Posts from diciembre 2020.

LIBRERÍA ‘TÉRMINO’ (2019-2020)

«ÉGLOGA», DE JUAN ÁVAREZ: EL POEMA DE UN RÍO. Por Lauro Gandul Verdún (Alcalá, 30 de julio de 2020)

 
 
 

Buen atardecer tengamos mientras suenen los versos del río del poema que Juan Álvarez nos va a leer. Estamos con suerte porque vamos a gozar de la Literatura con mayúscula. Ésta, la Literatura, es un paraje infinito de espejos que se dejan cruzar, si el escritor es ser de conocimiento, memoria y voluntad. El otro lado también tiene espejos, y así sucesivamente.

   Un escritor cuenta lo que ha descubierto. Su vida es el experimento continuo, su biblioteca el laboratorio estático. Su inspiración un motor inmóvil que nos puede llevar por el universo sin salir de la habitación. No hay nada más científico que la Literatura, porque que sea infinita no implica ilimitada. Sintaxis, Semántica, Morfología…, ¿habrá algo más estrictamente científico que escribir ficciones? Y su autenticidad está asegurada cuando un escritor lo es de verdad.

   ¿Dónde están los pastores de esta égloga? No los hay ni en el río ni en la vida que se representa el autor «Tu camino y el mío,/ descalabrado río sin pastores,/ ¿no son acaso el mismo?» Trágicamente, la visión del poeta comprende que la ignorancia del mar lo condena a no conocerlo nunca («No conoces el mar. No lo conocerás»). En aparente contradicción con «las vidas que van a dar a la mar, que es el morir» de Jorge Manrique. Paradoja que se salva con la certeza de que el río tiene madre de sus aguas y en poesía el mar no tiene porqué coincidir con el mar.

   Si Garcilaso de la Vega cantó al Danubio desde una de sus islas y Dámaso Alonso a un río llamado Carlos, ¿junto a qué río se ha sentado Juan Álvarez para esta égloga fluvial?, ¿en qué tiempo fluye el río de Juan? Nos responde desde el primer verso «en un tiempo sin tiempo» llevando en su corriente aguas claras y profundas de Luis Cernuda, o «aquel olmo hendido por el rayo» de Antonio Machado, que siguen fluyendo cuando se leen en el poema que presento, gracias a que Juan Álvarez nos trae junto a sus versos, forjados y amorosos, los otros sembrados en los surcos de la Historia literaria, renovados e intangibles, a la par.

   Todos los versos de esta égloga nos llegan desde muy lejos, y están muy cerca, junto a esta orilla ribereña, sus bosques, sus huertas…, y sus ahogados, como escribe Juan Álvarez («unas pocas palabras desgastadas / con que contar la historia de todos tus ahogados»).

   El poeta ha descubierto un territorio, que se ha hecho nuevo por su acción, y ha dibujado un mapa… Pero ha llegado tarde, cuando todo el tiempo y los seres han sido, y ahora sólo se les puede recordar o inventar. Desde esa suerte de aparente nada un mundo crea el poeta y por él nos lleva en un cántico de amor y muerte, de contemplación y acontecimiento, de dolor y nostalgia. De esta última nos da una enseñanza, que la acerca a la saudade de Fernando Pessoa, cuando se refiere a lo que dejó de existir, por haberse perdido para siempre hace tanto tiempo, es causa de que el poeta dude de que hubiera existido nunca («de un tren que ya no existe, que tal vez no existió»).  

 
 
 

LA INSPIRACIÓN. María del Águila Barrios

 
 
 

Bosque de Almeces [Foto: LGV Alcalá 2020]

 
 
 

En un soplo, la inspiración nos agita. Dentro de nosotros, de pronto hace una cabriola y, aunque por nosotros mismos fuéramos incapaces de dar un simple salto, nuestra alma da la cabriola en un poema, o en un beso, o en un buenos días. Es inconsciente, como el viento, el silencio y el paisaje. Inspiración y entusiasmo son lo mismo. ¿De dónde nos viene? ¿La buscamos, o nos llegó súbitamente? Desde luego es como un hálito divino, suave vapor, o ruge con furor, aunque no es caprichosa sino intuitiva, celestial. En cualquier caso, sin ella, sin la concurrencia de su voluntad, pues es ente -algo o alguien-, el crear es empeñarnos en un contrasentido. Cuando su aliento lo sentimos cerca nos arde el temperamento, alcanzamos una grandeza humana: esa tensión del arco provoca que la flecha parta. ¿Hacia dónde? Pregunten a los pájaros, sabrán deciros que las nubes cobijan todo el blanco de los ángeles.

   Claro que la inspiración no escribe todo el poema, no da todas las pinceladas del cuadro, no acaba atisbando todos los planos que se tomaron en las fotos. La inspiración del matemático no despejó todas las incógnitas de la ecuación…, aunque sí, tal vez, abrió de par en par la primera ventana al campo, donde ya con ciencia y con conciencia fuimos resolviendo otros enigmas. Se dice que fue Picasso quien afirmó que a él cuando le llegaba la inspiración siempre le sorprendía trabajando. Probablemente en un genio como él trabajar y soñar son lo mismo, porque no debe entenderse aquí la palabra trabajo como imposición alienante, sino como vocación del corazón y de la inteligencia. Cuando nos aquietamos a tales exigencias de lo entrañablemente sentido y pensado, nos vemos conducidos por senderos de auténtica gloria. Suscita la persona así regida irradiante seducción. Provoca luz en la oscuridad de otros.

   Pero antes hay que caminar mucho oscuramente entre las sombras. Cada día han debido sucederse las páginas ante unos ojos inquietos de lector, como para provocar un llamamiento, una convocatoria a iluminar, colmado de relatos y de imaginaciones. Busquen las musas porque son generosas. Búsquenlas sin preocuparos de otra cosa que no sea una suerte de enajenamiento.

   Nuestro gran Bécquer en su rima III nos dejó varias estrofas donde define desde la poesía lo que para él era la inspiración. Elijo unos versos que me van a servir para concluir mi artículo de hoy y, también, como un último homenaje que le brindo en este 2020 en el que hemos celebrado los ciento cincuenta años transcurridos desde que en una fría tarde de diciembre de 1870 moría en Madrid el poeta: «memorias y deseos / de cosas que no existen; / accesos de alegría, / impulsos de llorar; […] locura que el espíritu / exalta y desfallece; / embriaguez divina / del genio creador… // ¡Tal es la inspiración!»

 
 
 

[La voz de Alcalá, 2020]

 
 ___________________

 
 
  Si quiere leer más textos de María del Águila Barrios en «CARMINA»,  pinche en su nombre.

 
 
 

DIARIO FOTOGRÁFICO DE LISBOA (L). UN VEINTINUEVE DE AGOSTO DE 2018. Por Lauro Gandul Verdún

     

(1)

     

(2)

     

(3)

     

(4)