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«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [5]. Por Lauro Gandul Verdún
Entre el Hijo y la Madre
San Juan frágil
Exclamando e interrogando a todos
Consternado
¿No os dais cuenta?
¿Cabe que vuestra consciencia
No abarque esta iniquidad innombrable
Contra la Palabra
Contra la Vida
Y contra Él?
He ahí el Hombre
La luz de los hombres
Que a éstos vino para lucir en ellos
Pero las tinieblas no la acogieron
Vedlo
Vino a los suyos
¿Nosotros?
Pero los suyos no le recibieron.
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«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [1]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [2]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [3]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [4]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [4]. Por Lauro Gandul Verdún
Al fondo El Águila
Mientras Ella
Ubicua Madre
Perenne primavera
De la flor abierta al sol de su Hijo
Dolorosa en El Calvario
Dolorosa de amor y
Socorro y Piedad
Es la Santísima Madre que vela
Y sostiene el peso del dolor
En la templanza de un semblante
Donde no se ocultan las lágrimas
No sabe que el que va a morir
No morirá
Y a pesar de su sufrimiento sin fin
Viene por la ladera de San Roque
Rebosando amparo
Ella
Con El Águila al fondo
Ubicua Madre
La más hermosa y la más buena.
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«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [1]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [2]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [3]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [5]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [3]. Por Lauro Gandul Verdún
Como un ciprés
Vencido sólo en su vértice
Por la cruz del viento
Pero erguido como un ciprés
Ante el pétreo hastial del templo
Como un ciprés caminando descalzo
¿Qué hemos hecho?
Endurecida cerviz la de los hombres por los hombres
Sempiterna ceguera
La de lo ojos sanos de los necios
¿Y nuestras manos?
¿Son como cuando Pilato lavó las suyas?
En vez de desatarlo y quitarle la corona de espinas
Que habían clavado en su hermosa cabeza
En vez de limpiarle la sangre que manchaba su santo [rostro
En vez de lavarle el cuerpo y sanarle las heridas
Lo que hiciste
Pilato
Fue lavar tus manos
Frívolamente lavaste tus manos
Lo habrías salvado
Poncio Pilato
De su Pasión lo habrías absuelto
Pero tuvo que cargar con la cruz
También de tu inhibición sin causa
Y morir en ella
¿Qué hicimos y qué estamos haciendo?
Pues ni entonces ni ahora
Un ciprés como Él se doblega
Un erguido ciprés ungido
Descalzo
Ante el pétreo hastial del templo.
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«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [1]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [2]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [4]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [5]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [2]. Por Lauro Gandul Verdún
¡Tanto sufrimiento infringido al Hombre!
¿Qué hemos hecho?
He aquí el Hombre inocente
Que no juzgaron
Penado por los hombres
He aquí el Hombre
El que antes lloró
Amargamente entre viejos olivos
A quien han coronado de espinas
Y de cuya frente mana sangre amarga
Abandonado de todos
Ha salido del templo
Le llevan por las calles
Otra madrugada más
Y podemos ver cómo viene
Desde dentro de Él
Donde la luz se hace luz abriendo lo cerrado de la noche
Y la vida triunfa sobre la muerte
Cuando las almas vivas se conmueven
He aquí el Hombre
Es el misterio de la esperanza.
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«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [1]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [3]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [4]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [5]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [1]. Por Lauro Gandul Verdún
He aquí el Hombre
Condenado por los hombres
A la pena de muerte
A una pena a morir extenuado
A sufrir cruelmente
Una tarda y lastimosa agonía
Hasta apagarse en la cruz de El Calvario
La cruz que ahora carga
Sobre su hombro de Hombre total
He aquí el Hombre
Que llegando a su término
Sostiene su extremo dolor
Su dolor radical
Él
El del candor puro
El de la desnuda inocencia
Nunca vista más encarnada
En un rostro tan desolado
He aquí un rostro herido
Y en él
La absorta mirada suya
La más honda
La más humana
¿Nos hemos fijado bien en esa mirada?
He aquí unos ojos como los suyos
Con los que cualquiera no se atreve
Aunque a todos con su mirar Él vea
Y así
He aquí la mirada de unos ojos tristísimos
Infinitamente graves
Pero espejos de la faz de una muerte
Que definitivamente se rinde
Ante el reino de sus ojos
¡Mirémosle!
El de estos ojos
Nos dará la gloria y la libertad
A nosotros
Que somos por su gracia
Muerte vencida
Redimida culpa
Y así
Cuando brota ante Él
La conciencia del gozo de poder verlo pasar
Nos rescata siempre
Finalmente nos libra y
Nos salva
Cada madrugada.
