VASIJA DE BARRO
Yo quiero que a mí me entierren
Como a mis antepasados
En el vientre oscuro y fresco
De una vasija de barro.
…
Cuando la vida se cubra
Tras una cortina de años
Vivirán a flor de tiempo
Amores y desengaños.
…
Arcilla cocida y dura
Alma de verdes collados
Sangre y sueño de mis hombres
Sol de mis antepasados.
…
De ti nací y a ti vuelvo
Arcilla, vaso de barro
Y en mi muerte yazgo en ti
Y en tu polvo enamorado.
…
Yo quiero que a mí me entierren
Como a mis antepasados
En el vientre oscuro y fresco
De una vasija de barro.
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Gracias, muchas gracias, dice el maestro. Pues nuestro agradecimiento no puede hallar límites. ¡No te mueras nunca!, le gritó alguien en un recital en Buenos Aires. Entonces el maestro contó que lo mismo había escuchado en otro recital, años antes: “Pedí que con el foco buscaran al gritador: era el negro Armada, ¡yo le debía diez mil pesos!”. Atahualpa vive y vivirá hasta el fin de los días de la Humanidad, por lo menos en los espíritus dotados de humanidad. ¡Quién pudiera estar, en vida, y a ratos, en un vientre oscuro y fresco!
Posted by R.R.G. on mayo 23rd, 2012.
¡Cómo aprenderíamos a vivir después de muertos dentro de un vientre oscuro y fresco! ¡Qué homenaje a muertos y vivos supone este gran poema! ¡Viva Atahualpa por siempre!
L.
Posted by L on mayo 24th, 2012.