CITANDO A VILA-MATAS. Por Enrique Martín Ferrera (Marzo, 2010)

 

ENRIQUE_VILA-MATAS_16_MARZO_2010 Sevilla -Hotel Alfonso XIII                                                                       Foto: EMF, 2010

Vieja y sobradamente conocida es esa manía de Enrique Vila-Matas, tan criticable para algunos y tan de agradecer para otros, de colocar la literatura dentro de la literatura; ese gusto por la construcción de artefactos literarios concebidos al modo de una matrioska que nos quisiera ir desvelando, poco a poco, los innumerables libros y escritores que encierra en sus interiores; unos libros y unos escritores que, a fin de cuentas, son un solo libro y un solo escritor, ese que todos perseguimos y nunca hallamos, víctimas de la fragmentación, del desconcierto que nos provocan los límites de cada porción de lo múltiple y lo diverso. Así pues, ¿por qué no comenzar aquí también citando a Vila-Matas, cuando cita a Fernando Savater, a propósito de las citas, en cierto pasaje de su “Dietario Voluble”?:

<<…las personas que no comprenden el encanto de las citas suelen ser las mismas que no entienden lo justo, equitativo y necesario de la originalidad. Porque donde se puede y se debe ser verdaderamente original es al citar. (…) Plenamente de acuerdo con Savater cuando dice que los maniáticos anticitas están abocados a los destinos menos deseables para un escritor: el casticismo y la ocurrencia, es decir, las dos peores variantes del tópico. Citar es respirar literatura para no ahogarse entre los tópicos castizos y ocurrentes que le vienen a uno a la pluma cuando se empeña en esa vulgaridad suprema de “no deberle nada a nadie”. Y es que, en el fondo, quien no cita no hace más que repetir pero sin saberlo ni elegirlo. Los que citamos, dice Savater, asumimos en cambio  sin ambages nuestro destino de príncipes que todo lo hemos aprendido en los libros (y ahí va otra cita disimulada, ja,ja, larvatus prodeo…). >>

Vila Matas estuvo en Sevilla el pasado dieciséis de marzo, en el hotel Alfonso XIII, para presentar su nueva novela, Dublinesca; pero también para seguir citando de paso autores, libros, pasajes de su predilección… 

Cada vez que la releo, me parece más acertada esa comparación contenida en uno de los poemas del Diario de Argónida de José Manuel Caballero Bonald:

<< La literatura se parece a una carta / que el escritor se manda sin cesar a sí mismo. >> 

¿No nos confirma el leer u oír a tantos autores en la certeza de esa sospecha que esbozaba el jerezano?

 ¿De qué habló Vila-Matas a los que asistimos a esa cita en Sevilla?  De lo que seguramente ninguna de las páginas culturales de los periódicos se habrá hecho eco al reseñar el acto de la presentación del libro, es decir, de lo escrito por muchos otros; y esto no es sino decir que Vila-Matas habló de sí mismo, pues, ¿qué somos sino lo que leemos? 

 

Ulysses (1ª edición) de Joyce

 

Esa es la razón por la que el escritor barcelonés, haciendo gala de su acostumbrada brillantez y su peculiar humor circunspecto, quiso detenerse en ciertos detalles del capítulo sexto del Ulises de James Joyce, como la gabardina macintosh, o el propio Macintosh; por eso nos habló de Maistre, y de cómo él mismo suele viajar a veces hacia lo desconocido sin salir de su propio cuarto, de heterodoxas formas de diversión predicables de ese tiempo gozoso en el que se investiga para la escritura que se está fraguando. Por eso recordó también un viejo poema de César Vallejo, que aunque no lo mencionara se titula “Pedro Rojas”, oído por vez primera en la voz del profesor Valverde, leído en una lejana Barcelona de su adolescencia, y repitió aquel “Viban los compañeros”, aquella “b” que vibraba en boca de un hombre que trataba de introducir a unos jovencitos imberbes en los misterios de la palabra y en los hechizos de la poesía. Por eso habló de sus primeros escarceos componiendo versos, de su frustración como poeta; para concluir fantaseando sobre las posibilidades de acabar de una vez por todas con la búsqueda, de enterrar a ese doloroso consuelo, a esa gran puta que nunca nos deja escapar de sus abrazos, la literatura (“ramera”, llamaba también Vicente Núñez a la poesía); y acabar confesando su profunda devoción por Philip Larkin, haciéndonos regresar al sueño de un bibliotecario que componía versos, a aquel funeral de cierta prostituta dublinesa (Kitty, o Katy), al que sólo asisten, como era de esperar, sus compañeras de oficio:   

 

                          Callejuelas de estuco abajo,

                          Donde es estaño la luz

                          Y la tarde brumosa 

                          Hace que en las tiendas se iluminen

                          Rosarios y guías para las carreras,

                          Pasa un entierro.

 

                          El coche fúnebre va delante,

                          Pero le sigue detrás

                          Una tropa de putas callejeras

                          Con grandes sombreros floreados,

                          Manguitos de piel de cordero,

                          Y vestidos largos hasta los tobillos.

