Posts from mayo 2013.

«¡QUÉ LINDO, CHAMACOS!» Por Joaquín de Grado

 

La conversión de San Pablo en el camino a Damasco, óleo sobre lienzo, 230 x 175 cm. 1601. Caravaggio

La conversión de San Pablo en el camino a Damasco

Michelangelo Merisi da Caravaggio

1571-1610

 

Cuentan que Pablo de Tarso iba un día tan tranquilo a perseguir cristianos cuando de pronto se cayó del caballo. Fue tal el jardazo que, al momento, empezó a ver cosas raras, cada vez más raras, hasta que se convenció de que lo que hacía no estaba bien y tenía que pasarse al campo de sus hasta entonces enemigos. Un ejemplo histórico de jardazo productivo. (No recuerdo ahora si esto se lo oí alguna vez a Gila). Viene esto a cuento porque a Antonio Gutiérrez Limones le han dado el Premio Nacional «Pablo de Tarso», que por lo visto concede cada año una entidad mejicana a una o dos decenas de los mejores alcaldes de España y Jerez. Cuando oí esto del premio mejicano con nombre de apóstol añadido no me enteré bien, y me figuré que la premiada era Laura Ballesteros, por aquello de ver las cosas tan distintas según se esté encima del caballo o en suelo. Pero no podía ser, porque esta elegante dama, tras un ratito de desconcierto, de un brinco retomó el caballo y se rehizo completamente en sus prácticas (perseguir cristianos no es una de ellas, no se confundan).

         Lo del premio no se le habría ocurrido ni a Rafael Azcona. Ni, allí, al propio Cantinflas. Una institución mejicana «juzgando» y premiando a alcaldes españoles. Claro, son los propios alcaldes los que se «postulan» y cantan sus excelencias («¡Cuate, el premio a mí!»). Excelencias que, al menos en el caso de Limones, son mentiras tan enormes como ballenas blancas. Un premio con menos crédito que una pistola de agua. Más oscuro que el crimen de Los Galindos. Y con menos categoría que un huevo duro, digo huero.

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UN NOBEL, UN TRAPO Y UN MINISTRO. Por Parco Lacónico

 

La visita al hospital
Luis Jiménez Aranda
1845-1928

 

El investigador británico Richard J. Roberts, premio Nobel de Medicina en 1993, se ha explayado en una entrevista de la que no hay referencia en los medios de ocultación españoles (que son todos menos este bihebdomadario [La Voz de Alcalá] que está leyendo). La relación podría ser prolija, pero vamos a quedarnos con sólo dos frases. «Curar enfermedades no es rentable para las farmacéuticas». (Y aporta pruebas de cómo no se financia la investigación en ese sentido, sino sólo para crear nuevos medicamentos). «¿Hasta qué punto es válido que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse a la mafia?». No se preocupen, no lo van a ver en la televisión. En ninguna.

            En algunos balcones de pueblos y ciudades de España pudieron verse el pasado día 9, y más, banderas de la Comunidad Europea, esa de tantas estrellas, porque era su día. Un día en el que, a la vista de tan funesto símbolo, pudieron oírse palabras gruesas, algunas incluso dirigidas a los propietarios de los balcones. No hay que encolerizarse, pero es que eso de las banderas europeas, con lo que estamos soportando casi todos (los de los balcones quizás no) suena a regodeo. Y, por supuesto, a falta de solidaridad, nacional y europea.

       Las declaraciones del ministro del Interior sobre el aborto y ETA son totalmente irreprochables y consecuentes. Es, en serio, un admirable seguidor de su admirado Escrivá de Balaguer. A Fernández Díaz deberían canonizarlo ya, antes de que se muera.

