Posts from febrero 2011.

LA LENGUA. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Esopo

Por Velázquez

(1599-1660)

 

Hace muchos años leí, en la Vida de Esopo, una historia cuyo protagonista era él, a la sazón esclavo de confianza de Janto. En cierta ocasión, éste le encargó que preparase una cena con lo mejor que hallara en el mercado, pues había invitado a unos amigos. El fabulista lo hizo y sirvió unos platos a base de lenguas guisadas de mil maneras. Y preguntado el porqué, respondió que la lengua es lo mejor que hay en el mundo: por ella se ordena el saber, la cultura, el Estado, se fijan las leyes, las normas, etc. El amo hízole el mismo encargo para el día siguiente, pero con lo peor que pudiera haber en el mercado, dado que los convidados eran antipáticos, y Esopo, obediente, volvió a servir una cena con lenguas condimentadas muy variamente. Y a la pertinente pregunta dio sabia respuesta: la lengua es también lo peor que existe, porque por ella hay odios, engaños, rivalidades, guerras, etc.

 

Fotograma de Ciudadano Kane

película que trata sobre 

William Randolph Hearst

por Orson Welles

(1915-1985)

 

   La metáfora del fabulista es clara, y el mensaje, implícito, más. En griego están escritas sus fábulas, y sabido es que entre los griegos la lengua pasaba por ser el mayor don que los dioses hicieron a los hombres: el lógos, la palabra –y las palabras constituyen la lengua-, es la sede, el templo, la morada, el hogar del concepto, de la idea que transmitimos al prójimo o recibimos del mismo, y de ahí el culto que siempre le rindieron, y el afán de precisión, exactitud y elegancia en la expresión que culminaron en sus creaciones de oratoria y retórica, en su investigación filosófico-científica, en sus excelsas obras literarias; espíritu, actitud, afán que continuaron luego sus hijos y discípulos, padres nuestros, los romanos, y hoy, entre nosotros, hállanse quintaesenciados en la plegaria que Juan Ramón eleva a la Inteligencia: «¡Dame el nombre exacto de las cosas!… Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente. Que por mí vayan todos los que no las conocen, a las cosas».

   Y de ahí también que denunciaran, unos y otros, el peligro de su manipulación, el de su corrupción con fines espurios. Ya Tucidides, en su búsqueda de la objetividad y con ese estilo suyo seco y desapasionado, nos dice que, en situaciones convulsas o de riesgo, tanto los pueblos como los individuos recurren a la tergiversación de las palabras, a la alteración del significado propio de las mismas con objeto de justificar actos que de otro modo serían reprobables. Y, entre los romanos, Cicerón, orador célebre universalmente y quincenalmente recordado en estas páginas ( de La Voz de Alcalá), en su De re publica, pone en boca de otro personaje universal, Escipión, unas palabras que son tanto del ayer como del hoy y denuncian unos hechos que no por antiguos dejan de ser menos actuales; en un coloquio en el que se habla del voto o sufragio y de la sentencia del juez, y de su corrupción, es decir, del soborno y del engaño, el Africano dice: «Y pues en el Estado nada debe haber tan incorrupto como el sufragio, como la sentencia, no entiendo por qué el que ha corrompido con dinero es digno de un castigo, mientras que el que lo ha hecho con la elocuencia encima se lleva alabanzas. A mí, ciertamente, me parece que hace más daño el que corrompe a un juez con su discurso que el que lo corrompe con dinero,  porque nadie puede corromper con dinero a un hombre honrado, mas con la palabra puede».

