«MEMORIA, IDENTIDAD Y DEMOCRACIA» (FRAGMENTO) -Enrahonar. Quaderns de Filosofia 48, 2012-. Por Tomás Valladolid Bueno

Recuerda

Alfred Hitchcock

1945

(...)

………..Por otra parte, en el caso de admitirse el necesario trabajo de memoria como fuente de identidad democrática, aún quedaría por resolver la cuestión de la pluralidad de memorias, o sea, el importante asunto derivado del hecho de que la memoria no está exenta de una inmanente conflictividad. En la conformación de nuestro presente, el trabajo de memoria se realiza por medio de un recuerdo que va tejiendo narrativamente la identidad. Pero este proceso no se lleva a cabo de una manera única y sin oposiciones interpretativas: «Cuando recordamos algo —escribe Carlos Thiebaut— re-corremos, o “reco­rremos de nuevo”, como reiteramos con torpeza, un tramo de aquel tejido narrativo de nuestra identidad y, por lo tanto, actualizamos en maneras diver­sas esa identidad en el presente. No hay, en efecto, recuerdos que sean neutra­les, ni en sus causas ni en sus efectos. Las formas y los tonos de la memoria, de las memorias, son variados y son también variados sus efectos»19. Es cierto que esta pluralidad se refiere a la fragmentación comunitarista o identitaria que vivimos hoy día y que nos lleva a oír hablar de memoria de los esclavos, memo­ria de los homosexuales, memoria de las mujeres, memoria de los republicanos, memoria de los presos, memoria de los judíos, memoria de los palestinos, memoria de los colonizados, memoria española, memoria alemana, memoria portuguesa, memoria andaluza, memoria vasca, memoria musulmana, memo­ria X, etc. Pero el pluralismo de la memoria también apunta a otro significado que está a la base de las siguientes cuestiones: ¿Habría una única memoria autorizada, incluso en el caso de las memorias fragmentadas, que reste legiti­midad a otras versiones anamnéticas? Es decir, verbigracia, ¿bajo qué criterios decidiremos sobre la validez de una memoria, por ejemplo, de la Guerra Civil española, en detrimento de otros modos de recordarla?, ¿qué relación de legi­timidad y validez existe entre la memoria saharaui y la memoria marroquí respecto de la colonización española?, ¿existe o debería existir un único modo de hacer memoria saharaui o marroquí? En verdad, la conflictividad de la memoria es otro nombre de la conflictividad de las identidades. Y es que la memoria colectiva, como bien supo verlo Hervieu-Léger, lleva el sello de una intencionalidad práctica: «Esta dimensión normativa de la memoria no es, en tanto que tal, específica de la memoria religiosa: caracteriza a toda memoria colectiva que se constituye y se conserva a través de las operaciones de olvido selectivo, de clasificación e incluso de invención retrospectiva de lo que ha sido. Esencialmente cambiante y evolutiva, la memoria colectiva funciona como instancia de regulación del recuerdo individual, en función de las circunstancias del presente. Sustituye incluso a este recuerdo individual cada vez que sobre­pasa la memoria de un grupo dado y la experiencia vivida de aquellos para los que es referencia. Esta memoria cultural, mucho más vasta que la memoria de un grupo particular, incorpora, reactivándolas y remodelándolas constan­temente, las corrientes de pensamiento que han sobrevivido a las experiencias pasadas, y que se actualizan de una forma nueva en las experiencias del presente»20.

_____________

19. Thiebaut, C. «El presente, la memoria y el resentimiento», en Muguerza, J.; Quesada, F. y Aramayo, R.R. Ética día tras día. Madrid: Trotta, 1991, p. 407.

20. Ibidem, p. 179.

(…)

Post a comment.