El hombre siempre anda a bofetadas con el concepto de soledad. Quizá me equivoque si digo que, más que nada, es un sentimiento. ¿Por qué huimos de algo que, en definitiva, será nuestra eterna compañera?
Es decir: después de aquí… allí no hay nada más que un larguísimo silencio que es el único compañero. ¡Y qué amigo tan discreto para toda una eternidad! No quisiera pecar de morbosidad. Trato de transmitir que la soledad es la compañera más fiel que podemos tener.
Además no miente, no murmura, no traiciona y no tiene más defecto que ser poco habladora.
Muchos poetas han cantado la soledad, infinidad de veces. Puede ser una «música callada» o una «soledad sonora» que comparte con nosotros la existencia más larga y leal que podamos imaginar. Nadie es capaz de tanta generosidad a cambio de nada y ¡es llegada la hora de desterrar el tabú de la soledad!
Hay filósofos que valoran al hombre por su capacidad de soledad…
Se suele decir:
¡Estoy más solo que la una…!
Pues bien, no hay nada mejor que uno o una.
Ítem más: de dos amigos sólo uno de ellos es el verdadero amigo, decía Sócrates.
Creo que con esto queda todo dicho.