¿EL FIN DEL OLVIDO? De la serie «RECORTES», Nº 19. Por Pablo Romero Gabella

«El banco de memoria permanente de Internet impide que haya una segunda oportunidad en sus vidas: en una sociedad en la que toda acción queda registrada resulta complicado reinventarse, zafarse de errores del pasado. Está el caso de Stacy Snyder, mujer a la que la Millersville University School denegó la licenciatura como profesora por una foto, en una red social, en la que aparecía borracha.  Para combatir el problema aboga por las tecnologías que permiten que los datos volcados tengan fecha de caducidad y se autodestruyan. Facebook tiene un interés económico en que no podamos borrarlos; quieren seguir acumulándolos para servirnos publicidad.

…………»Había hendiduras a miles, a docenas de miles, por todo el edificio. Les llamaban agujeros de la memoria. Cuando un empleado sabía que un documento había de ser destruido constituía ya un acto automático levantar la tapa del más cercano agujero de la memoria. Una corriente de aire caliente se llevaba el papel hasta los enormes hornos ocultos en algún lugar desconocido de los sótanos del edificio.

…………»Él no sabía con exactitud qué sucedía en el invisible laberinto adonde iban a parar los tubos neumáticos, pero tenía una idea general. En cuanto se reunían y ordenaban todas las correcciones que había sido necesario introducir, el ejemplar primitivo se destruía y el ejemplar corregido ocupaba su puesto en el archivo. Diariamente y casi minuto por minuto, el pasado era puesto al día. Toda la historia se convertía así en un palimpsesto, raspado y vuelto a escribir con la frecuencia necesaria.»

[Joseba Elola «Vivimos en la era del megacotilleo» –entrevista a Jeffrey Rossen autor de La Red significa el fin del olvido– en El País 20 mayo de 2012 / George Orwell, 1984, Barcelona, 2008 (traducción de Rafael Vázquez Zamora), págs.52-55, 1ª edición en inglés en 1949]

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4 comments.

  1. Invitado por el gobierno Alemán, un rabino viaja en el tren hacia Berlín. En el mismo departamento unos jóvenes medio en broma se meten con él. Al llegar a la estación, Theodor Heuss lo recibe en el andén. Uno de estos jóvenes le pide perdón. A lo que el rabino contesta: No, perdón se lo pide a ese viejo del que se mofaba en el tren. Porque yo ya no soy ése (1949).

    Gabella, no sé realmente si este coment va bien hilado en tu post o en otro que hablase sobre identidad. Bueno lo escribo en éste que me gusta.

    A.L.

  2. Querido A.L.A.

    Seguro que la ironia del rabino no la comprendió el joven que pidió perdón. Por otra parte ¿acabó el joven pidiendo perdón “a ese viejo del que se mofaba en el tren”? Y ese viejo ¿conocía a Theodor Heuss?, porque parece que quien conoció a éste no era el viejo, sino el recibido por Heuss.

    ¿Desdoble? ¿enmascaramiento recíproco del viejo rabino en el recepcionado por Heuss y ante el joven que se mofaba en el tren y el que pidió perdón?

    Saludos

    L.

  3. Estimado AL, le viene genial el comentario, porque esa es la esencia de “recortes”, que no necesariamente deben estar hilados a la maniera convencional.Hablas, escribes, de identidades, reales o supuestas y esto es parte del olvido. Espero ALcomentarios. Un saludo.

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