 

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DON ANTONIO POR SEVILLANAS. Por María del Águila Barrios (con foto de Alberto Mallado 2013)

 

DON ANTONIO POR SEVILLANAS Foto Alberto Mallado 2013Antonio Gutiérrez Limones, Alcalde de Alcalá de Guadaíra

(Foto: Alberto Mallado en GUADAIRA-INFORMACIÓN)

2013

 

(Carta suscitada por una foto)

¡Cómo mira, chiquilla! ¡Si parece un miura, ay, a punto de embestir! ¡Y qué mirar más misterioso pone don Antonio! Y una se pregunta: «¿Y en Madrid, qué baila?». Y contesta otra: «En la capital va al tenis con don José Bono». «Ah, comprendo. Es que es un hombre de mundo».. Y alguien duro de oídos pregunta: «¿Inmundo?».

De casi todo puede encontrarse dentro de don Antonio, de todo en su bagaje de transformista, en su inacabable catálogo de disfraces, en sus maletas y maletas de máscaras, en sus muchos y muchos cargos retribuidos, en su cara dura, pero, bueno… ¡mírala cara a cara que es la primera! ¡Qué desplante! ¡Cómo mira el bailarín a la flamenca! ¡Mezcla de toro y torero! ¡Qué bravura, qué talle! ¡Qué trajeado y sin corbata, como los dueños de la noche y de la fiesta! ¡Ay, don Antonio por sevillanas, cuánto suspiramos ante tu arte, tu gracia y, sobre todo, cuánto suspiraremos con lo que nos has dejado, y vienes dejando, imparable, de lastre, de afeamiento, de heredad arruinada mientras exhibes sin rubor tu frivolidad!

         ¿Has mirado alguna vez cara a cara a los que no te pelotean? ¡Si no se te ve en Alcalá desde la última vez que la mayoría de los alcalareños no te votaron, cuando tus medios de propaganda sacaban tu palmito ante los micrófonos y las cámaras de fotos y de video!

Alguien me señala que en Navidades y en primavera se te ha visto en La Plazuela entre extraños disimulados buhoneros, truhanes y mercachifles, que tu Ayuntamiento contrata ni se sabe bien por qué, ni cuánto nos cuesta, ni para qué sirve contratarlos con sus ponis y barquitos de piratas.

 Ah, don Antonio, en Alcalá sólo se te ve entre tus vasallos medievales, y en ese rostro tuyo puede apreciarse que te da gusto. Mientras tanto la vida aquí cada vez es más ingrata. Tus ciudadanos andan bien perjudicados en sus vidas cotidianas, mientras tú te concentras con la rociera en la puerta de tu cortijo. Tú te preparas para tu feria. Tú, cuando te miras en los espejos te ves tremendo y así te ves y miras, transformado en varonil junco de tu realidad irreal, aunque de efectos devastadores entre los vecinos, que no somos los tuyos, porque tú  no estás aquí, tú estás donde te da la gana, pero no aquí. Eres como un holograma de Alcalde.

        Vamos comprobando que tú vas por la vida alegremente, y que el éxito te sonríe, pero a ti te da igual el sufrimiento de los demás. Esa conducta evidente con la que te pavoneas es de una enorme crueldad, don Antonio.

Algún día, cuando hayan pasado los años, o no se sabrá nada de ti o harás como si nada hubiera ocurrido bajo tu disfraz de viejecito inofensivo entre los damnificados de tu ceguera, y tal vez no tengas nada que temer.

 

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VERGÜENZA NOS DA. Por Joaquín de Grado

 

37 Goya (Los caprichos)De Los caprichos

Francisco de Goya

1746-1828

 

En abril de 2002 se produjo un golpe de Estado en Venezuela, que no triunfó, para gran disgusto del Imperio y de todos sus gustosos vasallos, con Aznar y Blair a la cabeza (que algo o mucho tuvieron que ver con la intentona). Chávez volvió entre los brazos del pueblo al Palacio de Miraflores para proseguir la tarea, propia de titanes, de liberar a Venezuela de tantas y tan denigrantes servidumbres, y además para edificar la reunión cooperadora de la América que estuvo bajo España y Portugal. Pero que ya no está. Ni quiere estar bajo nadie. Así que la «mediación» entre el presidente ganador y el candidato derrotado (un comprobado golpista de mucho cuidado), a la que con la peor intención se ofrece García Margallo (avergonzándonos a los españoles de bien), no es que sólo haya sido rechazada, sino que lo han mandado adonde picó el pollo, lugar que no sé por donde cae.

