«¡PERDIDOS!» (*). De la serie «RECORTES», Nº 29. Por Pablo Romero Gabella

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«Tomados en su conjunto, los españoles viven como espectadores, contemplando de lejos y con poco interés la policía que hace sobre ellos un grupo reducido de gestores gratuitos. España es el (casi) náufrago. Quién puede salvarlo comprando su deuda a mansalva, el BCE, no quiere. Quien querría, el fondo de rescate, aún no puede. La tempestad (el mercado de la deuda) arrecia y la prima de riesgo se dispara. De modo que el náufrago bracea, se desespera, grita: se juega la vida, evitar el segundo rescate formal, quizá algo peor. El disgusto genérico del país es tan incontestable como su abulia. Un aplazamiento de la solución –o del comienzo de algo que conduzca a la solución- se acepta siempre como una prórroga al deber de ocuparse y preocuparse».

[Dionisio Ridruejo, Escrito en España, Buenos Aires, 1964, pág. 31 (1ª ed. 1962) / Xavier Vidal-Folch, «Hay un último salvavidas», El País,26 de julio de 2012]

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(*) Portada del periódico Libération del 23 de julio de 2012.

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