Posts from agosto 2011.

LORCA, 80 AÑOS DESPUÉS. Por Enrique Martín Ferrera (19 de agosto de 2011)

Buenos Aires
1933

No, no; no es que me equivoque en lo que se refiere al número correcto de años cumplidos desde el fusilamiento de Federico García Lorca. En las últimas jornadas, y en todos los medios, se viene hablando y escribiendo de esos 75 años generosamente. Dicho quedará todo lo necesario, e incluso algo más de lo necesario, como consecuencia del copia y pega y el continuo regurgitar de tantas plumas.

            No escribiré sobre ese tema, porque nadie duda a estas alturas del fracaso de sus verdugos: resulta fácil matar y sepultar a un poeta; lo verdaderamente complicado es enterrar con su cuerpo la que fue su voz, silenciar en el olvido su palabra.

            Por eso mismo, lo que a mí me apetecía era rescatar para esta gris actualidad nuestra, y aprovechando tan macabro aniversario, una página secundaria de Federico García Lorca leída casualmente hace tiempo, unas palabras escritas en el año 1931, que bien podrían ser pronunciadas, sin resultar añejas o fuera de lugar, en este 2011 nuestro, en este tiempo desolado por la nueva crisis económica que nos atenaza.

            Se trata de un discurso que Lorca pronunció con motivo de la inauguración de la Biblioteca Pública de Fuente Vaqueros, su pueblo natal, en Septiembre de 1931; unas palabras que deberían leer obligatoriamente todos los encargados de gestionar el dinero público y cualquiera que haya asumido, da igual su envergadura, alguna responsabilidad de gobierno.

 

FEDERICO GARCÍA LORCA AL PUEBLO DE FUENTEVAQUEROS.

Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

            Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

            No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

            Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

            ¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!». Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

            Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

 Federico García Lorca
1931

 

Esztergom
Hungria
1914
André Kertész

OBSERVO TU CIELO, DIOS. Poema de Lauro Gandul Verdún

COLOQUIOS (44). Gabi Mendoza Ugalde

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Idogra

(Acrílico sobre lienzo)

Rafael Luna

1988

– Hace mucho que mi tierra es de otros.

– ¿Extranjeros?

– No. Paisanos.

– Son los peores, ¿verdad?

– Sí. En todo nuevo rico siempre hay un verdadero criado.

– Ya lo dice el refrán: No sirvas a quien sirvió.

AMAZONAS. Por José Manuel Colubi Falcó

Batalla de las amazonas
Peter Paul Rubens
1577-1640

 

Siempre que oímos la palabra, inmediatamente pensamos en muchachas de ánimo varonil, decididas, que, a caballo y ataviadas con trajes que les son propios («vestidos de amazonas»), ofrecen, en conjunto con el corcel, un cuadro de extraordinaria belleza.

             Hay varias teorías sobre el término: para unos, hay que buscar el origen en el nombre de una tribu iraní: ha-mazan, «guerreras»; según otros, aquél significa «mujeres-luna», que recuerda a las sacerdotisas de la Luna, en el Sureste del Mar Negro, portadoras de armas en el ejercicio de su ministerio. Sea como fuere, la etimología popular es la dominante: se llamaban amazonas porque carecían de pecho (a-mazón, «sin pecho»). ¿Por qué?

             Citadas numerosas veces por las fuentes griegas, presentes en la guerra de Troya –donde su reina Pentesilea muere en lucha con Aquiles, quien admira su extraordinaria belleza-, también en los trabajos de Hércules y en las gestas de Teseo, las amazonas son hijas de Ares, dios de la guerra, y de la ninfa Harmonía, y viven en una sociedad exclusivamente femenina; desde el Cáucaso, descienden hasta el Sur y se establecen a orillas del Termodonte, en la Capadocia (Asia Menor), dedicadas a sus oficios, la guerra y la caza: luchan a caballo, manejan diestramente el arco, -y de ahí que, según el mito, se amputen o quemen el seno derecho para facilitar su manejo; de las zurdas no hay noticias-, la jabalina, el hacha, mazos, escudo, etc., hacen frecuentes incursiones en tierras ajenas, que ocupan, veneran a Ártemis, la Diana romana, la «efesia cazadora» cantada por Quevedo; gobernadoras de su sociedad, no admiten la presencia masculina ni el contacto con varón, salvo una vez al año con extranjeros de las tribus vecinas, para perpetuar la especie; pero sólo crían niñas: a los niños los matan, les quiebran los brazos, las piernas, les arrancan los ojos, o los remiten a sus padres a fin de que no sean un estorbo en sus actividades.

