LOS HOMBRES HABLAN. Antonio Medina de Haro (1936-1997)

 

René Aubry
Quintette
Théâtre de La Reine Blanche
Paris, 2008

 

Leyendo un comentario de texto sobre Azorín y su gusto por las montañas, hay una frase de Humboldt que dice: «El hombre sólo es hombre mediante su lenguaje». Parece que he visto el cielo abierto, como se suele decir, cuando recibimos un consuelo de cualquier tipo.

            Yo, llevo casi sesenta años viviendo un enamoramiento apasionado por la palabra. Me he encontrado mil defensores de la misma, pero en su mayoría con una óptica estilística. Yo soy un predicador de este valor del nivel léxico, pero lo que yo verdaderamente sentía es la necesidad de que alguien tuviera la misma valoración de la palabra, del lenguaje como sistema vital más que como medio o código exhaustivo de comunicación. Hablar es muy bueno. A mí se me dice con frecuencia: «¡No te callas ni debajo de agua!» Pues bien, desde hoy voy a hablar hasta debajo de agua…, si puedo.

            He sentido, al leer esta frase del viejo Humboldt, la alegría de una parturienta que contempla el fruto de sus dolores. Cuando yo leía las historias del «Gigante Gargantúa y Pantagruel» de Rabelais, me encontré con que este francés decía: «La parole c´est la chair» (La palabra es la carne). Yo sentí un tirón profundo y ahondé en la semántica, en la historia de la lengua, en la gramática histórica, en la dialectología y me iba de un campo a otro, buscando el tuétano, la sustancia, el sabor de esa carne, porque intuía que se trataba de lo humano, la hombría, la tolerancia y el secreto de que para triunfar, para vivir en superficie y en profundidad, lo más hermoso es: hablar, hablar y hablar.

            ¡Gracias por dejarme ser hombre!

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