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LUIS ROSALES, EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO: 31 DE MAYO DE 2010

 

 

CADA VEZ QUE SE ESCRIBE UN POEMA TIENES QUE HACERTE

UN CORAZÓN DISTINTO,

un corazón total,

continuo,

descendiente,

quizás un poco extraño,

tan extraño que sólo sirve para nacer de nuevo.

El dolor que se inventa nos inventa,

y ahora empieza a dolerme lo que escribo,

ahora me está doliendo;

no se puede escribir con la mano cortada,

con la mano de ayer,

no se puede escribir igual que un muerto que volviera a sangrar

durante varias horas.

Tengo que hacerlo de otro modo,

con la distancia justa,

buscando una expresión cada vez más veraz,

aprendiendo a escribir con el muñón,

despacio, muy despacio,

despacísimo,

sin saber por qué escribes para legar a quien las quiera,

no sé dónde,

estas palabras ateridas,

estas palabras dichas en una calle inútil que tal vez tiene aún

alumbrado de gas.

Si nadie las escucha,

paciencia y barajar, éste es tu oficio.

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Sobre el Oficio de Escribir

(Diario de una resurrección. 1976-1979 )

Rosales con Vallejo al fondo

 

 

LA PRIMAVERA. Vicente Núñez (con dibujo de Zsolt Tibor)

 

«CARMINA» Nº 1

PRIMER AVANCE: LA LEJANÍA DEL PODER. Alberto González Cáceres (2009). Publicación «post mortem». Texto cedido por Mario Cortés (2010)

 

 

Lo primero que a uno se le ocurre decir sobre Eurico Chance Zaíd es que toda su vida fue un hombre continuamente ocupado. No puede decirse, sin embargo, que le faltó tiempo, porque el tiempo nunca falta, ni sobra, la medida del tiempo no existe, lo que marcan los relojes son espacios de movimientos, el tiempo es lo único que es inalterable, lo único que no está sujeto a transformación alguna. Yo casi me atrevería, por eso, a decir que el tiempo es la única materia inmaterial, por más que se materialice permanentemente. Y es también inesquivable e insorteable. El tiempo es único, es la unicidad total en tiempo y forma. No es un concepto, ni una forma imaginaria, ni una entelequia, es algo completamente real que no está sujeto a nada sino a sí mismo, y que además todo lo abarca. Lo único que quizás se le parezca, al tiempo, son los recuerdos que mantenemos sobre personas y demás hechos; pero hechos, personas y recuerdos tienen principio y fin. El tiempo no. Sería yo partidario de que, en vez de proclamar eso de El tiempo es oro, se dijera El Tiempo es Dios (no al revés, ojo), aunque sólo fuese por hacer la cosa más comprensible a quienes precisen de referencias extranaturales, siquiera sean de tipo panteísta, o casi. Pero sobre estas cosas sigan reflexionando ustedes solos, porque yo he de volver a ocuparme de Eurico Chance Zaíd.

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BORGIANA CON «HAPPY END». Por Enrique Martín Ferrera (mayo, 2010)

 

 

 

A veces bostezan, o sestean, aburridos… Otras parecen eufóricos. Tendrán sus razones, aunque éstas no sean imaginables para la estupefacta y cada vez más desafecta ciudadanía.

 

 POLÍTICOS EN EL SENADO EL 25 DE MAYO DE 2010

           

            Nada cabría objetar a tan festivo sarao si los que aplauden de forma gregaria, los que gritan, los que jalean, los que se ríen a carcajadas y los que golpean con las manos sus escaños no se empeñaran en llamarse a si mismos nuestros representantes;  y si no fuera porque los excesos de ese jardín de infancia, donde tanto parecen divertirse, recién dotado de traducción simultánea a todas las lenguas de las Españas (a falta, se diría, de una común por todos hablada), se costean con cargo a los bolsillos de los contribuyentes.

            ¿Por cuánto tiempo?

            Un día, algún día, todo esto será un lejano recuerdo en la memoria colectiva. Un recuerdo triste, sólo eso; ya habrá pasado la náusea.

            Tal vez como consecuencia de que, restaurada la guillotina en la plaza pública, no quedó títere con cabeza; o porque, como en la «Utopía de un hombre que está cansado», aquel cuento futurista de Borges, los antiguos gobernados optaron simplemente por olvidarse de tan ridículos personajes.

            En su encuentro con alguien, el hombre del mañana de este relato, el narrador, un tal Eudoro Acevedo, ve saciada su curiosidad con la única respuesta que hoy, visto lo visto, se nos antoja lógica:

-¿Qué sucedió con los gobiernos?

-Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos. La realidad sin duda habrá sido más compleja que este resumen.

«Utopía de un hombre que está cansado»                                                                

(El libro de arena,  1975)

Jorge Luis Borges 

 

Publicación en el diario bonaerense «La Nación» de 5 de Mayo de 1974 del cuento de Borges «Utopía de un hombre que está cansado», que un año después se incluiría en su recopilación de relatos «El libro de arena».