 

                          Se respira un aire de gran camaradería,

                          Como si rindieran honores

                          A alguien muy apreciado;

                          Cada pocos pasos una cabriola,

                          Las faldas hábilmente sostenidas

                          (Con palmas de alguna al tiempo),

 

                          Y de gran tristeza también.

                          Cuando ya se alejan

                          Se oye una voz que canta

                          Sobre Kitty, o Katy,

                          Como si ese nombre hubiese contenido

                          Todo el amor y la belleza una vez.

 

                                                     Philip Larkin.  Dublinesque (High Windows)

                                                        (Traducción: Enrique Martín Ferrera)

 

Larkin 5 

 

 

6 comments.

  1. Enrique:
    felicidades por este texto.
    Gracias, como siempre, por tu comentario en Mi Siglo.
    Estoy de acuerdo en la excelencia poética de José Antonio Muñoz Rojas, al que dediqué más de una referencia en mi blog: http://misiglo.wordpress.com/2009/09/30/jose-antonio-munoz-rojas/
    Un abrazo
    JJP

  2. LITERATURA.

    ¿Cómo distinguir lo real de lo que leo?

    Mi familia dice que mis únicos amigos están muertos, encerrados en esos libros que leo a todas horas.
    Llevarán razón.
    Yo creo que es posible, cierta, la amistad con esos muertos.

    Al descubrir este post sobre Enrique Vila Matas he estado pensando muy largo, recordando un poema de Bolaño, hallado en su biblioteca. Ya había muerto cuando casualmente apareció el papel, para continuar hablando al amigo vivo:

    Poema a E.V.M.

    Qué lugar es ése al que nos llevarán nuestras palabras, las
    bellas durmientes, por caminos a menudo distintos, qué eriazo,

    qué infierno, qué nos espera allí, Enrique, en esa blancura
    en la que nos reuniremos finalmente, qué aullidos, qué silencio,

    qué permutaciones nos aguardarán cuando hayamos
    atravesado todo lo que hay que atravesar, cuando nos
    hayamos despojado de todo, qué olvidos, qué.

    ROBERTO BOLAÑO.

  3. Lettreferit,

    Creo que podríamos contestar al poema de Bolaño que habremos sido quienes hayamos puesto en el mundo a las palabras, y no al revés. Nos disolveremos definitivamente y desapareceremos. Pero las palabras que dejamos escritas nos sobrevivirán y ya encontrarán a otros en donde alojarse. La muerte del escritor es, por fin, la liberación de sus poemas.

    Lauro.

  4. José Julio:

    Gracias a ti, siempre tan generoso en tus lecturas de mis cosas.

    Amigo Lettreferit:

    Lo querían matar
    los iguales,
    porque era distinto.

    (Juan Ramón Jiménez. “Una Colina Meridiana” )

    Y seguimos CITANDO a Vila-Matas cuando cita a otros: toda una declaración vital de KAFKA, procedentes de una carta dirigida a Felice Bauer, que gusta mencionar don Enrique: “No es que tenga una cierta tendencia a la literatura, es que soy literatura”.

    Gracias por el poema de Bolaño. No conozco nada de su obra poética, salvo los versos que acabas de dejar en CARMINA.

    Hace tan sólo una semana me preguntaba un amigo, después de leer “Los Detectives Salvajes” de R. Bolaño: ¿qué nueva lectura podría uno abordar ahora, de inmediato, sin sufrir una decepción por lo alto que nos puso el listón este último libro? Y la verdad es que no supe qué contestarle, víctima yo también de la reciente y grata sorpresa de “Los Detectives”, de la resaca que provoca la obsesión de su lectura.

    Cuando murió Bolaño, en 2003, Enrique Vila-Matas dejó escrita en la prensa una página memorable, donde confesaba:

    “ Con la muerte de Bolaño, aparte de mi pena de amigo y de la rabia por la conversación literaria interrumpida para siempre, yo me he quedado en situación de alerta ante uno de los problemas que este Bolaño en la ausencia (que no en la distancia) me plantea: cierto pánico a que en el momento menos pensado su no presencia pueda conducirme a cierta relajación en la escritura, aunque a este problema creo verle un remedio: tratar de arder (en mis escritos) como ardía él, pues no de otro modo las tinieblas podrán algún día volverse claridad.”

    Tal vez te interese este otro acercamiento al escritor chileno que hallé no hace mucho, tras la lectura de “Los Detectives”; una película-homenaje en la que también participa, entre otros, el propio Vila-Matas:

    Documental “BOLAÑO CERCANO”, dirigido por Erik Haasnoot, en seis partes.

    1ª parte: http://www.youtube.com/watch?v=f8ScYnZ_1OA

    2ª parte: http://www.youtube.com/watch?v=iOac9zAsqKY

    3ª parte: http://www.youtube.com/watch?v=riN7wgV02wg

    4ª parte: http://www.youtube.com/watch?v=e1eByP4BuCc

    5ª parte: http://www.youtube.com/watch?v=hC8qulx8WUo

    6ª parte: http://www.youtube.com/watch?v=b6-P7zqDQQ4

  5. El documental, ¡chapó! Gracias.

  6. […]  CITANDO A VILA-MATAS. […]

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