. Del «Morales» a los «Valdés Leal» del Convento de Santa Clara de Carmona»[fragmentos]:

             Fragmento 1: Introito y unos breves datos biográficos

            Fragmento 2: El coleccionista. El «Morales»

6 comments.

  1. Es un placer este trabajo mi nombre es el mismo que el tuyo y me interesó,

  2. Bonsor era británico y por tanto sólo tiene un apellido. Lo de San Martin es un añadido español.

  3. Jimeno,

    Era británico de nacionalidad pero nació en Francia. De padre inglés y madre francesa. El segundo apellido no empieza por San, sino Saint. En español Martín, como ves, lleva tilde, y en francés o en inglés no. Por otro lado, tal vez la regulación civil del nombre de la persona en Gran Bretaña admite excepciones a la regla que afirmas de un apellido solo.

    L.

  4. ¡Qué bueno, Enrique! Es la tercera vez que lo leo, con el mismo gusto que la primera vez.
    Un abrazo.
    Enrique M.F.

  5. […] JORGE BONSOR Y GANDUL […]

  6. […] «JORGE BONSOR Y GANDUL» […]

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