EL «CLASICO» ADOLESCENTE. De la serie «RECORTES», Nº 56. Por Pablo Romero Gabella

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Adolescencia

 Salvador Dalí

1904-1989

«La desaparición de mi madre coincidió con el fin de la feliz etapa de mi infancia y el comienzo de otra: la adolescencia. Me entregué por completo al influjo de esa idea, y estuve tres días sin preocuparme de lo más mínimo por los estudios: pasaba el tiempo tumbado en la cama, leyendo novelas, y me alimentaba de pan y miel que compraba con mi exiguo capital. Y ahora, con una edad que bordea el invierno, estoy convencido de que a los clásicos hay que descubrirlos en la adolescencia y los primeros años de la juventud. Y que el recuerdo de esas conmocionantes páginas te acompañará siempre. Mil ideas y ensueños pasan por nuestra imaginación sin dejar la menor huella, pero hay algunos que abren un profundo surco en nuestra sensibilidad. Recordarás situaciones, personajes, anécdotas, frases, atmósfera, pero también te acordarás de cómo eras tú, de cómo te sentías en la edad de las incertidumbres, del impagable refugio ante las inclemencias y frustraciones de la vida que te ofrecieron esos libros. Y leías sin límite de tiempo, incansablemente, hasta que los ojos te dolían o se empeñaban en cerrarse.»

[León Tolstoi,  Memorias. Infancia, adolescencia, juventud, Barcelona, 1986, págs. 123, 195 y 196 (traducción de José Fernández) / Carlos Boyero, «Por el camino de Proust», Babelia, 29 de diciembre de 2012]

 

7 comments.

  1. El recuerdo de esas conmocionantes páginas te acompañará siempre… Cuánta verdad en las palabras del viejo TOLSTOI.

    Marcel PROUST, en una deliciosa página titulada “Jornadas de lectura” lo expresaba también así: <>

    … Jornadas de Lectura.

  2. ” Quizás no hay días de nuestra infancia tan plenamente vividos como los que hemos creído dejar sin vivirlos, los que pasamos con un libro preferido. Todo lo que, al parecer, nos llenaba para los demás, y que nosotros rechazábamos como un obstáculo vulgar para un placer divino… “

  3. Enrique MF, siempre trayendo materiales, pura energía los leídos textos que antologizas para regalo de los lectores de CARMINA.

    L.

  4. ¿Impagable refugio ante las inclemencias y frustraciones de la vida que te ofrecieron esos libros?. Vaya, Gabella, yo siempre que pensé que las lecturas te impulsaban en/con la vida. Y ni siquiera impulsar. Gracias a Dios, Tolstoi es un maestro y sólo le duró la tonteria tres días.

    Un abrazo. Siempre.

    A.L.

  5. Estimado AL, la referencia al “refugio” libresco no es de Tolstoi es de Carlos Boyero, pero más allá de lo sideral de las comparaciones (esencia apócrifa de mis “recortes”)el primero pensaba lo mismo, pero como bien dices, eso le duró “tres días”, ya que su literatura no es refugio es más bien un vestíbulo de la vida, que nos prepara (o no) de lo que nos tiene que venir. Saludos.
    PD: Estupenda referencia la de Enrique MF. Gracias.

  6. Perdona Gabella, a ver si me he enterado: el primero habla de infancia, el segundo, parece que también aunque nunca leí a un tal Proust, y Bollero habla de las lecturas de la adolescencia como refugio ante las frustraciones futuras de la vida ya pasada en Babelia. Ahora si que lo cojo, pero no te creas, muy al vuelo.

    A.L.

  7. Yo sí que no he leído nunca a Proust. Aunque no me hacía falta, nunca, porque siempre he leído a Vicente Núñez, que más quisiera Proust, o Rimbaud, incapaces de ser tales en español como lo es V.N.

    Salud, hermanos.

    Lauro

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