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«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [2]. Por Lauro Gandul Verdún
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«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [6]. Por Lauro Gandul Verdún
«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [7]. Por Lauro Gandul Verdún
UNA FOTO DEL “PAJINETA” POR JOSÉ ANTONIO GARCÍA CORDERO (2013) CON «POEMA A LA JUDEA» DE LAURO GANDUL VERDÚN (2003)
1
ALGO está ocurriendo
Cuando suenan el calamillo y el tambor
Es el revoleo
El revoleo que convierte la bandera en viento
Vieja música llena de tiempo
Vieja música toda misterio
Llenan de sueños el pecho de un niño
El calamillo y el tambor
Y el viento.
2
MÍTICO
El abanderao
Revolea la bandera
Silencio
Sólo suena el viento sin tiempo
El abanderao no va soltar esa bandera
Todos sin aliento
Encantados
Silencio
Mientras el calamillo y el tambor…
3
NADIE se atreve
Con ese pajineta todo inocencia
Arrodillado sobre la bandera tirá
Recogiendo monedas
Para todos los pajinetas
Del ancho mundo de los niños pajinetas.
4
LA lleva
La exhibe con lo que sabe de solemnidad
La sentencia
Que él no dictó
La lleva
Para que lo sepan todos
¿Dónde está?
Él sí que no lo sabe.
5
SI le buscan
Esta mañana
¿Cómo no le ven?
Si al fondo del templo
Ya soporta todas las lágrimas
No le ven
Y le buscan
Estos judíos de Alcalá
Revuela la bandera
Aun delante del Rey
No le ven
Aun delante de él
No se inmutan
Porque no saben
No saben
Sus sandalias
Aún muchas calles habrán de pisar
El Rey les espera
Lo encontrarán
Sí
Lo prenderán
Lo coronarán de espinas
Para reír
Aunque él ya sepa que todas las lágrimas
Serán suyas
Por ser suyas todas las lágrimas del mundo
Le detendrán
Los que lo buscan todo un día por las calles.
PRODIGIOS DE LA CRUCIFIXIÓN Y RESURRECCIÓN. Por José Manuel Colubi Falcó
La resurrección
1475-1564
En los «Evangelios apócrifos» (B.A.C. nº 148), entre los de la pasión y resurrección aparece la «Anaphora» o relación que Pilato hace a César Augusto acerca de Jesús; en ella, un Pilato presa del miedo y del temblor refiere los milagros de Aquél y los prodigios que se produjeron desde su crucifixión y resurrección; he aquí algunos de los últimos:
«Al tiempo en que fue crucificado la tiniebla se posó sobre toda la tierra habitada, habiéndose obscurecido el sol a mediodía y manifestado las estrellas, en las que no aparecía resplandor; la luna, como si sangrara, abandonó su luz y el mundo de los subterráneos fue absorbido, y lo que llamaban santuario del templo no fue posible verlo a los mismos judíos a la caída de éstos y se vio una abertura en la tierra por el eco de los truenos.
»En medio de tal pánico fueron vistos unos muertos resucitados, como los mismos judíos atestiguaron, y dijeron ser Abraham, Isaac, Jacob, los doce patriarcas, Moisés y Job, los protomuertos… y muchísimos más, a quienes también yo pude ver aparecidos en cuerpo; entonaban un canto de lamento por los judíos, por el delito cometido, por su perdición y por la de su ley.
»Duró el miedo del seísmo desde la hora sexta de la parasceve hasta la nona. Y cuando llegó la tarde del primer día de los sábados prodújose un eco desde el cielo de suerte tal, que el cielo fue siete veces más portador de luz que todos los días, y a la tercia hora de la noche se vio al sol tan brillante como nunca jamás brilló, alegrando todo el firmamento. Y al igual que en invierno los relámpagos llegan repentinamente, así aparecieron unos varones excelsos por su vestidura y sobresalientes por su gloria… cuya voz se oía igual que la de un trueno enorme: “El crucificado, Jesús, resucitó; levantaos del Hades los que sois esclavos en los subterráneos del mundo de los muertos.”
»Y era la abertura de la tierra como si no hubiese fondo, sino que era tal que se veían los mismos fundamentos de la tierra, entre quienes gritaban en los cielos y paseaban en cuerpo en medio de los muertos resucitados. Y el que resucitó a todos los muertos y ató al Hades decía: “Decid a mis discípulos: Él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis.”»