PINTURA MURAL DE SABIN BĂLAŞA EN LA UNIVERSIDAD «IOAN CUZA» DE IAŞI. De «Un cuaderno rumano de fotografías (1999-2005)» Lauro Gandul Verdún y Olga Duarte Piña
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En aquellas visitas a la aldea rumana de Vadu Izei conocimos al padre Marius Vişovan. Era el párroco de la iglesia greco-católica. Todas las tardes nos visitaba y conversábamos en la terraza de los Virsta, donde nos alojábamos. Una día nos llevó a su casa. Quería que conociéramos a su familia.
Esta semana, escuchando a Edvard Grieg recordé a Aurelia Vişovan, hija mayor del Marius y Mercedes que entonces tendría unos doce años y estudiaba piano en Cluj Napoca, muy lejos de la pequeña casa parroquial donde vivía su familia. Su padre le pidió que interpretara para nosotros «En la gruta del rey de la montaña».
Pues como decía, esta semana me acordé de ella y, casualmente, localicé a Aurelia en internet, interpretando a Liszt y a Enescu, con la misma delicada fuerza con la que la conocimos.
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«En esto reconozco a un verdadero poeta: frecuentándole, viviendo largo tiempo en la intimidad de su obra, algo se modifica en mí, no tanto mis inclinaciones o mis gustos como mi misma sangre, como si una dolencia sutil se hubiera introducido en ella para alterar su curso, su espesor y su calidad. Valéry o Stefan George nos dejan allí donde les abordamos, o nos vuelven más exigentes en el plano formal del espíritu, son genios de los que no sentimos necesidad, solo son artistas. Pero un Shelley, pero un Baudelaire, pero un Rilke, intervienen en lo más profundo de nuestro organismo, que se los apropia como lo haría con un vicio. En su proximidad, un cuerpo se fortifica, y luego se ablanda y se desagrega. Pues el poeta es un agente de destrucción, un virus, una enfermedad disfrazada y el peligro más grave, aunque maravillosamente impreciso, para nuestros glóbulos rojos. ¿Vivir en su territorio? Es sentir adelgazarse la sangre, es soñar un paraíso de la anemia, y oír, en las venas, el fluir de las lágrimas…»
Précis de décomposition
Cioran, 1949
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…………Sobre poesía y poetas hablaría en numerosas ocasiones el rumano Emil M. Cioran, antes de que dejaran de interesarle. Según repetía él mismo, en sus últimos años, al envejecer, se había dado cuenta de que la poesía le era cada vez menos necesaria, achacando su gusto anterior por ella a un excedente de vitalidad.
…………Improbable salir indemne como lector después de paladear una de sus obras. A lo largo de su vida, cultivó el aforismo sin desmayo. «Más aun que en el poema, es en el aforismo donde la palabra es dios», postulaba en su libro Desgarradura.
…………Nacido el 8 de Abril de 1911, Cioran es centenario desde el día de hoy.
…………«Yo nací cerca de los Cárpatos -escribe en una página titulada Acorralados en el futuro– y adoré el pueblo donde pasé mi infancia. A los diez años tuve que abandonarlo para ir al liceo de la ciudad. Fue una experiencia terrible que nunca olvidaré: el espectáculo de un animal llevado al matadero. Los condenados a muerte deben conocer sensaciones semejantes antes del suplicio final. Yo sabía que lo perdía todo, que era expulsado de mi propio edén y que no merecía ese castigo. Cuando pienso en ello tras una vida entera, me doy cuenta de que tenía razón de haber reaccionado así, que en el fondo la civilización es un error y que el hombre debería haber vivido en la intimidad de los animales, apenas diferente de ellos. En ningún caso debería haber ido más allá del estatuto de pastor.»
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…………Le complacía la música, en especial la de Bach, que no se cansaba de oír. «Si alguien debe todo a Bach es sin duda Dios», llegó a afirmar. Como escritor, el francés fue su lengua. Con esa herramienta adoptada escribiría el grueso de su obra. Vivió en París desde 1937, una ciudad de la que le gustaba proclamar que era «el único lugar donde la desesperación es agradable». Cuando le llamaron para asistir como protagonista a Apostrophes, aquel famoso programa de la televisión gala en el que Bernard Pivot entrevistaba a lo más granado del mundo de las letras, Cioran rechazó la invitación argumentando que no quería que a la gente le sonara su cara y estropear con ello el mayor placer de su vida: sus paseos por el parisino Jardín de Luxemburgo.
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DIÁLOGO SOÑADO ENTRE BORGES Y CIORAN. Por Enrique Martín Ferrera. Enero 2009
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A modo de homenaje fotográfico a Ciorán por LGV a propuesta de EMF
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Pasión encadenada al extraordinario humano
Se confunden en inmóvil pensamiento
Todas las incapacidades
La esfuerzan
Empobrecido dorado del espacio de paz
Donde comprender la dominada vida
Del lenguaje mítico
Donde la libertad se propaga en el hablar
Y silenciosa
Antigua empresa de inocencia actual del anónimo
La escalinata y el estupendo especulativo
Confiere alma
Se expande aquí
Se explica
Por signos de burguesía apacible
Nunca demasiado tarde para la experiencia
Aunque el murmullo de lo ciertamente misterioso
Deviene en destrucción
Dentro
La morada
Alrededor un tedio vestido de ojos
Para atraparnos
Humildemente
Pasión encadenada al extraordinario humano.