TOROS Y CINE. Las imágenes toman movimiento. Por Antonio García Mora

 

Los hermanos Auguste (1862-1954) y Louis (1864-1948) Lumière

 

La relación que ha mantenido el séptimo arte y la tauromaquia no puede considerarse fácil. En principio, la plasticidad y dinamismo de las corridas de toros parecen apropiados para los principios artísticos que rigen la cinematografía. No obstante, han sido en contadas ocasiones en el que una película ha reflejado con acierto el mundo taurino y ha desarrollado un historia con interés dramático.

            La primera sesión del cinematógrafo acaeció en París, a finales de 1895. Por aquel entonces los hermanos Lumière tal vez no eran conscientes de las consecuencias que para la cultura contemporánea traería su invención. En la primavera del año siguiente, Madrid contempló asombrada cómo las imágenes fijas adquirían movimiento y mostraban escenas de la vida cotidiana.   Tal hazaña corría a cargo del operador de cámara  Albert Promio, empleado de la empresa de Louis y Auguste Lumière, desplazado a la capital española para una doble misión, mostrar las posibilidades el nuevo invento y tomar escenas de España.

            Desde el primer momento, la fiesta de los toros ocupó un lugar preeminente en el catálogo de filmaciones del camarógrafo galo. Como informa Carlos Fernández Cuenca, en el Cossío, el método de trabajo de estas primeras películas consistía en colocar la cámara en un lugar determinado, en el que transcurriera alguna actividad destacada o llamativa, y girar la manivela hasta agotar la película. Dicha técnica se denominaba «escenas naturales». De esta forma, entre mayo y junio de 1896, se realizaron doce «vistas españolas». Entre ellas se encuentra la primera vinculada a los toros llamada «Arrivée de toréadors», en la que se muestra la llegada de los matadores a las puertas de una plaza de toros en Madrid, probablemente durante la feria de San Isidro. En aquellos tiempos tan primitivos la filmación se medía por los metros de película impresionada, en este caso apenas 17 metros. Poco después apareció por primera vez una escena de la lidia en la cinta titulada  «Espagne: courses de taureaux». En este caso, se habían impresionado dos rollos con los consabidos 17 metros. Esto apenas permitía un resumen esquemático de la lidia de un astado.

            Dos años más tarde, se habían rodado en España 37 películas por cámaras franceses y de las mismas 12 estaban vinculada a la tauromaquia, es decir casi un tercio, lo que muestra la curiosidad que despertaba dentro y fuera de nuestras fronteras. Su denominación genérica era  «Courses de taureaux» y mostraban la mayor parte de las fases de una corrida, desde el «Traslado de los cajones» [de toros] a la «Salida de las cuadrillas», la «Estocada» y el «Arrastre de un cababllo y de un toro». No queda constancia documental de los toreros que aparecen en las imágenes y los mismos no se pueden identificar dado que las tomas son generales y a gran distancia, dado que el objetivo consistía en mostrar el ambiente de la plaza.

            En la vecina Portugal habría que esperar a 1901 para encontrar la primera película taurina, titulada «Tourada a antiga portuguesa», de Manoel Maria da Costa Veiga.

            A partir de este momento la difusión del cinematógrafo permitió registrar todo de tipo de eventos y, sobre todo, la aparición de los primeros intentos de crear un género que con el tiempo acabará por ser denominado documental. En este ámbito destaca Antonio Cuesta, emprendedor droguero y vendedor de equipo fotográfico valenciano que, en 1906, estableció un negocio consistente en filmar corridas y venderlas a los distribuidores. No obstante, el primer documental con guión data de 1911. Titulado «Historia del toro de lidia» fue realizado por Enrique Blanco, con financiación de Iberia Cines y reflejaba de la vida de una ganadería extremeña de Olea. Para entonces el metraje de la película se había extendido hasta unos increíbles 500 metros.

            El salto al cine de ficción no se hizo esperar. La primera película con argumento dramático data de 1909 y su título fue «Tragedia torera». Realizada por Narciso Cuyás y producida por Iris Film de Barcelona, por desgracia, se encuentra perdida y se carece de otra  información que la mencionada. Un año más tarde se realizó «La lucha por la divisa»,  producida por José María Codina y fotografíada por Antonio Cuesta. De tema costumbrista y folletinesco, muy del gusto de la época, relata la disputa entre dos mozos por el amor de una mujer, con final trágico.

          En próximas entregas se desgranará cómo apareció un género cinematográfico relacionado con el toro en los distintos países dónde la lidia tiene presencia.

  

 

Ricardo Torres Reina «Bombita»

(1879-1936)

protagonista de esta, según reza su publicidad,

una de las más antiguas películas sobre toros en España

(rodada en la Plaza de Toros de Valencia antes de 1913, pues éste es el año en que se retira el torero)

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