COÑOS EN PARÍS. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (Museo Maillol, 2010)

 

PÁJAROS. 2 fotografías de Olga Duarte Piña (Monsaraz, 2010)

 

 

 

CARTAS A OLGA (5). Por Mario Cortés (2009). Con «Nota Preliminar» a los «Tres avances fúnebres» de Alberto González Cáceres

 

Benjamín Franklin

 

Bueno, Olga, lo que te envío en esta y en las próximas entregas es lo último (que yo sepa en este momento) que Alberto escribió y que hasta ahora me he negado a descubrirte: unas necrológicas escritas por un moribundo y que serán póstumas. Es para reírse, que además creo yo que es para lo que las escribió Alberto. O no o sí y no. No es que la muerte le resultara indiferente, al contrario, es que la encontraba divertida; tomaba de ella sólo sus aportaciones positivas, si bien él no veía otra clase de aportaciones: tanto esto y lo otro, tantas alegrías y tantos sufrimientos, y a morirse, el que quiere y el que no quiere, de una manera o de otra, rabiando o más plácidamente que una mosca cuando llega el frío. Según me dijo, estaba preparando un tratado que hubiera titulado «La importancia de la muerte en la presunción de la vida». No sé si, de haberlos, podré encontrar los apuntes. «Todo lo que apunta, además de un brote, puede ser un final que, brotando indicante, sea al mismo tiempo un acicate inútil», decía Alberto, y cito de memoria, que le dijo James Franklin a su hermano Benjamin, después de leer los primeros poemas de éste.

 

  Periódico fundado por James Franklin

en 1721

 

          Afonso no ríe. Sólo llora. Ahora Alberto no podría decir sobre Afonso aquello de «es feliz». Está casi todo el día asomado a la parte posterior de la casa, mirando al campo, como si Alberto fuera a aparecer surgiendo de entre los sembrados.  

            Te envío en primer lugar la nota preliminar. Después irán una por una las tres necrológicas. Me pregunto cómo Alberto podía estar tan al tanto de algunas de las cosas de estos tres amigos, habiendo estado sin ir por Alcalá estos últimos años. Me lo pregunto, pero enseguida hallo la respuesta si tengo en cuenta que tenemos otro amigo que no ha dejado de estar en estrecho contacto con Alberto hasta hace muy poco. Delante de mí tengo algunas de sus cartas: me las llevaré a Alcalá para entregárselas (no tienen ni un cuarto de interés que las de Pablo a Fernando. Puedes decírselo si es que antes no ve él mismo todo esto en el ordenador, en el caso de que haya aprendido a manejarlo).

            Las necrológicas te las mando tal y como las ha dejado Alberto, con su título y los subtítulos y todo. No puedo dejar de decirte que al leer esas notas he advertido con más claridad que su inteligencia estaba ya un tanto, si no menguada, sí que desvariada; algo pirada, creo que es la palabra. Me parece que ni un elucidario nos ayudaría a poner en claro lo que quería decir en algunos pasajes. Pero cumplamos la voluntad de nuestro amigo.

            Nos vemos en Alcalá dentro de un mes, porque al final tendré que quedarme más tiempo para intentar arreglar algunas cosas, sobre todo las relacionadas con Afonso, que Alberto no pudo dejar zanjadas.

 

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UNA TARDE DE TOROS EN LA MAESTRANZA. Fotos de Lauro Gandul Verdún (Sevilla, 2003)

 

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UNA FOTO QUE ME REGALÓ MI CÁMARA. Olga Duarte Piña, 2010

 

DONDE TIENES TU SITIO EN EL VAGÓN TE LLEVA EL TREN. Poema de 1996 con foto de 2010. Lauro Gandul Verdún

 

 

Donde tienes tu sitio en el vagón te lleva el tren
A la ciudad sólo por ver una calle
El ir y venir de los transeúntes

Uno que mira sin ojos para pedir un cigarro
Que le doy
Que le enciendo
En sus labios rotos
Los escaparates
Las esquinas

Gente en traje
Gente
En harapos

Alguien que toca una guitarra mustia
Desconchada
Un normando que traga
Su enorme lengua de fuego
Enanos vestidos de marinerito
Que corretean en círculo
Desordenadamente
Gitanos
Que ofrecen jazmines a cambio de monedas
Mujeres elegantes
Altas
Felinas
Acompañadas por hombres con abrigo
Muchachos que empujan carretillas atestadas de bultos
Como perseguidos

Donde tienes tu sitio en el vagón te lleva el tren
Ahora sin embargo te recuerdas ebrio
Feliz a la sombra de una arboleda
Con tus otros en amable plática

Podrías ser sólo sintaxis
Que transmutaba el piar de los pájaros
Y el suavísimo fluir de un río
En la mosca sobre el trébol
Los espárragos
Agudamente protegidos de la mano
La ternura de los trigales
Isla de juncos como erizo gigante

Pensabas que ya habías pasado por los filos de las hojas
De acero
Papel
O soledad

Y creías que las personas no son ni vísceras ni fluidos
Oh milagro
Sino ética y humo

Donde tienes tu sitio en el vagón te lleva el tren
Asomado a la ventana estiras un largo adiós fugaz
Para todos o para nadie

Luego velozmente se aleja tu busto
Diminuto en el soberbio convoy.