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Foto: EMF
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Tropecé con ella casualmente, una tarde de verano de hace diez años. Paseaba sin rumbo por Gerona y de pronto me llamó la atención el nombre que colgaba en la puerta: VELL i BELL, que jugaba sugerentemente con la letra inicial, única variación escrita para una palabra que se pronuncia igual y que según arranque con una u otra consonante adjetivará de forma bien distinta; aunque siempre habrá quien piense que lo «viejo» y lo «bello» son una misma cosa, síndrome que seguro padecía el dueño de aquella pequeña librería de lance. Éste era un hombre afable, ya mayor, con una abundante barba blanca. Se llamaba Ignacio, según me hizo saber al despedirnos, después de charlar conmigo un buen rato sobre la vida, obra y milagros de Josep Pla, a raíz de andar yo buscando en los montones del suelo y en las estanterías libros suyos. Después de cobrarme un par de primeras ediciones en castellano del Viaje en autobús y de Las ciudades del mar, y varios ejemplares de 1972 de la revista Destino, donde tanto tiempo escribiera el propio Pla; el librero, sabiendo de mi admiración por aquel payés que labraba, sin dejar un rincón en barbecho, dietarios y semblanzas, me sorprendió con un último comentario que guardaba en la recámara:
…………—Yo coincidí una vez con él —me soltó de pronto—, pocos años antes de su muerte, en una celebración en un pueblo cercano a Palafrugell, donde nos insistió a varios de los asistentes para que probáramos la carne del erizo de mar, que él calificaba de manjar, aunque nosotros no éramos muy partidarios de comernos aquellos bichos…
…………Estreché su mano y eché a andar, con los libros de Pla bajo el brazo y los erizos de mar en la cabeza. Luego me senté en un café, a ojear los ejemplares de la revista Destino. Los temas de actualidad rezaban así: Fischer, el mejor ajedrecista de 1971; Concierto de Raimon en Barcelona; Nuria Espert estrena Yerma en Madrid; Roma de Fellini, Fat city de John Huston y Frenesí de Hitchcock en el Festival de Cannes…
…………Ha pasado una década, y, en todos esos años, no he vuelto a aquella librería… ¿Seguirá abierta? Pensar en ella, en aquella tarde apacible y lejana, y en Ignacio, con el que sólo hablé aquel día, me arrastra a ese dolor provocado por la presión del paso del tiempo, ese dolor que el propio Pla citaba en el prólogo de Las horas, aquel exquisito libro suyo, donde el tiempo —su pasar— tiene tanta importancia. Sus palabras casi siempre me sirven de consuelo:
…………«Aunque la presión del paso del tiempo es dolorosa y a veces insoportable, soy partidario de no eludirla, porque mi experiencia me lleva a creer que solo quienes sienten ese dolor sordo -o agudo- aprovechan la vida, en el sentido más general del término, y aprovechan para tener alguna idea de sus maravillas.»
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Apreciado Enrique:
Si me proporcionas la dirección, yo me comprometo a informarte si «ese templo», se encuentra todavía abierto. Gerona-Girona-, es una de mis debilidades.
Posted by Enrique González Arias on septiembre 22nd, 2012.
Enrique, siento no haber visto hasta hoy tu comentario. Agradezco el ofrecimiento, y creo que «Vell i Bell» estaba en carrer Clavería.
Posted by Enrique MF on noviembre 27th, 2012.