   Nunca me apenará haber comenzado mis estudios de latín a los diez años y los de griego a los catorce, como era normal entonces. Son dos lenguas ricas y rigurosas, universales, vivas y muy vivas, que, madres de las nuestras y nodrizas de todas, nos hacen penetrar en las profundidades de las palabras, adentrarnos en sus arcanos y hallar ese nombre exacto de las cosas que suplica Juan Ramón en su plegaria. Y también expresarnos con rigor, sencillez y belleza, que, contra lo que se cree, no están reñidos, aunque, eso sí, exigen esfuerzo. En mi actividad profesional –y los institutos Cristóbal de Monroy y Albero han sido escenarios de casi dos tercios de la misma- he insistido siempre en la necesidad de ser filólogos –amantes de la palabra- para que ella nos sirva, es decir, sea nuestra sierva. Y cuantas más siervas de éstas tengamos, mejor, pues mayor será nuestra riqueza intelectual, de conceptos, de ideas, de conocimientos, o sea, de sabiduría. Y ese amor implica respeto a su significado. ¿Hoy se dan aquél y éste? Sinceramente, yo no los veo, sino auge de sus contrarios, fenómeno que algunos llaman babelización y yo misología (de misos, odio, aversión, de misein, odiar); (ab)usos impropios, significaciones disparatadas, confusión de elocuencia y charlatanería, imprecisión incluso en disposiciones que regulan nuestra convivencia, alternancia de significados contrarios según corren los días –y las conveniencias-, desconsideración interesada de cláusulas dentro de los períodos, todo contra la transmisión del conocimiento, contra la persona, en suma. Porque, como ha demostrado repetidas veces la Historia, esa actitud respecto de la lengua, si se lleva a las leyes –cuyos preceptos son expresados mediante palabras- , conduce a la inseguridad jurídica, indeseable por demás, pues del individuo hace un súbdito aunque bajo la apariencia de ciudadano. ¿Catastrofismo? ¿Visión trágica de las cosas? El lector juzgará. Yo sólo quiero terminar invitándole a que vea la viñeta del maestro de nuestros humoristas –son éstos, los humoristas, quienes mejor retratan los tiempos que viven las sociedades-, don Antonio Mingote, aparecida en el ABC del miércoles 21 de diciembre de 2005; en ella, una manifestación multitudinaria porta una pancarta cuya leyenda dice: «Al pan, pan, y al vino, vino», y un progre que la contempla con cara de pocos amigos exclama despectivamente: «Reaccionarios». Intelligenti pauca, en latín, que los españoles han traducido: «Al buen entendedor, pocas palabras».

   P. s. Durante el curso académico 1958-1959, los alumnos de Letras de Preuniversitario, cuyas edades oscilaban entre los dieciséis y los dieciocho años, tradujeron, entre las obras de Cicerón, el tratado De re publica, «Del Estado», y entre las de Juan Crisóstomo, la Homilía en defensa de Eutropio, cuyo estudio, además de hacerlos ahondar en el conocimiento de las lenguas latina, griega, española y otras muchas, romances y no romances, y en la adquisición de una base lingüística muy amplia y profunda, los enriquecía en principios éticos.

 

LA CURVILÍNEA VOZ. Poema de Lauro Gandul Verdún

 

 

La curvilínea voz

Donde palabras tiernas designan rocas

Los bosques

Exige palabras duras

Cuando vientos vespertinos

Todo lo transforman en pura sombra

O luz soñada

La del canto

Oh indeleble curva de una línea

Infinita. 

 

JORGE BONSOR: EL COLECCIONISTA DE PINTURAS. Del «Morales» a los «Valdés Leal» del Convento de Santa Clara de Carmona (Fragmento 1). Por Enrique González Arias

 

CUANDO se aborda la vida, obras y milagros de Jorge Bonsor, no hay términos medios. Se le canoniza y se le sube a los altares, o, se le condena sin remisión a lo más profundo de los  infiernos del Dante. No importa si afrontamos su faceta de arqueólogo o coleccionista. Siempre aparecerá esa dualidad.

            Hoy acometeremos, uno de los episodios mas controvertidos en la vida del propietario del Castillo de Luna de Mairena del Alcor y que no es otro, que la de comprador y vendedor de pinturas.

            Desarrollaremos en estas líneas, las adquisiciones llevadas a cabo por nuestro personaje en materia pictórica, las formas de conseguir los cuadros, los precios pagados y  por los que fueron vendidos, las operaciones fallidas y hasta los engaños de los que fue objeto, que de todo hubo en la viña del Señor.

 

JORGE BONSOR

 UNOS  BREVES DATOS BIOGRÁFICOS

 

GEORGE EDWARD Bonsor Saint Martin,  nació en Lille (Francia) el 30 de Marzo de 1855, hijo de padre inglés y madre francesa, la cual falleció a poco de nacer nuestro protagonista. Por la profesión de su progenitor-ingeniero-, viajó por diferentes países europeos, recibiendo una primera formación escolar muy cosmopolita. Tournair (Bélgica), Moscú (Rusia), Albí y Montauban (Francia) y Yorkshire (Reino Unido) entre otros lugares, conocerán la presencia del púber Bonsor. Dotado para el dibujo, cursa estudios superiores de Bellas Artes en la Escuela de Arte de South Kensington y en la Real Academia de Bellas Artes de Bruselas, finalizando su formación  en 1880. Viaja a España, en donde lo encontramos en Septiembre de ese mismo año, con vista a una larga estancia, que pretende dedicar a pintar.  Burgos, donde contacta por primera vez con la realidad de España (visita una taberna y conoce a un pintor local). Madrid, ciudad que por cierto no le gusta, excepto El Prado. Toledo, en donde permanece aproximadamente cuatro meses y Sevilla serán lugares al abasto de sus pinceles.