        En Venezuela se libra desde hace años una batalla extremadamente aguda, en la que ninguna de las partes puede renunciar al triunfo. Una, para que el pueblo viva dignamente. La otra, porque lampa por recuperar e incrementar los privilegios y el mandato de Washington. Y ahí se presenta García Margallo, a ayudar al golpismo. Puede que también se permita recomendar a Venezuela el modelo español. En todo: democrático, económico, judicial. ¡Pobrecitos míos, los venezolanos, si nos copian!

      Si yo dijera aquí lo que creo que es el ministro García Margallo transgrediría la legislación española (que no la venezolana) sobre la libertad de expresión, así como la saludable norma de no decir esas cosas en público.

 

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CUENTO INFANTIL. De la serie «RECORTES», Nº 75. Por Pablo Romero Gabella (con escultura de Manuel Melquisedec)

 

bambina (terracota) Manolo López

Bambina

(Terracota)

 

«El juez José Castro abrió una exhaustiva investigación fiscal a la infanta Cristina para determinar si cometió algún delito fiscal o de blanqueo de capitales. Pero no se limitó a pedir un informe de la Agencia Tributaria sino que amplió el alcance de la investigación al reclamar más de media docena de indagaciones, análisis y cómputos tributarios y financieros, así como informes sobre los bienes, y fondos de la Infanta, incluyendo datos de todas sus cuentas corrientes en España y otros países. Castro dio otro paso más al incorporar las 10 declaraciones de la renta de la hija del Rey. 

         Esa noche la mandó llamar a su estudio situado detrás del gran salón. En la pared había empotrado una caja fuerte de hierro que utilizaba para guardar sus documentos privados. La puerta de la caja fuerte estaba  abierta, y las llaves pendían de ella. Entonces dejó caer ante ella un montón de papeles.

            -Toma asiento y hazme compañía. Quizás te divierta mirar esto.

            -¿Qué son?

            -Valores diversos. Papeles que valen mucho dinero… Creo que te interesarán.

            -Sí, lo haré…Algún día.

          -¡Tonterías! Míralos ahora. Debes aprender un poco de estos asuntos. Una joven dama de buena educación no puede ignorar por completo las cuestiones monetarias. Supón que un día te quedas viuda con los títulos de propiedad de tu marido en tus manos…

            -¡No digas eso, padre!

           -Quizás cuando tu educación sea respaldada por lo que representan estos papeles y a éstos los respalde a su vez otro montón semejante además de su poseedor, los hombres como el de esta mañana piensen que eres algo más que la hija de un vejete.»

[Andreu Manresa, «El juez somete a un exhaustivo escrutinio fiscal a la Infanta», El País, 25 de marzo de 2013 / Thomas Hardy, Los habitantes del bosque, Madrid, 2013, págs. 101-103, traducción de Roberto Frías, 1ª ed. inglesa 1887]

 

CORTAR EL NUDO. Por Rafael Rodríguez González

 

Alejandro cortando el nudo gordiano, de Jean-Simon Berthélemy (1743–1811)

Alejandro cortando el nudo gordiano

Jean-Simon Berthélemy

(1743–1811)

 

Todo está atado y bien atado. Es una frase que se le atribuye al anterior Jefe del Estado. Sea o no cierto que la dijera (seis palabras seguidas era mucho para él), ha sido y es una realidad. Ha seguido rigiendo la oligarquía económico-política, sólo que de un forma mucho más descarada que en tiempos de Franco, y el pueblo, del que forman parte las llamadas capas medias —de todos modos tan heterogéneas— y los que no tienen más que su fuerza de trabajo para venderla (aunque muchas veces se crean otra cosa), sigue apechugando con todo. Atado y bien atado.