             Representadas en el arte, en la literatura, su imagen va suavizándose en la tradición: son mujeres guerreras, sí, pero la aceptación más conocida es la que veíamos al principio. Y a lo dicho añádase que dan nombre al río más caudaloso del mundo: los expedicionarios de Francisco de Orellana han llamado Marañón al curso alto del río, y así todavía se le conoce, mas como en una aldea han de vérselas con unas mujeres guerreras, nuevamente lo bautizan con el nombre de Río de las Amazonas.

COLOQUIOS (43). Gabi Mendoza Ugalde

 

– Señalan que por allí el Foro. Al lado las Termas. Y siguiendo el senderillo la Puerta Sur. Aquello era Roma. Era…

– Siempre te decepcionan las ruinas.

– No. No es la cuestión así. Es el tiempo. Hemos llegado tarde: no estamos en unas ruinas, sino en una escombrera.

– ¿Qué esperabas?

– Menos confusión.

ALLÍ ESTÁBAMOS TODOS. Poema de Lauro Gandul Verdún

LOS TENDEDEROS DE LA SEÑORA ROSA. Fotografías de Olga Duarte Piña (Quinta d’Abegoa 2011)

HOMENAJE A FLAUBERT (EN ARZILA). Poema de Lauro Gandul Verdún con dibujo de Xopi

«CARMINA» Nº 3

POEMAS MARRUECOS (1998-2007)

TOIROS, AMOR E GLÓRIA. Museo de Marvão

LA ESTRUCTURA PRÁCTICA DE LA CREACIÓN LITERARIA 2 (Consideraciones filosóficas sobre poesía y democracia). Por Tomás Valladolid Bueno para «CARMINA LUSITANA»

Si bien es verdad, obvio por lo demás, que toda creación no puede ser considerada como literaria, sí podemos decir que todo acto literario es creador. Lo importante estriba en poder determinar en qué sentido podemos afirmar que lo es.

            Esta idea resulta bastante común entre los poetas, pero no suele ser tan simple a la hora de adjudicarle una explicación. Pensemos en lo siguiente: cualquiera que posea unos determinados medios podrá salir al campo con su máquina fotográfica y realizar una serie de fotografías; de todas las realizadas algunas formarán una mera colección y otras constituirán un magnífico documental, pero sólo de algunas diremos que, además, conforman una obra de arte. ¿Por qué? En la misma o parecida situación nos encontramos cuando un ramillete de cartas dirigidas a alguien lo recopilamos en un volumen; no bastaría un simple agregado para considerar que se trata de una obra literaria y, sin embargo, sería factible dar con un libro cuyo contenido fuese un conjunto de correspondencias postales y del cual todos estuviésemos dispuestos a reconocer su valor literario o su cualidad de obra de arte. ¿Resulta fácil dar razón de ello? La cosa puede llegar a complicarse: supongamos que logramos confeccionar un programa informático gracias al cual operaríamos de manera eficaz para construir poemas sin el más mínimo defecto en relación con la técnica poética; estaríamos dispuestos a admitir que se trata de un poema, pero la mayoría de los poetas no convendrán en considerarlo un verdadero poema, aun cuando no supiesen explicar con meridiana claridad y contundencia argumentativa lo que significa aquí verdadero. En este último caso no se trata de un arrebato de soberbia intelectual sino de una especie de intuición basada en una experiencia artística o estética.

            Podríamos seguir hilvanando una serie de ejemplos que nos ilustren en relación con una cuestión que se resuelve inevitable a cualquier ciencia social en general, y a la filosofía de la cultura, en particular: la distinción entre técnica y práctica. Bástenos, para nuestro propósito, con los tres someros apuntes ya referidos.