            Inducido por su padre visita Carmona, ciudad en la que se establecerá-tras una corta estancia previa- el 04 de Marzo de1881, prolongando su estadía, hasta el 19 de Diciembre del mismo año y en donde mas tarde, se asentará de forma definitiva. En la ciudad palmera se hace pronto famoso el pintor inglés, al mismo tiempo, que establece contactos con lo mas florido y granado de la sociedad del lugar.

            Sebastián Gómez Muñiz, vicario de la iglesia de Santa María, Manuel Delgado y Malvido arquitecto encargado de la restauración del templo antes citado y José Vaga Peláez un aficionado al coleccionismos de antigüedades, serán sus primeros contactos encargados de allanarle el camino, hacia la tertulia de rebotica del farmacéutico Juan Fernández López, en donde se reúnen los ya anteriormente citados junto con, Manuel Fernández López, médico, hermano del oficinal, historiador local y coleccionista, Manuel Calvo Cassini, historiador perteneciente a la Comisión Provincial de Monumentos y correspondientes de la Real Academia de la Historia y Manuel Pelayo del Pozo, cirujano aficionado a la prehistoria y coleccionista, que entre otros y en palabras de Antonio García Baeza, son el paradigma de las tertulias de anticuarios. Centran los coloquios en el análisis numismático, epigráfico y de las piezas que adquieren e invitan a investigadores cercanos del ámbito académico para que les ilustren en sus comentarios. (1)

          Bonsor, que tiene una tendencia innata al coleccionismo rozando muchas veces el Síndrome de Diógenes intelectual, se integra en  de hoz y coz en este grupo y en un corto espacio de tiempo, se llega  a convertir en la figura mas representativa de tan heterogénea  agrupación. De esta relación surgirán proyectos en el campo de la arqueología, que tendrán su resultados mas palmarios, en la excavación de la Necrópolis Romana de Carmona y el la creación de la Sociedad Arqueológica de la ciudad. Con posterioridad, Bonsor volará en solitario, dedicándose explotar el potencial arqueológico  de los Alcores y que dará lugar, a una  mas que notable colección de piezas y en algunos casos, a unos jugosos beneficios.

Comprará el Castillo de Luna en Mairena del Alcor, lo reconstruirá y hará de él, junto con sus esposas,-se casó dos veces-, su base de operaciones, lugar de residencia y depósito de sus colecciones hasta su muerte el día 15 de Agosto de 1930.

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JORGE BONSOR POR ENRIQUE GONZÁLEZ ARIAS EN «CARMINA»:

«JORGE BONSOR Y GANDUL»

«JORGE BONSOR: EL COLECCIONISTA DE PINTURAS. Del «Morales» a los «Valdés Leal» del Convento de Santa Clara de Carmona [fragmentos]»:

            Fragmento 2: El coleccionista. El «Morales».

ES UN PAPEL HALLADO EN CUALQUIER SITIO (Anónimo del s. XXI). Compilaciones de Rafael Rodríguez González

TU VOZ SUENA NUEVA Y ANTIGUA. Poema de Oscar Vitaller

                       Tu voz suena nueva y antigua,

          como el agua recién venida de la nieve

          que pasa con ojos muy abiertos

          por el cauce viejo del río.

 

                     Viva tu cristal por el que ves la vida,

          porque es como la lupa en manos del niño

          que observa el insecto y la hojarasca

                                 y la mano de su madre,

          y todo se agranda mientras su corazón se encoge

                                 y se para de puntillas

                                          sin hacer ruido,

          para que no se disuelva la magia del momento.

 

                      Tu voz suena nueva

           y me llega como ola que se incendia

           al tiempo que derrumba sus claros pabellones

                                    a los pies de la orilla.

.

                      Y digo que tu voz me suena antigua,

                                      muy antigua,

            a madera gastada que la mano perfuma,

            a ventana recóndita que da al patio sombrío

            donde crece todavía la rosa del olvido.

                       Y digo que tu voz me suena amiga,

                                      cerca, muy cerca,

                                              y confío. 

 

Oscar Vitaller en «CARMINA»