         Y no porque el Desalmado de El Pardo tuviera una inteligencia superior, sino porque aquí todos los que fulgían en el mundo de la política estaban atados a algo o por algo. Y siguen estando. En el terreno de los oligarcas estaba clarísimo: cambiar lo imprescindible para poder seguir entronizados. Para la socialdemocracia, lograr todo lo que se pudiera para jugar el papel de alternancia, de modo que se conjurara cualquier peligro proveniente de su izquierda. Por su parte, los dirigentes del PCE, y no pocos de sus militantes, enfrascados, y por tanto atascados, en el sueño de reemplazar a los socialdemócratas como fuerza respetable, responsable y evolucionista. (La actuación en Portugal de la OTAN y los «recién creados» socialdemócratas servía de lección a todos, para algunos de manera vergonzosa).

     Desde antes de la muerte del Alevoso, la izquierda que luego trocó en llamarse «transformadora» (en realidad transformista), renunció a la imprescindible labor pedagógica por medio del estudio de las teorías y la historia, y a la educadora por medio de la práctica. ¡Fuera, nada de eso!, sino mera y ciega dedicación a las elecciones y, cómo no y en consecuencia, a la lucha interna por los cargos, siempre disfrazada esa lucha —algunos creyéndoselo— de pugnas ideológicas. (Todo esto está dicho con trazos bastos, pero es así).

         Y la fuerza se pierde, el nervio se afloja, el cerebro se acomoda. Y se abandonan sanas conductas, y se rechaza el análisis riguroso, y hasta se reniega de los objetivos. Hasta que el magma se convierte en fría escoria, paralizada, inútil. En residuo impuro.

         Y ahí estamos. Por ejemplo, en un 1º de Mayo en que las dirigencias sindicales se desgañitan pidiendo al Gobierno —que es lo mismo que rogar a la gran oligarquía, española y europea— que afloje la presión, que pacte, que tome otro rumbo económico. Los asistentes a las manifestaciones no saben muy bien qué es lo que hacen en ellas, salvo que es un medio para expresar su protesta. Porque ni desde las tribunas discursiles ni desde ningún partido se dice algo que organice, que oriente, que dirija hacia la consecución del imprescindible objetivo: hacer caer esta ruina. Todo lo contrario: todos se esfuerzan en apuntalar la ruina. Lo peor es que pasa lo mismo en toda Europa, salvo honrosas pero arrinconadas excepciones. Todo está atado y bien atado.

         Pero nudos más fuertes se han cortado. Recalco: cortado.

 

A LA LUZ. Rafael Alberti (con fotografía de Miguel Hermosín)

 

 

A ti, temblor y halo del paisaje,

recortadora del perfil y ciega

para el pincel abierto que disgrega

la mancha de la mar y del celaje.

 

A ti, lavado, líquido lenguaje;

dura al color que su color restriega

contra el árbol preciso que doblega

a imprecisión la copa del ramaje.

 

A ti, mano del sol, cono perfecto,

denunciadora, igualadora, efecto

desvanecente de la línea pura.

 

El ala de la sombra en ti se afila.

Te quema el ser que tu cristal destila.

A ti, espejo y fanal de la Pintura.

 

[Rafael Alberti, A la pintura, 1945-1952.

 Editorial Losada, S.A. Pág. 97. Buenos Aires, 1976]

 

«PAIDEIA» Y «PAIDIA». De la serie «RECORTES», Nº 74. Por Pablo Romero Gabella (con pintura de Rafael Luna)

 

sintítuloRAFAEL LUNA

 

«A Madam Frucha no se le daba muy bien la disciplina, razón por la cual tal vez había inventado el Método, que no requería ninguna. Lo que solía hacer es hablar con los demás en tono pizpireto hasta que la gente se rendía por pura vergüenza ajena.La señorita Susan nunca parecía tener vergüenza ajena.

            —La razón de que te haga venir, Susan, es que ejem, la razón es…, la señorita Smith me ha contado que los niños… su capacidad lectora es, según dice, desafortunadamente avanzada…

           —La señorita Smith piensa que un buen libro trata sobre un niño y su perro persiguiendo una pelota roja y grande- dijo la señorita Susan- Mis niños han aprendido a esperar una trama. Ahora estamos leyendo Cuentos de hadas grimosos.

