Posts categorized “Argentina”.
ATAHUALPA YUPANQUI (31 de enero de 1908-23 de mayo de 1992). Homenaje de «CARMINA» en la víspera del vigésimo aniversario de la muerte del poeta y músico argentino
VASIJA DE BARRO
Yo quiero que a mí me entierren
Como a mis antepasados
En el vientre oscuro y fresco
De una vasija de barro.
…
Cuando la vida se cubra
Tras una cortina de años
Vivirán a flor de tiempo
Amores y desengaños.
…
Arcilla cocida y dura
Alma de verdes collados
Sangre y sueño de mis hombres
Sol de mis antepasados.
…
De ti nací y a ti vuelvo
Arcilla, vaso de barro
Y en mi muerte yazgo en ti
Y en tu polvo enamorado.
…
Yo quiero que a mí me entierren
Como a mis antepasados
En el vientre oscuro y fresco
De una vasija de barro.
.
DESPUÉS DE GARDEL YA NO ME SORPRENDIÓ NADA. Vicente Núñez
Me gustan los tangos con locura. Cuando yo los oía, de niño, en los años treinta, adquirí el sentido futuro de la poesía. Son poemáticos, por el ambiente, la atmósfera, los abandonos, el romanticismo, la modernidad… Qué palabras tan inasibles para un niño español de provincias como fané o descangayada… A mí, después de Gardel ya no me sorprendió nada… Ni Rubén Darío, ni Bécquer, ni nada. Tanto le debo al tango que una vez vino a verme a Aguilar Ernesto Cardenal y entonces estaba yo obsesionado con un descubrimiento: le había aplicado a una rima, la 33* de Bécquer, la música de «Silencio en la noche» de Gardel. Y encajaba perfectamente.
Me hubiera gustado, y sé que no lo he conseguido, ser un poema. La vida es lo que importa. Ser un poema, no escribirlo. Yo no necesito escribir más que en tanto me aparto de la plenitud del amor, de la existencia. La literatura sólo es fruto del fracaso y, por eso, es más humana que el hombre.
La plenitud es plenitud y sólo plenitud. No se sabe lo que es. Si la describiera, ya sería otra vez literatura. Cuando uno vive en la plenitud, entonces el lenguaje brilla por su ausencia, que es cuando de verdad debe brillar el lenguaje.
La literatura nos hunde, porque nos salva. Sin hundimiento no hay renovación. Bienaventurados los hundidos porque de ellos surgirá la luz.
________
*RIMA XXXIII, DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Es cuestión de palabras, y, no obstante,
ni tú ni yo jamás
después de lo pasado convendremos
en quién la culpa está.
¡Lástima que el Amor un diccionario
no tenga dónde hallar
cuándo el orgullo es simplemente orgullo
y cuándo es dignidad!
PILLAJE CULTURAL. Tomás Valladolid Bueno (30 de abril de 2011)
en las ruinas de un páramo claustral
con espíritu triste, monótono y sombrío
lo abandoné en la nuda desnudez del silencio
en las puertas de su melancólica casa
ayer lo saqueé.
Leí El túnel de Ernesto Sábato cuando yo todavía estaba, si es posible, más presionado por la influencia de la estupidez, sobre todo moral, de lo que sigo estándolo hoy en día. El libro vino a caer en mis manos al igual que un gran número de otros que, con el paso de los años, he ido leyendo: por puro azar que sólo es tal porque es buscado. Me atrapó, de modo que cada día volvía a leer todo lo ya leído en los días anteriores, sólo que en cada relectura subrayaba lo que mi perspectiva existencial, entre poética y filosófica, bien me daba a sentir y entender. Al acabar la lectura de toda la novela, compré un cuaderno para anotar, de forma concatenada, todas aquellas partes del texto que había ido resaltando. El resultado fue una extracción o enajenación de sentido que para bien o para mal transmutó en la construcción de un nuevo y muy breve texto; reconstrucción textual como resultante de haber hilvanado todas aquellas frases del libro de Sábato con el hilo de mis vivencias primordiales. A alguien a quien amaba le leí en voz alta aquel texto mío, que lo fue a causa del pillaje, y lo hice como si en su contenido estuviese incluido el quid de nuestra existencia. El ejemplar del libro lo regalé y el cuaderno de anotaciones desapareció de mi fondo de papeles. Compré, bastante más tarde, un nuevo ejemplar de la novela, pero ya no he vuelto a releerla ni a rapiñarle frases y sentidos. Y no es porque no haya amado como amé, ni vivido el amor como entonces lo viví. Es, simplemente, que los libros también compiten entre sí. Y sin embargo, este de Sábato, junto al Yo acuso de Émile Zola, el Lobo estepario de Hermann Hesse y el Del sentimiento trágico de la vida de Miguel de Unamuno, ocupan un sitio tan prominente en la estantería de mi alma que muchas veces pienso no estar haciendo otra cosa sino robarles y robarles lo que por ser suyo es ya también nuestro. Algún día, tal vez cuando …, podré dilucidar qué encontró mi espíritu de alimento en dichas obras. Para ayudarme me serviría, además, de ese magnífico estudio que Foucault realizó sobre la parresía. Pero para ello tendría que volver también sobre los profetas de Israel, y para entonces… no sé, no sé. De todos modos, si esta clase de pillaje no es para pedir perdón, sí debe uno hacerlo por las veces que se dejó vencer por la estupidez moral, aunque no se fuese ni tonto ni imbécil moral o inmoral.
HOMENAJE A CORTÁZAR: LA NOCHE Y EL AMANECER. Un texto de Julio Cortázar y tres fotografías de Enrique Martín Ferrera (Buenos Aires, 1998).
<< Me desperté y vi la luz del amanecer en las mirillas de la persiana. Salía de tan adentro de la noche que tuve como un vómito de mí mismo, el espanto de asomar a un nuevo día con su misma presentación, su indiferencia mecánica de cada vez: conciencia, sensación de luz, abrir los ojos, persiana, el alba. En ese segundo, con la omnisciencia del semisueño, medí el horror de lo que tanto maravilla y encanta a las religiones: la perfección eterna del cosmos, la revolución inacabable del globo sobre su eje. >>
Julio Cortázar. Rayuela, cap. 67.