            Un poema o un relato literario es el fruto de un acto que calificamos de creativo y que está dotado de significación, lo cual quiere decir que la revelación que supone el acto creador de un poeta o de un narrador nos muestra algo de sí mismo (del acto). Si queremos dar razón del trasfondo de nuestros ejemplos y, por tanto, del concepto de creación literaria no tendremos más remedio que intentar resolver la cuestión que hace referencia a lo que revela la creación literaria en tanto creación que revela algo. Para llevar a término esta tarea resulta útil la distinción entre técnica y praxis.

            En la cultura clásica esta diferencia adquirió relevancia a la hora de dilucidar los problemas peculiares de un saber moral que no debía, sin más, quedar identificado con un saber teórico. Más tarde, ya en la modernidad, fue incorporada por quienes se preocuparon de cuestiones referentes a la hermenéutica jurídica. En la actualidad goza de importancia dentro del marco de la teoría política en conexión con lo que se ha dado en llamar ingeniería social. Aunque todos estos temas son lo suficientemente interesantes como para tratar de ver su alcance en el campo del arte, no me detendré en ello puesto que el uso que voy a hacer de tal distinción entre técnica y práctica parte de un enfoque diferente del adoptado en cada uno de estos casos.

            En lo que sigue, así como en lo dicho hasta el momento, está latiendo la siguiente opinión: la creación literaria, poética o narrativa, es primordialmente un acto de desviación o desplanificación. Frente a este modo de actuar se encontrarían la creación técnica y la creación divina, las cuales tiene en común el ser actos en consonancia con un plan previo de actuación que implica un conocimiento del objeto que tratan. De ahí que la creación literaria sea, a la par, un acto desconocedor. Que la creación divina mantenga invariable el plan de actuación y pueda variar las estrategias, mientras que la creación técnica varíe tanto el plan como las estrategias no afecta a nuestro planteamiento, puesto que lo importante es la existencia o no de una planificación, sufra o no modificaciones. Un crítico de arte, WALTER BENJAMIN, lo expresó de la siguiente manera: «¿No se alimentará la complacencia en el mundo de las imágenes de una obstinación sombría en contra del saber? Contemplo el paisaje: el mar está en su bahía terso como un espejo; los bosques suben como masas inmóviles, mudas, hasta la cumbre de las montañas; allá arriba, desmoronadas ruinas de castillos, tal y como ya lo estaban hace siglos; el cielo brilla sin nubes en un eterno azul. Así lo quiere el soñador. Que ese mar se alza y se hunde en miles, pero que miles de olas; que los bosques se estremecen a cada instante desde las raíces hasta la última hoja; que en las piedras de los castillos en ruinas imperan derrumbamientos y grietas constantes; que en el cielo, antes de que se formen nubes, hierven gases en luchas invisibles; todo esto tiene que olvidarlo para entregarse a las imágenes. En ellas tiene reposo, eternidad. Cada batir de alas de un pájaro que le roza, cada ráfaga de viento que le estremece, cada cercanía que le toca, es un mentís. Pero la lejanía reconstruye su sueño; se apoya en cada muro de nubes y se enardece de nuevo en cada ventana iluminada. Y lo que parece más perfecto es, si lo logra, tomarle al movimiento su aguijón, transformar la ráfaga de viento en un susurro y el deslizarse de los pájaros en un trazo en el cielo. El placer del soñador reside, por tanto, en poner un término a la naturaleza en el marco de desvaídas imágenes. Conjurarla bajo una llamada nueva es el don del poeta.»

            Hemos de añadir que la creación literaria, en tanto desviación, desplanificación y desconocimiento, entraña una situación de desgarro por la cual el acto creador del poeta posee en un referente práctico que a cualquier otro tipo de creación planificada le cae como una bocanada crítica. Hablamos de la referencia ético-política inscrita en el seno de la creación literaria y que se muestra de modo contrafáctico ante un mundo donde la ciencia y la técnica ocupan el lugar de los viejos dioses. Este referente práctico actúa, respecto del propio acto poético o narrativo, como un constitutivo que se nos revela como una exigencia de autorregulación.  

 «CARMINA» Nº 3

LA ESTRUCTURA PRÁCTICA DE LA CREACIÓN LITERARIA 1

LA ESTRUCTURA PRÁCTICA DE LA CREACIÓN LITERARIA, y 3