           —¡Pero es horroro…! ¡No tendrías que estar enseñándoles a leer nada todavía!…Quiero decir que la infancia es una época para jugar y…

            —Aprender –dijo la señorita Susan.

      —Aprender jugando –comentó Madam Frucha, agradecida de encontrar un territorio familiar-. Al fin y al cabo, los gatitos y los cachorrillos…

            —Crecen para convertirse en gatos y perros, que son todavía menos interesantes –continuó la señorita Susan-. Mientras que los niños deberían crecer para convertirse en adultos. Aprender es un juego, pero un juego muy exigente. Lo que sucede en la enseñanza, como en la mayoría de los juegos, es que el juego se complica, se hace más sofisticado y cada vez más difícil, exige un esfuerzo mayor, pero esa complicación crecientes van o deberían ir unidas a una también creciente destreza en el dominio de sus rudimentos, mecanismos, procedimientos… No se deja de jugar a medida que se crece y se aprende. De hecho, ni siquiera los adultos dejan de jugar; sólo van cambiando de juegos, y eso sí, van olvidando que son juegos.

            Madam Frucha suspiró.»

 

[Pratchett, Ladrones del tiempo, Barcelona, 2011, págs. 73-74, traducción de Javier Calvo (1ª ed. inglesa, 2001) /José Sánchez Tortosa, El profesor en la trinchera, Madrid, 2008, pág. 59-60]

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CONTINUARÁ… Exposición de Rafael Luna en la Casa de la Provincia (Sevilla, desde el 14 de marzo hasta el 28 de abril de 2013)

 

Y A PESAR DEL OLVIDO. Poema de Lauro Gandul Verdún

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GEOMETRÍA. Por José Manuel Colubi Falcó

Newton por por Paolozzi 1995

Newton

Eduardo Paolozzi

1924-2005

 

«Geometría significa medición de la tierra», nos decían cuando, con muy pocos años, iniciábamos su estudio. Y no había lugar más apropiado que comprobar la certeza de esta definición en las huertas levantinas, que tan a mano teníamos, constituidas por pequeñas parcelas que dibujaban infinidad de figuras geométricas, regulares e irregulares. Después insistían en el valor formativo del estudio de esta disciplina matemática que nos enseña a razonar por el simple método del encadenamiento de ideas, y en su importancia práctica para todo tipo de mediciones (longitudes, áreas, volúmenes). A continuación, sus pioneros: a Tales y Pitágoras (y sus teoremas) sucedían Platón —que grabó en la fachada de su casa esta frase: «No entre en mi casa nadie que no sepa Geometría»—, Euclides, profesor de Matemáticas en Alejandría y autor de los célebres Elementos —quien, como un impertinente le preguntara para qué servían sus demostraciones, sin inmutarse rogó que le dieran unas monedas y se fuera, pues no buscaba el saber, sino otras cosas—, Arquímedes y otros.

 

        Como ciencia pura y especulativa la Geometría es obra del espíritu griego. Mas ¿a qué obedeció su invención? Heródoto (II, 109) ve razones prácticas (canales, producción agrícola y fiscalidad) en su nacimiento y dice:

 

         «El rey [Sesostris] parceló el país por esta razón: cuantos egipcios no tenían sus ciudades junto al río, sino en el interior, ésos, siempre que se retiraba el río, como carecían de aguas utilizaban esas bebidas, bastante saladas, que sacaban de los pozos. Por estas causas, pues, fue parcelado Egipto. Y también contaban [los sacerdotes] que el citado rey repartió el país entre los egipcios, dando a cada uno como suerte un tetrágono igual, y que a partir de ahí fijó los ingresos, pues ordenó que pagara un tributo anualmente. Mas si el río se llevaba parte del lote, éste, habiéndose presentado al mismo [rey], le explicaba lo sucedido y el rey enviaba personas que inspeccionaran y midieran (es decir, geómetras) cuán inferior en extensión había devenido la tierra, a fin de que en el futuro pagara según la proporción de la contribución establecida. Y me parece que, inventada desde entonces la Geometría, llegó a la Hélade…».